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MÉXICO ES EL PAÍS CON MAYOR ÍNDICE DE OBESIDAD Y SOBREPESO

La comida también es adictiva

La comida también es adictiva
28 de junio de 2015 - 00:00 - María Eulalia Silva

Buena parte de la historia humana ha sido la historia del hambre. A diferencia de los mitos de la abundancia del Edén, durante milenios nos resultó a difícil alimentarnos todos los días.  Eso dependía de que hubiera disponibles animales de cacería, y mientras tanto, los primeros humanos sobrevivían a base de raíces y pequeños animales. Y cuando por fin se lograba cazar un animal de buen tamaño, el grupo comía todo lo que podía ya que no había cómo conservar la carne. Así, nuestro cuerpo evolucionó para almacenar grasa, una especie de despensa que le daba energía y se consumía en las épocas  de escasez.

Y ahora, pese a que gran parte de la humanidad come a diario y dispone de alimentos, nuestro metabolismo no ha cambiado; sigue igual que en la época de las cavernas, almacenando grasas “por si acaso”. Y nuestro cerebro nos sigue diciendo que comamos más de la cuenta y, en lo posible, todo aquello que nos llene.

Hamburguesas, papas fritas, hot-dogs y gaseosas. La comida “chatarra” es un deleite para la mayoría a pesar de ser poco saludable. Los expertos aseguran que la atracción que produce la comida chatarra se debe a sus componentes: sal, azúcar, pero sobre todo grasas. Las grasas producen la sensación de deleite en nuestro cerebro y tienen un alto grado de saciedad. Por eso nos gustan tanto. No es lo mismo imaginarse un sencillo helado de hielo que un helado de crema; este último nos provoca más satisfacción, justamente por la grasa que contiene.

Un estudio publicado por científicos del Instituto de Investigación The Scripps va más allá. Demuestra que  la comida rápida tiene propiedades “adictivas” igual que sucede con las drogas.  Esto ocurre con la comida que tiene un alto contenido calórico y de grasas, como el tocino y las salchichas, por ejemplo, que generan que las personas coman en exceso. Experimentando con ratones de laboratorio, los científicos comprobaron que el efecto que este tipo de comida produce en nuestro cerebro, es similar al que causan drogas como la heroína o la cocaína.

Tras varios días de pruebas los ratones ya no podían controlar el impulso por comer hamburguesas o papas fritas. Y como sucede con las drogas, cada vez necesitaban más para sentir el mismo nivel de satisfacción. Cuando se les ofrecía frutas y verduras se negaban a comer y -como era de esperarse- al final del experimento aumentaron de peso desproporcionadamente. El estudio especula que lo mismo podría suceder con los humanos, y que eso explicaría el comportamiento compulsivo de las personas con sobrepeso cuando se encuentran frente a la comida chatarra. (continúa)

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