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2. Fósforos

2. Fósforos
21 de julio de 2014 - 00:00 - María Eulalia Silva

Hennig Brand era un sencillo comerciante alemán que en sus ratos libres se dedicaba a buscar la piedra filosofal, es decir la sustancia milagrosa que pudiera transformar cualquier metal en oro u otro metal precioso. Hacia 1669 Brand estaba convencido de que se podía destilar plata a partir de la orina humana. Logró juntar decenas de litros en el sótano de su casa y luego de dejarla en reposo por dos semanas y de hacerla hervir durante horas obtuvo una especie de aceite rojizo  y una materia esponjosa que se hacía hervir nuevamente hasta obtener una pasta.

Por supuesto que no consiguió producir plata, pero su frustración se convirtió en sorpresa cuando descubrió que el producto obtenido brillaba con un color verdoso y que al exponerlo al aire ardía de manera espontánea. Lo llamó fósforo que significa “portador de luz”, pero su invento no tuvo utilidad práctica hasta un siglo después en que un genial químico sueco perfeccionó el método para fabricarlo en grandes cantidades.

Hubo también una segunda casualidad. Un día de 1827 el químico inglés John Walker intentaba crear un nuevo explosivo. Al remover una mezcla de productos químicos (que no contenía fósforo) con un palito, vio que en el extremo de este se había secado una gota y para eliminarla la frotó contra el suelo del laboratorio, provocando que se encendiera. Así se inventó la cerilla de fricción.   

3. El Big Bang

Corría el año 1965 y dos jóvenes radioastrónomos luchaban denodadamente para eliminar un ruido persistente en una antena que no les dejaba realizar un trabajo experimental. El ruido parecía venir de todas partes, tanto de día como de noche. Durante un año entero Amo Penzias y Robert Wilson buscaron su origen para eliminarlo. Desmontaron y montaron varias veces todos los instrumentos, comprobaron los circuitos y cambiaron los cables; incluso informaron haber limpiado lo que denominaron “material dieléctrico blanco”, lo que en realidad significa...caca de paloma. El equipo quedó flamante, pero el infernal ruido no pudo ser eliminado.

No muy lejos del emplazamiento de la antena, investigadores de la universidad de Princeton trataban de encontrar lo que ellos afanosamente intentaban eliminar. Un cuarto de siglo antes un astrofísico llamado George Gamow había predicho que la teoría del Big Bang podía probarse si se captara la radiación de la súbita expansión que dio origen al universo, que llegaría a la Tierra en forma de microondas. Y por supuesto, eso era lo que estaban captando Penzias y Wilson: los rastros de los primeros minutos de vida del universo.

Solo cuando los científicos de Princeton les explicaron qué estaban oyendo pudieron entender la magnitud de su increíble descubrimiento. Cuando los datos fueron comprobados por colegas de todo el mundo, Penzias y Wilson se hicieron acreedores al premio Nobel de Física de 1978. (...continúa)

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