El primer ministro británico, David Cameron, prometió ayer  más contundencia para atajar la ola de violencia que mantiene en vilo al Reino Unido y que, hasta la fecha, se ha cobrado cuatro vidas y motivado 1.094 detenciones. El premier anunció que la Policía será autorizada a utilizar todas las tácticas que considere necesarias y estas incluyen el uso de cañones de agua, reservados hasta ahora para la represión en Irlanda del Norte, una provincia británica confrontada regularmente a choques político-religiosos. El jefe del Ejecutivo volvió a reunirse ayer con su gabinete de crisis para evaluar la magnitud de unos disturbios sin precedentes, cuya intensidad disminuyó considerablemente en Londres ayer de  madrugada, pero afectó con virulencia a otras ciudades inglesas. La más perjudicada es Manchester, que experimentó la noche del martes niveles de violencia y delincuencia sin precedentes en sus calles que llevaron a 113 detenciones, según la Policía. En Birmingham,  ciudad del centro de Inglaterra, tres hombres asiáticos de entre 20 y 31 años, dos de ellos hermanos, fallecieron tras ser atropellados por un vehículo que arremetió contra un grupo que intentaba evitar saqueos en los comercios. AFP/EFE