La memoria humana no funciona como una computadora. Porque cada archivo que guardamos en la máquina ocupa un solo lugar, pero nuestro cerebro guarda cada experiencia vivida en varios lugares a la vez. Y cuando evocamos un recuerdo, recogemos todos esos archivos desde varias zonas diferentes, los juntamos como rompecabezas y los reconstruimos. Así se forma.

Son tantos los factores que intervienen que difícilmente 2 o más personas recuerden lo mismo sobre un mismo hecho, y peor aún si ha transcurrido mucho tiempo. Y no es porque se mienta intencionalmente, sino porque al reconstruir recuerdos intervienen otros elementos ajenos a la experiencia vivida, como los deseos o la información previa que tenían.

Los recuerdos no suelen ser fiel copia de la realidad porque siempre están coloreados por las emociones. Incluso pueden llegar a colarnos recuerdos falsos, como se ha demostrado con experimentos. A varias personas se les mostraron imágenes de un ciclista cuando era atropellado por un vehículo verde. En sesiones posteriores se les preguntó por qué el vehículo azul había atropellado al ciclista. En la última sesión los testigos estaban convencidos de que el auto era azul y no verde como ellos habían visto.

Y eso, explican los científicos, es porque los recuerdos no son fotográficos: también están constituidos por elementos verbales que terminan por convertirse en imágenes.  Es decir, pesa mucho lo que alguien nos diga sobre nuestros recuerdos. Un gran mito es creer que podemos recordar lo que nos sucedió siendo bebés. Se ha demostrado que eso es falso: o porque hasta los 3 años el cerebro no ha madurado lo suficiente para verbalizar y guardar los recuerdos, o porque la memoria infantil es muy frágil. Lo que creemos recordar de esa época suele ser lo que nos han contado nuestros padres o hermanos mayores.

La memoria tampoco es un archivo estático que, como en la computadora, se baja igual cada vez que se necesita. La memoria no es una réplica de la realidad sino una réplica de cómo el cerebro ha experimentado esa realidad. Nuestros deseos, nuestros conceptos previos, nuestra cultura y nuestros estados de ánimo influirán cada vez que traigamos de vuelta un recuerdo y lo volvamos a almacenar. Así, poco a poco se van deformando.(...continúa)