Por mucho tiempo se consideró al cuerpo humano como una maquinaria exquisita y perfecta, muy diferente de la de otros seres vivos de la naturaleza. Simplemente es falso y a medida que se conoce mejor el funcionamiento de nuestro organismo, se encuentran más evidencias de cómo fuimos evolucionando. Nuestro cuerpo es el resultado de una larga adaptación a los cambios en el planeta y aún conserva muchos órganos de los que se podría prescindir, pero que la naturaleza no eliminó porque no amenazan nuestra supervivencia. Veamos siete ejemplos de los llamados órganos vestigiales.

Pezones en los hombres

Las mamas femeninas tienen la función de alimentar al bebé durante la lactancia. Pero en los hombres no tienen el menor sentido. ¿Por qué las conservamos? Los estudios demuestran que sin importar nuestro sexo, el desarrollo del embrión sigue un patrón femenino. A las tres o cuatro semanas todos desarrollamos unas crestas mamarias antes de que se activen los cromosomas que generan la diferencia entre sexos. Eso sucede a partir de la novena semana, cuando se desarrollan los órganos genitales, pero las mamas y los pezones se mantendrán. Solo en la adolescencia, cuando el estrógeno se activa en las mujeres, se desarrollan las glándulas mamarias. Sin embargo, hay un mamífero que es la excepción: en los murciélagos Dayak de Malasia, los machos amamantan a sus crías.

Muelas del juicio

Los terceros molares o ‘muelas del juicio’ son herencia de nuestros antepasados herbívoros que los usaban para triturar los tallos de los vegetales. El cambio de nuestra alimentación hizo que la mandíbula se achicara, pero no redujo el número de dientes que se mantuvo en 32. Por eso, cuando salen, estas muelas deben hacerse un lugar y eso causa mucho dolor. Hoy no cumplen función alguna y están en vías de desaparecer en las generaciones futuras.

Cola vestigial

El coxis es el resto de una antigua cola, que nos servía para mantener el equilibrio mientras fuimos cuadrúpedos. Está formado por las últimas cuatro vértebras de la columna, y es parte de una espina dorsal más larga que se forma hasta la octava semana de gestación pero que luego desaparece; sin  embargo, existen  alrededor de un centenar de casos documentados de niños que nacieron con una cola vestigial de varios centímetros de largo. Como las de muchos animales, contienen nervios, vasos sanguíneos, fibras musculares y hasta vértebras adicionales. La causa probable es la mutación de los genes responsables de inhibir este rasgo. Cuando suceden estas anomalías se recurre a la cirugía para corregir el defecto.