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Punto de vista

Cuando las emociones juegan en la cancha

Cuando las emociones juegan en la cancha
09 de julio de 2014 - 00:00

Este es, quizá, uno de los mundiales más emocionantes de la historia. Lo que hicieron Colombia y Costa Rica fue extraordinario. Una pena por Brasil al quedarse sin Neymar por un pésimo arbitraje. Holanda es un sólido candidato al título, con uno de los directores técnicos más competentes del Mundial. Argentina estuvo muy bien contra un equipo belga rígido y sin ideas. Alemania podría romper el hechizo de ser campeón en tierra americana. El fútbol es un deporte lleno de pasiones.

Cuando miré a los jugadores ecuatorianos en la cancha, nunca pude ver jugadores seguros, con dominio y coraje. Vi un ‘equipo’ triste, con la cabeza baja al entrar y al salir, tímido e inseguro. Un director técnico de un carácter frío, impávido y sin expresiones de afecto. Ahora me pregunto, ¿cuánto pudo pesar eso, qué hay detrás de ese equipo?, ¿quiénes estaban a cargo de gestionar las emociones de los jugadores y del equipo en su conjunto?

Cuando miramos un partido, tenemos una mirada en varias dimensiones, podemos observar lo físico: correr, saltar, cabecear, patear. Esas son habilidades entrenadas, que en unos más que en otros hacen deportistas excelentes. La otra dimensión es la emocional, la que no se ve y se siente: el carácter, la seguridad, la alegría, el dominio y el coraje; eso hace deportistas excepcionales y únicos.

La psicología del deporte y el estudio de la inteligencia emocional son igual de importantes que la preparación física, existen varios estudios que demuestran bajo rigurosos procedimientos esta relación.

El Instituto Karolinska de Estocolmo publicó su estudio en abril de 2012, en donde se vincula el pensamiento y razonamiento abstracto de la liga sueca, entre los factores analizados destacan: la anticipación visual, el reconocimiento de patrones, el cálculo de probabilidades en una situación, la creatividad y la toma de decisiones estratégicas. En todas estas habilidades, los futbolistas obtuvieron mejores resultados que el común de los mortales, pero, sobre todo sobresalieron en la función cerebral ejecutiva; es decir, aquella que implica una buena capacidad mental para solucionar problemas inmediatos de forma creativa y llevar a cabo varias tareas a la vez.

Los resultados obtenidos nos indican que la inteligencia emocional juega un papel relevante en el rendimiento deportivo, ya que los deportistas de mayor nivel mostraron un mayor conocimiento de sus propias emociones, así como de la regulación de las emociones de los demás.

Los neurocientíficos han concluido que muchas de las decisiones que tomamos de forma inconsciente proceden de las emociones. Manuel Martín-Loeches, profesor de psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid y director de la Sección de Neurociencia Cognitiva del Centro de Evolución y Comportamiento Humano, nos dice: “El sistema cerebral que procesa las emociones reacciona rápidamente ante los estímulos mucho antes incluso de que seamos conscientes de ellos. La sensación emocional resultante nos pondría en guardia inmediatamente para actuar: huir o atacar”.

Para desarrollar esas otras habilidades que no son las físicas, es propicio un ambiente sano del equipo en su conjunto, con directivos altamente preparados en las diferentes áreas del deporte, que sean creativos, honestos y positivos. Nuestra selección se desarrolla o se ‘subdesarrolla’ en un ambiente patético, entre una novela de drama y corrupción, con dirigentes incrustados 16 años sin dejar que nada crezca alrededor. Son dirigentes que han usufructuado del fútbol, que muestran a cada paso sus excentricidades, viajan con mascotas a las sedes mundialistas y tratan a los jugadores como empleados; presos en la lógica de las mercancías.

Es hora de exigir gente a la altura y a la velocidad del desarrollo de los deportes hoy en día, profesionales en el área y sobre todo personas serias y responsables, no queremos nuevos ricos, no queremos agentes de venta.

Me dio mucha tristeza mirar cómo nuestra selección regresaba sola, sin el presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, sin su director técnico, como fichas usadas y descartadas. De equipo no tienen nada.

No hay fútbol sin emociones; el fútbol no es la suma de estrellas individuales, es en el equipo en donde reside la inteligencia colectiva. No se puede pedir entonces que las hojas resplandezcan y brillen, cuando la raíz es la dañada.

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