Desde épocas antiguas el sueño tuvo un velo misterioso,  pues era un proceso del que poco se conocía.  Hoy la ciencia revela qué pasa en nuestros cerebros mientras dormimos y así se desvanecen varios mitos:

La sensación de caernos ocurre por un mal sueño

Suele sucedernos que apenas nos quedamos dormidos tenemos la extraña sensación de tropezar o de caer, lo que nos obliga a despertarnos súbitamente y sobresaltados.  

Esta sensación se produce justo antes de empezar a soñar, y sucede a causa de una mala interpretación de nuestro cerebro. En ocasiones, cuando nuestros músculos han comenzando a relajarse, se contraen nuevamente de manera repentina por un ruido o cualquier otro estímulo. Nuestro  cerebro interpreta este reflejo muscular como una  posible caída y para mantener el equilibrio envía una señal de sacudida a todo el cuerpo.

La causa para esta extraña sensación no está clara, pero suele ocurrir cuando una persona está muy estresada, ha tomado mucho café, está cansada o se ha ejercitado demasiado. Es tan común que le ha sucedido al 70% de la población mundial, y para evitarla no debe tomarse bebidas estimulantes como café o energizantes antes de irse a dormir. Si va a hacer ejercicio no se esfuerce demasiado. Es preferible salir a caminar antes de dormir o realizar ejercicios de relajación.

Todos necesitamos dormir ocho horas  

Esta es una idea muy arraigada. Es como si el cuerpo de todos tuviera que cumplir un reglamento de horas dormidas, y si eso no se cumple deberíamos estar o muy cansados o demasiado relajados. La verdad es que cada persona tiene necesidades diferentes, y que además eso va cambiando en el transcurso de nuestra vida.

En promedio, los niños deben dormir unas once horas, los adolescentes unas nueve, y los adultos mínimo entre siete y ocho. Pero como todo promedio, hay muchas variaciones en los extremos: gente que duerme más y menos. Lo importante es asegurarnos de descansar lo suficiente y para eso debemos conocer nuestro cuerpo y saber cuántas horas requiere para recuperarse. Por ejemplo, si se siente somnoliento durante el día, es posible que usted requiera dormir más durante la noche.

Pero hay personas que se recuperan con menos horas de sueño que los demás. Estudios científicos hallaron evidencias de un gen que influye en la cantidad de sueño que requerimos. Su nombre es hDEC2 y quienes lo tienen (cerca del 5% de la población mundial) suelen dormir seis horas o menos y funcionan muy bien durante el día.

En el otro extremo están los que necesitan dormir más de ocho horas. Científicos escoceses y alemanes estudiaron el sueño de miles de europeos y encontraron que quienes tienen una variante genética llamada ABCC9 necesitan una media hora extra de sueño. Y son muchos: lo tiene el 20% de los europeos.  

Los adolescentes se acuestan tarde porque son rebeldes

Muchos adolescentes tienen problemas para conciliar el sueño temprano, y no porque no quieran dormir, sino porque sus cerebros funcionan de forma natural con un horario más tardío. Durante la adolescencia, el ritmo circadiano del cuerpo (una especie de reloj biológico interno) se reajusta, lo que lleva a los adolescentes a dormirse más tarde por la noche y a levantarse más tarde por la mañana.

Este cambio en el ritmo circadiano parece obedecer a que los adolescentes fabrican la hormona cerebral melatonina más tarde por la noche que los niños y los adultos, y eso les hace más difícil conciliar el sueño.

Pero hay que evitar desvelarse demasiado porque la falta de sueño puede afectarlo todo: desde nuestras emociones a la capacidad de concentración en el estudio, el rendimiento deportivo, aumentar las posibilidades de enfermarse y, en algunas personas, puede relacionarse con el aumento de peso.