La lucha contra la corrupción en Panamá es un camino de luces y sombras en los últimos años. Las autoridades abrieron más investigaciones, pero los casos se estancan o no llegan a los juzgados, y en la calle impera la idea de que la impunidad es un monstruo demasiado grande por batir. Los sobornos de la brasileña Odebrecht y los papeles de Panamá son los escándalos que más repercusión tienen fuera, pero los panameños también se estremecieron con las supuestas corrupciones de la administración del expresidente Ricardo Martinelli o el despilfarro de fondos de los diputados. Desde hace un tiempo es raro el día en que no haya una televisión local apostada a las puertas de la Fiscalía para captar imágenes de un político que entra a declarar. Desde 2015 se aperturó un centenar de causas por corrupción, más de 700 personas fueron imputadas y se recuperaron más de $ 416 millones, según datos suministrados por la Fiscalía. La mayoría de esos casos, sin embargo, aún no llegan a los juzgados. El presidente panameño, Juan Carlos Varela, asumió las riendas del país en 2014 con el compromiso de “limpiar” las instituciones de las corruptelas de Martinelli, su antecesor. (I)