Las protestas desencadenadas en Estados Unidos por la muerte de George Floyd reclaman justicia social, no solo por la violencia policial contra los afroamericanos, sino también por las desigualdades y la discriminación racial endémica que perduran en el país. Los afroamericanos han protestado contra estas injusticias desde los días posteriores a la Guerra Civil en la década de 1860. A lo largo del siglo XX, hubo levantamientos significativos en Chicago (1919), Nueva York (1935), Detroit (1943) y en Los Ángeles (1943, 1965 y 1992), entre otros. La Ley de los Derechos Civiles de 1964 terminó con la segregación, pero no trajo la igualdad, y la injusticia racial a manos de la Policía permaneció. Esas disparidades persisten debido a una larga historia de políticas que excluyeron y explotaron a los estadounidenses afroamericanos, explicó a la CNN Valerie Wilson, directora del programa sobre raza, en el Instituto de Política Económica. Los afroamericanos representan en Estados Unidos el 13% de una población, la mayor minoría racial, de casi 130 millones de habitantes. Las familias e individuos negros disfrutan de un nivel medio de riqueza drásticamente más bajo que los blancos o los asiaticoamericanos. Un dato que se da incluso entre los afroamericanos con altos niveles de educación y altos salarios. El ingreso medio de los hogares afroamericanos es un poco menos del 60% del de los hogares blancos, mientras la tasa de desempleo de los trabajadores afroamericanos se elevó en abril a 16,7%, según el Instituto de Política Económica. Estas disparidades están relacionadas con la marginación, la discriminación y el acceso a los servicios de salud. Prueba de ello es que, en tiempos de coronavirus, las defunciones por covid-19 en Estados Unidos entre los afroamericanos superan más de dos veces la de otros grupos raciales. En ciudades como Chicago, donde el 30% de la población es afroamericana, supuso el 52% de los contagios confirmados, según la Universidad Johns Hopkins. (I)