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¿Quién fue el verdadero Sherlock?

¿Quién fue el verdadero Sherlock?
14 de septiembre de 2014 - 00:00 - María Eulalia Silva

Mucho antes de convertirse en escritor, Arthur Conan Doyle se graduó como médico. Sus primeros estudios de medicina los cursó en la universidad de Edimburgo, Escocia, y uno de sus profesores le causó un impacto indeleble. Se llamaba Joseph Bell y tenía por costumbre diagnosticar a sus pacientes antes de que ellos pudieran decir por qué motivo habían ido a su consulta.

 

Bell era un cirujano muy respetado, elogiado por la mismísima reina Victoria. Se lo considera uno de los grandes precursores de la medicina forense pues hace más de un siglo ya afirmaba que la ciencia podía ayudar a resolver crímenes y ayudaba a Scotland Yard a resolver crímenes..

 

Enseñaba a sus alumnos a determinar la enfermedad de una persona utilizando un método de análisis deductivo que se basaba en la observación de signos en apariencia intrascendentes. En los detalles pequeños encontraba la causa de dolencias causadas por las condiciones de trabajo y de vida que se padecían en la Inglaterra de la revolución industrial. Decía: "Casi todos los artesanos llevan escrito su oficio en sus manos. Las cicatrices de un minero difieren de las de un picapedrero. Las callosidades de un carpintero no son las mismas que las de un herrero. El soldado y el marino difieren en su forma de caminar. El acento ayuda a determinar el distrito y, para un oído educado, a señalar incluso el condado. En el caso especial de una mujer, el médico observador, con solo mirarla, puede decir exactamente de qué parte de su cuerpo va a hablar".

 

Cuando Doyle cursaba el segundo año de su carrera Bell lo nombró su ayudante, y así se convirtió en el Dr. Watson de su Sherlock de la vida real. En una carta a Bell de 1892, Doyle escribe: "Es con toda seguridad a usted a quien debo Sherlock Holmes, y aunque en las historias tengo la ventaja de ser capaz de colocar al detective en toda clase de posiciones dramáticas no creo que su trabajo analítico sea en absoluto una exageración de los efectos que le he visto producir... En torno al centro de deducción y razonamiento y observación que inculca, he intentado construir un hombre que lleve las cosas tan lejos como sea necesario, en ocasiones aún más lejos..."

 

Ciertamente que Sherlock llevaba la deducción y el razonamiento lógico hasta extremos increíbles, pero su creador seguía creyendo en cosas absolutamente irracionales. Las enseñanzas racionalistas del doctor Bell no fueron suficientes para que Doyle abandonara el pensamiento mágico que nunca dejó de gobernar su vida personal.

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