Will Smith, uno de los actores y músicos afroamericanos más exitosos, no piensa, ni de lejos, en asistir a la gala de los Óscar 2015-2016, ¿por qué? Porque las nominaciones no reflejan la diversidad de la industria audiovisual estadounidense que cuenta, para este año, con el 95% de candidatos blancos. El hecho de que en la temporada de premios 2015-2016 haya pocos nominados afroamericanos, asiáticos o latinos, en roles principales o secundarios, no se debe a que los actores de estas etnias no aparezcan en las mejores películas de 2015, sino a que, por ahora, salen en televisión. Entre 2015 y 2016, considerando las películas taquilleras, las favoritas del público y de la crítica, y las más nominadas y galardonadas de la presente temporada de premios, hay pocos filmes en los que se destaquen actoralmente —en las marquesinas mismo— intérpretes afroamericanos, asiáticos y latinos. En el ámbito contemporáneo, los actores afroamericanos que más trabajan en cine son Samuel L. Jackson y Morgan Freeman, quien tuvo su última participación interpretativa de 2015 en la miniserie televisiva Madam Secretary. Junto con Sidney Poitier y James Earl Jones, Freeman completa la tríada de los más prolíficos y respetados actores afroamericanos en el cine y la televisión estadounidense. Poitier recibió el Fellowship Award en reconocimiento a sus sobresalientes logros en las formas artísticas de la imagen en movimiento en los recientes Bafta, y desde que dejó de actuar, en 2001, sus últimas cuatro participaciones actorales fueron en películas para televisión. Mientras, James Earl Jones tuvo, desde 2014, sus últimas tres intervenciones en televisión, la más reciente como la voz de Darth Vader para la serie animada de Disney, Star Wars Rebels. A estos tres grandes les siguen los pasos Denzel Washington, presente ganador del Cecil B. Demille Award (premio honorario que otorga la Hollywood Foreign Press Association por “sobresalientes contribuciones al mundo del entretenimiento”) de los Globos de Oro, cuya última actuación fue en cine en 2014, y Forest Whitaker, cuyo gran proyecto para 2016 es una nueva versión de Roots. Incluso los músicos convertidos en actores han tenido un gran lustro televisivo, Queen Latifah con las cinta para televisión Bessie y The Wiz Live! y LL Cool J con la serie NCIS: Los Angeles y anfitrión del programa televisivo de comedia musical Lip Sync Battle. Los actores latinos más reconocidos en Hollywood y en la televisión estadounidense han sido los de ascendencia mexicana, como el caso del comediante Cheech Marin, ahora colaborando en la exitosa Jane the Virgin —serie de televisión estadounidense basada en la telenovela original de Venevisión Juana la virgen— y la extrovertida Eva Longoria, que ahora cosecha éxitos tanto como productora y actriz protagonista con la serie Telenovela de NBC. Los actores asiáticos más destacados provienen sobre todo de China, pero también hay intérpretes reconocidos de Hong Kong, Japón y Corea del Sur. Tres grandes representantes de este continente son Jackie Chan, Ken Watanabe y Lucy Liu, el primero y la última dedicados más a los géneros de acción y comedia o a ofrecer su voz a la exitosa cinta animada Kung Fu Panda. Latinos y asiáticos también han dedicado sus últimos megaproyectos a la pantalla chica y han obtenido gran aceptación del público televidente. Del Óscar o la gran fama a la “tele” En los últimos años, los actores afroamericanos ganadores o nominados a importantes premios de la temporada de galardones de Estados Unidos —que consta de diez galas, incluyendo los Bafta británicos— pasan rápidamente del cine a la televisión, con ocasionales y puntuales retornos a la gran pantalla y sus marquesinas. Son los casos de Taraji P. Henson y Terrence Howard en Empire de la cadena Fox; Kerry Washington en Scandal de ABC; Viola Davis en How to Get Away with Murder de ABC, y Don Cheadle en House of Lies, que transmite HBO. Incluso los musculosos y afamados Tommy Lister y Ving Rhames cuentan cada uno con seis y tres apariciones en televisión entre 2013 y 2015, como ocurriera con Michael Clarke Duncan (famoso por su rol de John Coffrey en La milla verde), antes de su muerte, en The Finder. Mientras, el comediante Anthony Anderson resalta con su sitcom Black-ish y la otrora gran estrella del cine de acción Wesley Snipes está cómodo en un rol secundario en The Player, al igual que David Harewood en Supergirl. Extrañamente, la gala del Óscar 2015 tendrá como maestro de ceremonias al comediante y actor afroamericano Chris Rock —nominado este año a un premio del Directors Guild por su dirección del especial de comedia de Amy Schumer para HBO— y aunque escasean los nominados de etnias no blancas, la presidenta de la estadounidense Academy of Motion Picture Arts and Sciences que otorga los premios es una afrodescendiente: Cheryl Boone Isaacs. Los afroamericanos que más reconocimientos han merecido por su labor actoral en cine y televisión en 2015 han sido Idris Elba (Beasts of no Nation, Netflix, y Luther, BBC), Uzo Aduba (Orange is the New Black, Netflix), Regina King (American Crime, ABC) y Cuba Gooding Jr. (American Crime Story: The People Vs. OJ Simpson, de FX). Considérese que debido a los cambios en los métodos de consumo de las audiencias y la posible merma en la creatividad audiovisual —que sería el legado de la crisis de los guionistas en 2007-2008—, las series de las plataformas de streaming o de las cadenas de cable son más populares y rentables. Es decir, no es nada raro que los actores de minorías migren a esos formatos televisivos actuales. Incluso se antoja lógica que se se arriesguen a participar en producciones que llevan el membrete “original de Netflix”, tal como ha hecho el británico Idris Elba, que desempeñó un rol secundario y participó en la producción de Beast of No Nation, una sobre niños soldados en África, un película que —de paso— resultó perjudicada en las nominaciones porque las cadenas de cine se negaron a exhibirla, pues Netflix no aceptó posponer su estreno en streaming. La comunidad de actores latinos, especialmente los nacidos en México o de ascendencia mexicana, han tenido importantes reconocimientos del público y la crítica con miniseries de producción de corte ‘indie’ que transmite la cadena de cable TNT para Latinoamérica: Señorita Pólvora con Camila Sodi y José María de Tavira, y El Dandy con Alfonso Herrera y Damián Alcázar. El más destacado de los latinos ha sido el aún joven Gael García Bernal por su protagónico en Mozart in the Jungle, que produce Amazon y transmite Fox Life. Además, mantienen viva la chispa de la comunidad dos comediantes hiperpopulares como George López y Eugenio Derbez. La protagonista de Jane the Virgin, Gina Rodríguez, también se ha ganado el respeto de sus colegas actores, el reconocimiento de la crítica y el gusto del público, evidente en algunos premios y nominaciones en galas de 2015 y 2016, aunque para los realizadores como Alejandro González Iñárritu y Emmanuel ‘Chivo’ Lubezki, no es nada complicado hacerse con premios y nominaciones. Otros latinos que alcanzan a despuntar son Oscar Isaac con un Globo de Oro por su participación en la miniserie para televisión Show Me a Hero y el argentino Joaquín Ferreira por actuar en la primera serie latina producida por Netflix, Club de cuervos. Los asiáticos y algo molesto Los actores asiáticos también han sido —en sus mejores momentos— nominados a premios de la temporada anglosajona de galardones, incluso en los Óscar, pero siempre han sido más adeptos a la aceptación popular tanto por su labor en cine como en televisión. Lucy Liu que pudo —y tal vez lo fue brevemente—, ser una gran estrella de acción, se inclinó por la comedia en televisión con proyectos como Ally McBeal en los noventa y Elementary y la animada Kung Fu Panda: Legends of Awesomeness en los 2000. Un nuevo actor de carácter, por edad y experiencia, es el japonés Ken Watanabe, que destacó en Inception y El último Samurái, pero en 2014, además de una voz en la cuarta entrega de Transformers, solo participó en una miniserie y una cinta para televisión. El admirado Jackie Chan ha sido poco visto o escuchado en el cine, y sus últimos créditos abarcan, desde 2009, un cortometraje, un corto para televisión y un papel como bombero en un anuncio televisivo dentro del filme hongkonés As the Light Goes Out, además de las comercialísimas The Karate Kid (2010) y Kung Fu Panda, además de Chinese Zodiac: La Armadura de Dios, que va más en su estilo. Otros asiáticos destacados son el joven actor indio Karan Brar en producciones de Disney; el comediante de ascendencia india Aziz Ansari, ahora colaborando en su propia serie con Netflix, mientras que el actor de ascendencia egipcia y griega Rami Malek ha sido la sorpresa televisiva en la temporada de premios 2015-2016, gracias a su serie Mr. Robot. Las películas producidas por miembros de la cultura afro y otras etnias —algunas sin nominaciones pueden incluso ser mejores que las que considera la Academia—, pero al parecer, les juega en contra el hecho de tener tanto éxito en el terreno de la cultura popular: suelen ser más apreciadas y premiadas por galardones que se entregan por la elección del público o de su propia comunidad. Ahí resaltan premios como los NAACP Image, ALMA, BET, MTV Movie, People’s Choice Award, Kids Choice y Teen Choice. Luego hay las odiosas divisiones como los Emmy Internacionales o los Britannia Awards, presentados por Bafta Los Angeles. Por ejemplo, en los NAACP Image (cuyas siglas en inglés quieren decir Asociación Nacional Americana para el Avance de la Gente de Color), este año brilló Michael B. Jordan, el protagonista de Creed (secuela de Rocky), una película que los Óscar solo tuvieron en cuenta a la hora de nominar a Sylvester Stallone. Personas como Will Smith o Spike Lee, que lideran los reclamos de la comunidad negra del cine, ponen como ejemplo de cintas que debieron ser consideradas a Creed, Straight Outta Compton y Beasts of No Nation. Son filmes que —sin duda— son excelentes. El problema es que alimentan el entretenimiento de las masas —y claro, los bolsillos—, según los estudios. Es como si el hecho de tener éxito masivo fuera un criterio en la Academia para descartar películas. Actualmente, La Academia tiene 5.783 miembros (que son quienes votan para nominar y premiar), de los cuales el 94% son blancos, y solo el 3% afro. La cifra es tremendamente desigual, es cierto, pero hay algo que decir al respecto: la ausencia de actores negros entre los nominados no quiere necesariamente decir que la nominación es racista. Las películas pensadas por negros y para negros no siempre calan en los votantes de la Academia precisamente porque estos no son negros, es decir, no tienen elementos para comprender en toda su dimensión lo que implica la verdadera cultura afro. Pero una cosa es no entender y otra muy distinta es discriminar. Por eso el Óscar premia filmes como 12 años de esclavitud: porque trata un tema que ha sido asimilado por toda la sociedad (y la Academia fue acusada de intentar ‘lavar’ su racismo). El cine afro no se puede limitar a temas como el racismo, la lucha por los derechos civiles, la pobreza, la música popular o los deportes hiperpopulares, que son aquellos que la cultura blanca ha asumido como propios de la cultura negra. Los actores de minorías —con los afrodescendientes a la cabeza— no requieren una cuota racial de nominaciones. Y no la requieren porque han demostrado que pueden realizar interpretaciones de calidad. Pero, al parecer, sí se puede combatir de alguna forma esa exclusión con renovación: la presidenta de la academia, Cheryl Boone Isaacs, ha anunciado un ingreso gradual de nuevos miembros para cambiar esa conformación desigual. De esta forma, se pretende garantizar a mediano plazo más nominaciones afro y de otras etnias. La verdad es que la televisión, más aún el streaming, sí tiene lugar para mostrar y diseccionar la verdadera cultura negra, no solo la que apela a aquello que los blancos saben o disfrutan de ella.