La lucha por mejorar los salarios, reducir las jornadas de trabajo, el desempleo y conquistar derechos laborales mínimos, sigue vigente en Ecuador, pese a que desde 2007 se inició una nueva etapa histórica- política, distinta a la de décadas anteriores. Las demandas se pregonan, año tras año, con oportunidad del 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo.

En los últimos años, Ecuador recuperó los derechos laborales y sociales. El Mandato Constituyente sobre el Trabajo en 2008 puso fin a los abusos empresariales y a las leyes de flexibilización, como la tercerización y el trabajo por horas. Estas normas se aplicaron en el país bajo criterios de maximización de ganancias y sin respeto a las garantías de los trabajadores, opina el historiador Juan Paz y Miño. “Lo que más exigen es la estabilidad laboral y políticas gubernamentales para disminuir el desempleo”.

El Banco Mundial (BM) pone al desnudo una situación que ha sido menos agresiva en América Latina en la última década, al haberse creado trabajo y reducido el desempleo, algo que no logran aún Europa ni los Estados Unidos. Un informe del organismo multilateral sobre el desarrollo mundial indica que existen 200 millones de personas desempleadas en el mundo y buscan trabajo activamente, entre ellas, se encuentran 75 millones de jóvenes de menos de 25 años. Además, aproximadamente 620 millones de jóvenes, en su mayoría mujeres, no trabajan ni buscan empleo; mientras que 21 millones de personas son víctimas de la esclavitud, la prostitución forzada y otras formas de trabajo involuntario.

El constitucionalista Julio César Trujillo atribuye el crecimiento de esa variable a la crisis económica por la que atraviesa el sistema capitalista de producción. Las causas de esta depresión son múltiples, pero no cabe duda –manifestó– que si se puede responsabilizar a alguien de esta perturbación, es a la banca porque no ha aceptado disminuir sus utilidades. Según Trujillo, “los enormes sueldos y compensaciones que reciben los dirigentes de la banca no tienen nombre frente a la crisis financiera y al desempleo”.

El informe del BM revela que en todo el mundo, hay más de 3.000 millones de trabajadores. Alrededor de 1.650 millones de personas están empleadas y cobran un sueldo regular. Otros 1.500 millones trabajan en agricultura y en pequeñas empresas familiares, o como jornaleros esporádicos o estacionales.

Piedra angular del desarrollo

El empleo es la piedra angular del desarrollo económico y social. “Un buen empleo puede cambiar la vida de una persona y cuando los puestos de trabajo son adecuados, pueden transformar sociedades completas. Los gobiernos deben poner este tema en primer plano para promover la prosperidad y luchar contra la pobreza”, sostiene el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim. Él destaca la necesidad de que los gobiernos trabajen bien con el sector privado, por ser la fuente de casi nueve de cada 10 puestos de trabajo en el mundo. Según el informe del BM, entre 1995 y 2005, el sector privado generó el 90% de los nuevos puestos de trabajo en Brasil, y el 95% de los empleos creados en Filipinas y Turquía. China ofrece el ejemplo más notable de expansión de trabajo, gracias al crecimiento del sector privado. En 1981 habían 2,3 millones de trabajadores privados, y 80 millones públicos. Veinte años después, los privados son 74,7 millones; y, por primera vez, las empresas estatales sobrepasan la cifra de 74,6 millones.

En el caso del Ecuador, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), da cuenta de que la proporción entre empleados públicos y privados se mantuvo en 2012, respecto a años anteriores. La mano de obra privada en el área urbana representó el 80,3% (1.9 millones de personas) de los ocupados plenos, frente al 19,7% (472.380 personas) de los públicos. En 2007 la relación era semejante: 81,2% y 18,8%, respectivamente.

Asimismo, el número de trabajadores afiliados al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) el año anterior fue del 59,8%, frente al 38,59% de 2007; es decir, tuvo un incremento del 21,21%. “Saludamos algunos éxitos del Gobierno en política social, como el cambio generacional que se experimenta, pero pedimos reformular la política, para insertar a la mujer y a los jóvenes en el mercado laboral, que al momento resulta casi imposible”, manifestó el presidente de la Federación de Trabajadores Públicos (contraria al Régimen), Miguel García. Además, solicita definir cuántos de los 100.000 empleados públicos que laboran bajo la modalidad de contrato, son necesarios, para que se les otorgue estabilidad a través del nombramiento.

Por su parte, Remigio Hurtado, presidente de la Confederación Nacional de Servidores Públicos del Ecuador (Consep) –que agrupa a 472.000 trabajadores– afín al Gobierno, destacó que Ecuador es el país con más bajo desempleo en América Latina (4,6%). Hurtado descartó que en 2013 se produzcan nuevos despidos de empleados públicos debido a que en 2012, Consep dialogó con las autoridades para que salgan de los roles solo quienes quieran retirarse voluntariamente, tengan enfermedades catastróficas o superen los 70 años. Precisamente, Jim Yong Kim señala que el trabajo es sinónimo de esperanza y paz y da estabilidad a un país frágil. También es un factor determinante para el bienestar individual y el eje de muchos objetivos más amplios de la sociedad, como la reducción de la pobreza, el aumento de la productividad y la cohesión social.

Para el ejecutivo, los beneficios que genera el empleo en el desarrollo incluyen la adquisición de conocimientos especializados, el empoderamiento de la mujer y la estabilización de sociedades que salen de conflictos. Así, los trabajos que “contribuyen a lograr estos objetivos más amplios resultan valiosos para quienes los tienen y la sociedad en su conjunto”.

Nuevos puestos de trabajo

En los próximos 15 años, el organismo multilateral calcula que se deberán crear 600 millones de nuevos puestos de trabajo más que en 2005, para absorber el aumento de la población en edad de trabajar, principalmente en Asia y África al sur del Sahara. El documento apunta que las personas valoran el empleo por los ingresos y beneficios que proporciona, así como por su contribución a la autoestima y la felicidad. Por su parte, la rápida urbanización está cambiando la composición del empleo. El BM calcula que antes de 2020, más de la mitad de la población de los países en desarrollo, esté viviendo en ciudades grandes o medianas. En consecuencia, el crecimiento de la fuerza de trabajo no agrícola superará ampliamente al de la fuerza de trabajo agrícola.

Asimismo, la globalización está cambiando las características del empleo. En los países industrializados se pasa de las industrias manufactureras primarias y tradicionales, al sector de los servicios y a actividades que requieren un alto nivel de conocimiento. Paralelamente, las mejoras tecnológicas y la subcontratación de tareas a los países en desarrollo conllevan la disminución de los empleos que requieren una especialización mediana. Según el BM, las tareas de producción se han fragmentado, de modo que puede realizarse en diferentes lugares, y las empresas transnacionales han creado cadenas de valor integradas para aprovechar el caudal de conocimientos y aptitudes que ofrecen los distintos países.

La informalidad en el empleo

En todo el mundo, hay más de 3.000 millones de trabajadores con diversas ocupaciones. Alrededor de 1.650 personas están empleadas y cobran un sueldo regular. Otros 1.500 trabajan en la agricultura y en pequeñas empresas familiares, o como jornaleros esporádicos o estacionales. De igual manera, casi 2.000 millones de adultos en edad de trabajar, en su mayoría mujeres ni trabajan, ni buscan un empleo y se desconoce el número de personas que están deseosas de encontrar empleo. Si bien casi la mitad de las plazas en el mundo en desarrollo se encuentra fuera del mercado laboral, la proporción del trabajo asalariado, agrícola y autónomo difiere mucho según los países.

En ese bloque de naciones, el empleo también se caracteriza por un alto grado de informalidad, ya sea porque las empresas no están registradas formalmente, los empleados carecen de cobertura del
sistema de seguridad social o no tienen contratos de trabajo. En todo caso, el organismo multilateral precisa que la informalidad en el empleo suele asociarse con una menor productividad de las naciones. Por otro lado, las disparidades por motivo de género y edad, asombran al BM, que destaca que, en todo el mundo, tienen empleo menos de la mitad de las mujeres, en comparación con casi las cuartas quintas partes de los hombres.

Más allá de estos contrastes, las mujeres siguen percibiendo ingresos significativamente menores que los de los hombres, y estas experiencias, para el Banco Mundial, no pueden explicarse, en su totalidad, a partir de la educación, la experiencia o el sector de trabajo. El informe asegura que el trabajo no asalariado representa más del 80% del empleo entre las mujeres de África al sur del Sahara, pero menos del 20% en las de Europa oriental y Asia central. En el caso del Ecuador, las mujeres son hoy protagonistas de toma de decisiones en la administración pública. Sin embargo, Miguel García advierte que, pese al avance, “todavía hay rasgos de discriminación respecto a la remuneración que perciben las mujeres que realizan el mismo trabajo que los hombres”.

En América Latina

La región experimentó un formidable progreso social durante la última década. La desigualdad en los ingresos (laborales y no laborales) se redujo cinco puntos del índice de Gini en promedio para 15 países de América Latina, entre ellos, Ecuador. Esto, junto al robusto crecimiento que  tuvo la región, favoreció extraordinariamente a los pobres, de manera que 70 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza moderada entre 2003 y 2010, destacó el Banco Mundial. La tasa de desempleo se redujo a los mínimos históricos del 3,5%, cifra que le motivó al Economista en Jefe del BM, Augusto de la Torre, a referirse al “notable hecho de América Latina de haber roto el tradicional alto desempleo y empleo informal”. El funcionario destacó la capacidad regional de acortar la brecha de ingreso y, a su vez, incrementar la tasa de participación laboral femenina.

La región está poblada por más de 520 millones de habitantes y se caracteriza por tener el 9% de la población joven del planeta, la cual representa el 29% de la población en edad de trabajar. Es más, aproximadamente 145 millones de personas forman parte de lo que se conoce como la Población Económicamente Activa (PEA). En ese contexto, el BM anunció que entre 2000 y 2010 se crearon más de 35 millones de puestos de trabajo, pese a la desaceleración de otras economías por la reciente crisis financiera mundial. “Los dos mil (2000-2010) fueron muy buenos años para el mercado de trabajo en Latinoamérica, hemos visto mejoras educativas, una progresiva entrada de las mujeres en el mercado de trabajo y cómo hemos generado mayor empleo y de mayor calidad. Hemos visto cómo la informalidad caía y cómo los ajustes del mercado de trabajo se han hecho más eficientes con respecto a los años noventa”, afirmó, de su lado, el economista jefe del BM Julian Messina.

En el reporte, el BM anotó que hay una menor desigualdad en los ingresos salariales de personas con diferentes grados educativos. “Si bien la enorme mayoría de los trabajadores con título universitario siguen ganando bastante más que aquellos sin el mismo, no ganan tanto como solían, en comparación con sus pares menos educados”, expresó Messina.

El Banco Mundial estimó que el incremento de la actividad económica en América Latina y el Caribe se da de forma heterogénea y tiene a Argentina, Brasil y Paraguay como los países con una mayor desaceleración, por debajo del promedio. Entre tanto, Perú y Panamá siguen a la cabeza y para 2012 se esperaba tasas de crecimiento del 6% y 8 %, respectivamente, equivalentes a las asiáticas. Es por eso que Messina destacó que la región es una zona “tremendamente desigual, pero que se va acercando al nivel de otras economías más avanzadas”. Pero Julio César Trujillo atribuye el crecimiento de la región, en parte, al precio, “bastante favorable que tienen en el mercado internacional los productos primarios, cuyas exportaciones priman en el bloque.” En Ecuador es el petróleo, pero también son los productos agrícolas, “cuyos precios, a la postre, no son duraderos”

La crisis de los jóvenes

Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el empleo juvenil en el mundo, destaca que uno de cada dos desempleados en América Latina son jóvenes de entre 15 y 24 años. En 2011, el 18,7% de los jóvenes en el mundo estuvo desempleado. Es decir, busca trabajo pero no lo encuentra. La tasa promedio de desempleo juvenil se ubica en el 18,7% y resulta casi tres veces mayor a la de los adultos, según la OIT. Además, 16,7 millones de jóvenes que han logrado encontrar trabajo, todavía viven por debajo de la línea de pobreza de un dólar diario y representan el 36% de los jóvenes con empleo en la región.

En Ecuador, las encuestas del INEC ubican como pobres a quienes viven con dos dólares diarios. La OIT también identificó a un número de jóvenes que ni trabajan ni estudian, situación en la que se encuentra el 21% de jóvenes que vive en América Central, el 36% que habita en Europa Central y del Este, el 28%, en África subsahariana; y un 15%, proveniente de las economías industrializadas y la Unión Europea.