Hay mentiras que se repiten una y otra vez. Quienes las replican no verifican la información, sino que van haciéndolas crecer y las abonan con pizcas de su propia imaginación o de lo que creen saber.

Son las leyendas urbanas: historias que nunca han sucedido, pero que son contadas como si fueran ciertas y que terminan siendo parte del folclor moderno. Internet ofrece muchísima información; hay fuentes seguras y confiables, pero -lamentablemente- también hay de las otras.  De las que simplemente repiten historias ficticias anunciándolas como verdaderas y son la herramienta perfecta para esparcir estos mitos. En la red circulan muchas mentiras.  Hay unas que buscan estafar económicamente, pero hay otras aparentemente inofensivas que solo buscan ser esparcidas. Se las conoce comúnmente como ‘hoax’.  

Que tu cuenta de correo electrónico gratuito ahora te va a costar a menos, que avises a todos quienes conoces, que si no reenvías una oración te caerá una maldición, que determinados productos de consumo común son venenosos o cancerígenos  y debes advertir a todos tus contactos ….o que un hombre extremadamente alto y sin rostro apareció en medio de una fiesta infantil y secuestra niños. Todas estas afirmaciones son demasiado extraordinarias para que sean ciertas, pero causan impacto y se esparcen por la red.

¿Qué persiguen? Pues que el mensaje se reenvíe muchas veces con el objetivo de captar indirectamente direcciones de correo electrónico. El hoax va circulando, se viraliza y a su paso va recogiendo una enorme base de datos de direcciones que sirve -posteriormente- para ser vendida. También se esparcen esos rumores para manipular la opinión pública y desprestigiar a una determinada marca. Esto -por supuesto- orquestado por la competencia de dicha marca. Pero habría intenciones incluso más oscuras, como el envío de programas espía que infectarían los computadores para robar información de contraseñas o  para esparcir virus informáticos. Un estudio  realizado en 2009 por  la asociación española de internautas, determinó que el 70% no puede distinguir entre noticia confiable y un hoax. Y es que a veces estas historias ficticias son tan bien elaboradas que terminan por confundir a mucha gente. Existen ciertos rasgos que caracterizan a los hoax y que nos pueden ayudar a identificarlos. Veamos: por lo general son anónimos, no tienen una firma de responsabilidad y no citan fuentes. Carecen de fecha de publicación y en la descripción no se habla de un día específico, así pueden sobrevivir más tiempo circulando en la red. Son alarmantes y hasta morbosos; contienen información que captan la atención del lector y generan miedo, pero sobre todo siempre piden ser reenviados, bajo la excusa de que se alerte a las personas. La rapidez con la que se viralizó el mito de Slender Man demuestra que los hoax viajan muy rápido.  

Sin duda en el incidente de las chicas de Wisconsin contribuyeron otros factores muy poderosos. Una de ellas presenta síntomas de esquizofrenia y la otra tiene alucinaciones auditivas. Ambas tienen problemas mentales de base, pero este penoso caso demuestra que una fantasía, contada como verdad, puede convertirse en una mentira peligrosa, sobre todo en los más jóvenes. (I)