os ejercicios de distribución y producción comunitaria a cargo de la productora ecuatoriana Filmarte y la distribución mundial mediante Netflix de la cinta Beasts of No Nation del director estadounidense de ascendencia japonesa Cary Joji Fukunaga cambian las reglas de realización. Vengo volviendo ha sido subtitulada comercialmente por sus realizadores como “La Película del Azuay”, pero en realidad es mucho más que eso. Es un proyecto que ha costado alrededor de $ 540.000 entre sus etapas de realización, con una preproducción iniciada hace unos cuatro años. Más del 70% del presupuesto se ha constituido con recursos públicos, incluyendo el dinero de tres premios en los fondos concursables del  Consejo Nacional de Cinematografía del Ecuador (CNCine). La etapa de producción de Vengo volviendo duró un total de siete meses. Seis de ellos fueron dedicados a una residencia artística de enseñanza y aprendizaje sobre cómo hacer cine con once profesores y veintiún jóvenes de las distintas comunidades del Azuay, elegidos luego de un casting a 222 personas en los quince cantones azuayos. Esta modalidad no es totalmente nueva. El trabajo de acercar la producción cinematográfica a jóvenes de comunidades que normalmente no tienen acceso a las escuelas de realización en el país o en el extranjero inició con Encuentros con el Cine, un laboratorio que nació en 2010 para formar, producir y distribuir cine de manera alternativa. El proyecto es responsabilidad de la empresa Filmarte, cuyo director general es Gabriel Páez y su productora ejecutiva es Isabel Rodas. Encuentros con el Cine ya empezó a dar resultados con el trabajo de talleres en la provincia de Santa Elena, en los que se fue gestando el filme nacional Santa Elena en bus. Allí, Páez y Rodas también dieron génesis al cortometraje La Banda, que se exhibió durante el Festival de Cine La Orquídea en 2013 y que integró también Día de fiesta, primera gran coproducción cinematográfica del Alba Cultural. Encuentros con el Cine buscaba generar una película en cada una de las 24 provincias de Ecuador; sin embargo, debido a cuestiones de recursos humanos y de presupuestos, se decidió hacer una película por cada una de las cuatro regiones naturales del país: Santa Elena en bus es la de la Costa y Vengo volviendo, la de la Sierra. Gabriel Páez y el equipo de Filmarte no solo exhiben sus obras en salas de cine, sino también en la televisión pública —Vengo Volviendo se verá en EcuadorTV este año—, mediante venta de DVD, en un recorrido por festivales, colaborando con instituciones gubernamentales para fomentar debate sobre sus temáticas (la película habla de la migración, y espera llegar a las comunidades de ecuatorianos migrantes en el extranjero gracias al Ministerio de Relaciones Exteriores) y un canal en YouTube con pastillas de lo que implica la obra y su proceso creativo. Filmarte obtuvo un espacio entre los pasados septiembre y octubre en EcuadorTV para emitir cada domingo seis capítulos sobre el proceso de producción de Vengo volviendo y la realidad de los veintiún talleristas involucrados en su realización, antes del estreno oficial en salas de cine el 16 de octubre. Ese programa televisivo se denominó Clack! Y esa no es la única muestra de que los métodos de producción alternativos le van ganando terreno al modelo de Hollywood, ya que Netflix, el sistema de televisión por demanda vía Internet, ya tuvo su primera película original con Beasts of No Nation, del director estadounidense de ascendencia japonesa y sueca Cary Joji Fukunaga. En realidad, Netflix compró los derechos de distribución mundial del filme por alrededor de $ 12 millones. Beasts of No Nation fue estrenada simultáneamente en cines y en línea el 16 de octubre de 2015. A pesar del fracaso en taquilla de Beasts of No Nation, la revista especializada Forbes dice que a Netflix no podría importarle menos, puesto que la película ayuda a aumentar la credibilidad de la división de contenido original de Netflix y aunque no estuvo considerada en la última edición de los Óscar, fue la primera película en ganar un SAG (Screen Actors Guild Awards), galardón que entrega el sindicato de actores de Estados Unidos, sin estar nominada al mismo tiempo a los premios de la Academia. La audiencia que no va al cine A cada película ecuatoriana las cadenas de cine les ofrecen apenas dos semanas de exhibición y les extienden el tiempo en cartelera según la respuesta del público. Además, se calcula que apenas 20% de la población ecuatoriana asiste a las salas de cine. Teniendo estos factores en consideración, no han hecho mal Gabriel Páez e Isabel Rodas al trabajar con personas pertenecientes a ese 80% restante de la población del país que no accedería a los filmes nacionales a menos que se usen métodos y circuitos de distribución alternativos. Muchos filmes nacionales aún se quedan en un medio cerrado, compuesto por los cinéfilos que gustan de ir a las salas y a festivales. Además Páez observa que la formación académica en cine sigue siendo elitista, de difícil acceso, por ello Filmarte se ha volcado a las comunidades rurales, encontrando chicos que los instructores reconocen como nacidos para hacer cine. La recompensa, en palabras del director general de Filmarte, es que se reciban abrazos de una señora que está en la plaza de su pueblo viendo la cinta Vengo Volviendo, feliz y agradecida, y concebir una película que se acerque más al espectador, generando de alguna manera el diálogo entre productores y espectadores. Vengo volviendo busca que el público juzgue según lo que ve y no solo haciendo menos a las cintas nacionales por los comentarios que escucha de otras personas. Es interesante, tal como pasó con Santa Elena en bus, cómo el filme se construye a partir de una historia de carretera propuesta por los productores que hace de hilo conductor para las tres partes que componen el relato. Estas historias fueron elegidas de entre las narraciones orales que recopilaron los jóvenes correalizadores luego de escuchar a sus abuelos y comunidades. Las leyendas La caja ronca, La loca del pueblo y El señor de las aguas fueron seleccionadas democráticamente y la producción consideró que podían llevarse a la gran pantalla con los recursos con los que contaba Filmarte en Encuentros con el Cine. El programa televisivo Clack! no es un mero making of de Vengo volviendo, sino un espacio para ahondar en el proceso de realización del filme, involucrando a la sociedad, a las comunidades rurales que han estado vedadas del cine como herramienta y así generar un proceso en que se retrata a los chicos, a la par que se espera llegar a invitar a la gente al cine para que consuma un proyecto distinto. No es raro que en Ecuador se den procesos de realización diferentes a los que marca la industria, ya que existen múltiples cineastas independientes como los retratados en el programa Ecuador Bajo Tierra (Fernando Cedeño, Nixon Chalacamá, Elio Peláez o Davis Mero) y producciones de colectivos o corporaciones culturales como el caso de OchoyMedio con las cintas Blak Mama, Grandir, Más allá del Mall y las series de libros con audiovisuales Memorias del Deporte y Ecuador Bajo Tierra: videografías en circulación paralela. Un premio para el ajeno al sistema Beasts of No Nation comenzó su rodaje a inicios de junio de 2014, en la región oriental de Ghana, luego de que Idris Elba se uniera al reparto en agosto de 2013, y de que Red Crown Productions decidiera financiar y producir con Parliament de Owls y Primary Productions. En mayo de 2014, Participant Media entró para coproducir la película con $ 6 millones. Al siguiente mes, en junio, tres actores de Ghana se unieron a la película (Ama K. Abebrese, Grace Nortey y David Dontoh), y finalmente el actor Opeyemi Fagbohungbe también se sumó al reparto de un proyecto para el que su director, productor y director de fotografía, Cary Joji Fukunaga llevaba siete años confeccionando un guion basándose en el libro Beasts of No Nation de Uzodinma Iweala, titulado así a partir de un álbum del músico nigeriano Fela Kuti. En su estreno paralelo en salas de cine y online a través del servicio de video por demanda Netflix, para el que se requiere tener una suscripción, el 16 de octubre de 2015, Beasts of No Nation recaudó apenas $ 50.699, un promedio de $ 1.635 por cada uno de los 31 cines en que se estrenó, convirtiéndose en un colosal fracaso de taquilla. Sin embargo, Netflix tiene al menos 69 millones de suscriptores que convertirán al filme de Fukunaga, famoso por dirigir y producir la serie True Detective (2014) para HBO, por la que ganó un Premio Primetime Emmy a la mejor dirección de serie dramática, en la película más vista en Internet. Para entonces, a Netflix le quedaban otras producciones originales por estrenar en salas de cine y en su servicio de video por demanda, entre esas, Ridiculous Six (con Adam Sandler), Crouching Tiger, Hidden Dragon: The Green Legend y Pee Wee’s Big Holiday. La estrategia no es la misma que la de Beasts of No Nation. Cada una tiene su propio modelo. Beasts of No Nation es un filme difícil de digerir que muestra la vida de un niño soldado en una nación africana no identificada en medio de escenas grotescas y sangrientas. La taquilla de la película tuvo como enemigos la posibilidad de ser vista paralelamente vía Internet, y el haber competido con los estrenos de otros poderosos filmes como Steve Jobs, Room y Truth. Esto sobre todo si se tiene en cuenta que como otros filmes de temática política en un contexto africano (Mandela, por ejemplo), aborda un asunto difícil de tratar. Sin embargo, logró competir en varios premios importantes, excluyendo, eso sí, a los Óscar. Lo mejor del filme original de Netflix son las actuaciones del joven no actor Abraham Attah como el protagonista Agu y el británico Idris Elba como El Comandante. La película logra un retrato muy íntimo de la amistad entre Agu y otro niño soldado, Strika, y unas tomas sorprendentes del paisaje de Ghana. No está exenta de polémica: como director de fotografía, Fukunaga ha recreado en una secuencia de batalla, casi cuadro por cuadro, el trabajo del artista irlandés Richard Mosse, famoso por retratar en fotografía infrarroja y video a jóvenes soldados de la República Democrática del Congo. La sinergia de los involucrados No todo es perfecto en este modelo de producción. De acuerdo con los estándares para calificar para una candidatura a los Óscar Beasts Of No Nation debía estrenarse en salas de cine del condado de Los Ángeles por al menos una semana, además de no haberse exhibido exclusivamente en forma no teatral antes de presentarse en Los Ángeles. Por eso, el estreno online fue simultáneo al de las salas de cine el 16 de octubre de 2015. Desde esa misma fecha, Vengo volviendo solo se estrenó en las salas de Guayaquil, Quito y Cuenca de las principales cadenas de cine en Ecuador. Vengo volviendo se exhibió en funciones itinerantes en los cantones del Azuay a finales de 2015, en el marco de Ecocinema, la primera red internacional de cine itinerante basada en energías sustentables (de la que Filmarte es representante en Ecuador desde 2014). El motor de la buena vibra que ha dejado Vengo volviendo es el agradecimiento de los jóvenes involucrados en la realización y que el público de Azuay, sin excluir al del resto del país, forme sus propias conclusiones sobre los temas y la trama del filme sin dejar de tener presente todo lo que significó su producción comunitaria.