Tras la inmisericorde goleada de Alemania a Brasil, caben especulaciones y arrepentimientos. El chivo expiatorio, recordemos que se solía sacrificar al animal para purgar las culpas colectivas, aunque no era precisamente el culpable, es Luiz Felipe Scolari, pero resulta que, en este caso, el sacrificado sí es responsable.

Scolari ha traicionado la línea del ‘jogo bonito’ que caracterizó a Brasil durante casi 100 años de fútbol. Parreira se lleva otra parte, porque también usó estrategias defensivas, pero lo de ahora es imperdonable. Dirán que así ganaron el Mundial 2002, pero ahí estaban Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho, Roberto Carlos, Cafú, Denilson, entre otros, que le ponían arte a la rigidez y magia al rigor.

Tenía Scolari en la vitrina a Ronaldinho, Robinho, Kaká, Diego, pero, con la anuencia de Pelé, siempre tan condescendiente, los dejó a un lado para dar paso a algunos paquetes, cuyos nombres, para desgracia de ellos, estarán por siempre asociados a la debacle. La verdad, tampoco tenían mucho donde escoger, muestra evidente de la decadencia y ‘el crepúsculo de los dioses’.

Alemania cumplió con su parte. Arrasó a Brasil y se convierte en la favorita para lograr su cuarto título mundial. Quizá lo más preocupante de la derrota es que el ánimo, ya caldeado en la antesala del Mundial, ahora se desbordará y querrá hacer pagar hasta a Dilma Rousseff por lo sucedido. Es necesario tener mesura y entender que ni Dilma fue la entrenadora, ni el PT es la cantera de los futbolistas, pero Brasil tendrá que apartarse de esa línea: medio griega-medio nada, con la que ahora desespera. El propio Pelé, y con él Rivelino, Tostao, Gerson, Amarildo, Zico, Jairzinho, Falcao, Romario, Bebeto, deben haber observado el partido y lamentado el fútbol insípido, torpe y feo. Al menos Gilmar, Didí, Nilton, Djalma, Sócrates y Garrincha están en el cielo de los cracks y no vieron el desastre. Se salvan Neymar, Thiago Silva y David Luiz.

He recordado otras afrentas, como las goleadas recibidas por Argentina frente a Holanda el 74’, cuando Cruyff lo paseó a Carnevali, ‘el arquero que todo el mundo nos envidia’ había dicho presuntuoso El Gráfico, y de la misma Alemania hace 4 años por 4 a 0; en 1974 el 9 a 0 de Yugoslavia a Zaire, así se llamaba la actual República Democrática del Congo que era gobernada por Mobutu, por supuesto ya sin la sombra ideológica e intelectual de Patricio Lumumba. También el 8 a 3 de Hungría a Alemania el 54’, o el 10 a 1 de Hungría a El Salvador en España 82’, pero esta última podría justificarse con el poema de Roque Dalton que decía, irónico:

!La eterna primavera siga contigo, compatriota de los campeones centroamericanos (juveniles) de fútbol!

El agravio es que es Brasil, y al Maracanazo se suma esta goleada histórica que deshonra al que un día lejano fue el mejor fútbol del planeta y que, como ciertas culturas, se ancla en el pasado y en la memoria para no entrar en ‘el sol negro, la depresión y la melancolía’. Las afrentas permanecen y se vuelven sorna y sarcasmo. Recordemos que en la peor temporada de las Chivas Rayadas del Guadalajara de México, el equipo recibió el apodo de ‘hijos de padres divorciados’, porque una semana los paseaba el uno y a la siguiente el otro.

Argentina sacó la cara por Nuestra América. Qué ¡sufrimiento! Por la vía de los penaltis, con un gigante ‘Chiquito’ Romero tapando todo. Ahora a esperar la final, porque el tercer puesto ahora sí es consuelo de bobos.

Suerte Argentina … Dios te salve Di María … ojalá juegues junto al ‘Messias’.