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Merkel: “LAS manifestaciones violentas son inaceptables”

La Cumbre del G-20 arranca en Hamburgo en medio de protestas

Los mandatarios participantes de la Cumbre del G20 y sus cónyuges posan para una foto tradicional antes de un concierto en Hamburgo.
Los mandatarios participantes de la Cumbre del G20 y sus cónyuges posan para una foto tradicional antes de un concierto en Hamburgo.
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En medio de un despliegue policial sin precedentes, 30 delegaciones de los países del G-20 e invitados habituales como España, Países Bajos, Noruega, Singapur o Vietnam, comenzaron ayer en Hamburgo la cumbre más incierta de las 12 que se han celebrado hasta la fecha.

Como anfitriona del encuentro, la canciller alemana Angela Merkel se las vio y deseó para recordar a todos los presentes que del éxito o fracaso de las negociaciones que aquí se celebran dependerá el futuro económico del mundo durante las próximas décadas. No le faltaban razones a la política germana. En la ciudad con el mayor PIB de toda Alemania se encuentran desde ayer los primeros espadas de las economías que manejan tres cuartas partes del comercio planetario.

En la sesión inaugural, Merkel no ocultó que el objetivo común de todos los presentes debería ser cómo construir un mundo menos injusto y más desarrollado. Pero para alcanzarlo se enfrenta a infinidad de obstáculos, algo complejo de sortear en un fin de semana.

La Cumbre arrancó con los gestos esperados. Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estrechaba la mano de su homólogo ruso, Vladimir Putin, junto con un sonoro “Es un honor estar con usted” que retumbó en el interior del imponente Hamburg Messe, miles de manifestantes desafiaban en el exterior al mayor operativo de seguridad organizado en la ciudad más importante de Alemania. Hasta 12.000 personas protestaban contra el evangelio de Trump y le dedicaron una pancarta de bienvenida en la que podía leerse “Welcome to hell” (Bienvenido al infierno).

Aunque Merkel por todos los medios intentó controlar la violencia en las calles, no lo logró. La esposa del mandatario estadounidense, Melania, no pudo salir de su residencia por el bloqueo de los manifestantes mientras que la policía pedía refuerzos externos porque sus cordones de seguridad habían sido derribados. Ya por la noche el escenario se agudizó, a tal punto que un policía lanzó un “disparo de advertencia”.

“Las manifestaciones violentas ponen vidas en peligro (...) y por esta razón son inaceptables”, señaló la anfitriona Merkel, que se juega en estos dos días de reuniones algo más que su futuro político en Alemania. A la canciller le preocupa más que la cumbre termine convirtiéndose en un “todos contra Trump” o “19 contra 1” ante las diferencias, no solo comerciales sino medioambientales, financieras y en materia de inmigración y refugiados que existen entre el presidente de EE.UU. y el resto de líderes.

Por si acaso, la canciller ha preparado a conciencia esta cita que se ha dedicado a sumar poderosos aliados. Desde el líder chino, Xi Jinping, y el primer ministro indio, Narendra Modi, con quienes sostuvo reuniones preparatorias de la cumbre. Lo mismo hizo con cada uno de los miembros europeos en el G-20 con los que se reunió en Berlín. Cuenta con el apoyo de Francia, Reino Unido, Italia y España, invitado a estas reuniones desde hace  años.

Emmanuel Macron, por ejemplo, secundó ayer los esfuerzos mediadores de Merkel ante el imprevisible Trump y subrayó que “no se logrará nada aislando a un país” y menos si se trata de EE.UU. El galo añadió que cree necesario “dejar abiertas las puertas para que pueda reaccionar a medio plazo”, en referencia a la retirada estadounidense del Acuerdo de París contra el cambio climático y su afán proteccionista.

Pero también Vladimir Putin llegó ayer a Alemania envuelto en la polémica. La Unión Europea (UE) no piensa dejarlo escapar de Hamburgo sin aclarar dos de los temas que más preocupan por estas latitudes como son los conflictos de Ucrania y Siria en los que Rusia está implicado hasta los tuétanos. Merkel viajó el pasado mes de mayo a Sochi para tomarle la temperatura al jefe del Kremlin y, según avanzaron fuentes de la cancillería, consiguió su promesa de que mantendrá una actitud constructiva durante los dos días de la Cumbre. A la espera de que transcienda el contenido de su encuentro con Trump, su papel será determinante para que la cita al menos no concluya como la enésima evidencia de que estas megarreuniones no sirven para revertir la sombría dinámica en la que se encuentra el mundo.

El último de los espinosos asuntos que quiere solventar la anfitriona de esta Cumbre es la tormentosa relación con Turquía, un socio capital para la UE porque representa la externalización de sus fronteras en materia de refugiados, algo que no olvidaron tampoco los miles de manifestantes que desfilan a estas horas por las calles de Hamburgo. Desde el fallido golpe de Estado contra Erdogan y la resolución del Bundestag condenando el genocidio armenio, las relaciones entre Berlín y Ankara son tormentosas.

Merkel ha negado al líder turco la posibilidad de dirigirse a los miles de compatriotas que migraron a Alemania. Y para Erdogan fue algo peor que un insulto. Si la canciller alemana logra que, pese a estos obstáculos, la reunión concluya hoy sin sobresaltos, se habrá ganado el nuevo apodo que circula desde hace semanas por la capital: La Trucha, idéntico sobrenombre de un legendario futbolista germana, Günter Siebert, famoso por escurrirse entre la defensa contraria y marcar goles a destajo. (I)

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