Ecuador, 29 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Poesía

El hedor de lo real en la nariz imaginaria

El hedor de lo real en la nariz imaginaria
15 de septiembre de 2014 - 00:00 - Andrés Villalba Becdach

León Félix Batista es un pontífice y trotamundos de la poesía de vanguardia latinoamericana actual, comulga con las formas poéticas no establecidas ni favorecidas por el canon de la poesía de la experiencia. Lo que detona en la poesía de Batista es que es un collage con una elevadísima capacidad de lenguaje, sí, una yuxtaposición de perspectivas acerca de lugares aparentes de la realidad: aquí el poema no existe como unidad cerrada, existe como rotura, todos son textos extremadamente abiertos.

Si de entrada El hedor de lo real en la nariz imaginria nos dice que llegan llagas para escindirse en fases, estamos jodidos; en el subsuelo de la mente hay un ácido de siglos, en el subsuelo del poema de León Félix hay un aleteo de metáforas que subyacen a las palabras y más allá de las imágenes concretas, como algo que sugiere y no decreta: la poesía como una vaca que debe ser ordeñada. Muy bueno. Que dé leche como la diosa Juno amamantando a su hijo, la Vía Láctea. Pero claro, la poesía es ese proyecto del que nadie habla, como dijo Ashbery, porque nadie lo volvió asequible, nadie lo alcanzó.

Lo que se desenrosca es infértil, ¿para qué vamos a recordar tanta boludez? Al recuerdo hay que extirparlo como un sapito porque El hedor de lo real en la nariz imaginaria se mueve por una zona permanente de encabalgamientos, sediciones, desprendimientos, desasimientos, fragmentación y quebranto hasta que el cráneo traiga escombros y la ola un cuerpo muerto. Si los proyectos son de cera, ¿gravitamos por la inmovilidad? 

En el libro hay una constante y apretada cerca del oxímoron, desde el cableado de espinos al alto voltaje de la página coexisten elementos que no concuerdan; por eso su música ósea resulta más matérica, eso, explota la materialidad del lenguaje: argamasa de la que estamos todos hechos en libertad para que sea palpable la antítesis de lo que queremos decir. Cada segundo acarrea su vacuidad progresiva. Y si uno acarrea fiebre, ¿destila pesadumbre? Solo hay que dejarse penetrar y arrastrar por la locura y el serpenteo del texto; entre la espesura y densidad de la arena movediza del lenguaje, sorprende que la coartada de Batista sea un territorio fangoso, maleable. ¿Se puede apuntalar la mucosa del pantano? Quejas fatuas de una antigua quemadura para cristalizar en polvo las suturas

Este esfuerzo inefable por rozar la cresta del fragmento es consecuente con el detalle, el corte, il di taglio, lo fractal; aquello que por estar separado no se puede conectar jamás con su entero, pero hay que buscar en esa unidad perdida el temple que produce lo accidental. La poesía de León Félix Batista logra una fusión curiosa de lo sonoro con el zigzagueo que sigue el hilo del poema y nunca se sabe a dónde nos va a llevar. ¿A dónde nos lleva cada fogonazo, cada sablazo, cada remezón en esta deliberada falta de conexión entre palabras y objetos? Estos últimos están inmersos en un continuum de sonidos y asociaciones semánticas para reconstruir la escritura. Se trata de una sonoridad estentórea que celebra su materialidad más allá de cualquier deseo o estrategia comunicante, un desplazamiento abstracto donde muchas veces los versos se vacían, desenfundan su sablazo hasta ser aforismos, en el aforismo más aún que en el poema, la palabra es dios.

Otra pregunta que uno se hace al leer la poesía de Batista está marcada por el interés en la deconstrucción del poema, su fragmentación y la mutabilidad de las fracciones que sobrepasan la frontera del cuerpo del poema. ¿Por qué el poema se desmenuza? ¿Cómo, en qué sentido y con qué fin? ¿Cómo funciona el fragmento? ¿Implica que cada fragmento adquiera una autonomía violenta especial? ¿La fragmentación es violenta?

El cuerpo es un constructo que supura la carroña de sus físicas ficciones, como un coágulo de imán, como un ácido compreso en sus mucosas, la cal sobre el asfalto que traza los contornos del cuerpo en que caí, mosaico de bazofia de cuerpos areniscos genera la canícula caótica: un cuerpo está alambrado y entre límites discretos hasta que se encuentra otro: lava lábil de carne con argollas que se vuelve barracuda incomestible.

León Félix Batista también comulga a ultranza con lo no teleológico porque no existe atribución de una finalidad o un objetivo hacia procesos concretos. Nos recuerda que la poesía lleva a la autodestrucción, al snobismo, onanismo o la locura; quizá la poesía en el mundo es cada vez más insular pese a la abundancia de poetas. Cito a Eduardo Milán cuando dice: “La metafísica invertida de la creación que patentó el humilde Borges —nadie escribe, todos leemos— fue arrinconada por la realidad en el centro mismo de la paradoja: los que escriben son exactamente los que leen”. Es cierto, pero también la poesía conlleva un tipo de lengua que, precisamente por la época en que vivimos, resulta atractiva. Como nos habla un poema, no nos habla nadie en ningún sitio. El poema es el único lugar donde la lengua no miente; puede haber muchos libros de poemas mentirosos, pero cuando te interesa un poema, esa lengua no miente jamás como afirma Olvido García Valdés. Es conveniente subrayar que León Félix Batista no miente. 

Dentro de León Félix conviven en una reyerta perpetua de horror vacui Lezama Lima, José Kozer, Néstor Perlongher, Eduardo Espina, Arturo Carrera y Roberto Echavarren con los poetas norteamericanos del lenguaje L-A-N-G-U-A-G-E poets y con el objetivismo de George Oppen Louis Zukofsky, Charles Reznikoff, entre otros. Y claro, al leer El hedor de lo real en la nariz imaginaria regresamos al esplendor del poema largo, a las ‘Galaxias’ de Haroldo de Campos, al Catatau de Paulo Leminski, al Mar paraguayo de Wilson Bueno.

La escritura neobarroca como la poesía del lenguaje van más allá de la pura representación y tienen como meta final una percepción abierta estrechamente ligada al lenguaje. ¿Se puede sustraer la raíz del reloj? ¿Se pueden segar las aflicciones cuando son decreto divino? ¿Se pueden coser las membranas cuando ya es tarde como siempre? ¿Podemos escindirnos en fases? ¿Caminamos parejo hacia lo insobornable de la desintegración? ¿Lo barroco es un salvoconducto para la entelequia y aventura poética? Los neobarrocos se niegan a ser neobarrocos, tal vez porque en esa negación está el origen de su sentido. Niegan y restan en exceso para evadir el rastro de vacío que horroriza.

Batista, en una entrevista reciente efectuada por el poeta peruano Maurizio Medo aseveró: ¿Es la mía una postura neobarroca? ¡Qué sé yo! Además, ¡qué me importa o qué le importa al lector! Mi interés radical reside en la expresión y el del lector en recibir la dosis de electrocución que está esperando del poema (aunque hay de todo, por supuesto: está quien busca solaz, sosiego, pero a ese no le convendría internarse en mis ciénagas, pues podría perecer o desaparecer).

El hedor de lo real en la nariz imaginada es un estupendo collage, destaca la capacidad de ser impredecible para que el asombro esté en constante estado de pubertad; es un mosaico en movimiento, no se sabe dónde empieza y dónde termina el poema, el libro es una mixtura antológica a modo de centón proveniente de sus libros Caducidad, Un minuto de retraso mental y Música ósea, donde no hay rastro del cosido, de las costuras, peor de hilachas. Seguramente este hilado fino es consecuencia de que León Félix escribe a mano: como tomar los contenidos de boleros y baladas, o las prendas de la moda femenina y cernerlos con intermedio de papel poroso. Lo que pasa es que la tinta es un fluido denso, de modo que el poema no se cuela fácilmente. Y así, lo que existía termina siendo escritura de otra cosa.

Sobresale una perturbación de algo que no se puede palpar, de algo que no pudo ser pero que chorrea, se rompe, se triza y huele feo; un significado abstracto, complejo a ratos, que fluye en alta velocidad, cien km adelante del lector, pero que al mismo tiempo nos obliga a detenernos hasta que el cerebro detone y sea una voluta de esmog desde un cráneo que supura corrosión. Hablo de la multiplicidad de significados que puede tener solo un verso: lisiado de su luz —más contiguo a las orillas de su porvenir protervo—, es un mundo sin sentido que te amarra a su volumen, se escabulle al dominarlo gravedad.

En la entrevista que mencioné, León Félix también manifestó lo siguiente: A mí me vale todo, y hasta prefiero ver en mi poesía una versión personal de creolité, de armazón mestizo, de centón no racial, sino de imagen. Sobre todo, creo que escribir poesía hoy es una contra-dicción: es ir en contra de la dicción establecida, de la doxa. Y eso implica echar mano de todo lo que está cerca, no sólo la narrativa: la ensayística, por ejemplo, o los manuales, los listados, la publicidad. ¿Por qué tenemos los poetas que concentrarnos en un espacio verbal y dejar que los demás controlen el resto de los discursos? No, señor: yo puedo hacer poesía con los catálogos de Victoria’s Secret y con los tratados de psicofarmacología. Enajenar la poesía de sí misma la hará permanecer.

La ensayista estadounidense Marjorie Perloff afirma que el futuro de la poesía —lenguaje, lenguaje, lenguaje— se caracteriza por tres aspectos fundamentales: “una renovada atención al sonido (lo cual no significa una vuelta al metro, pero tampoco supone que se  puede denominar verso a cualquier cosa, ya que el verso libre se ha hecho débil); una poética que va más allá de la página para abarcar también elementos visuales, musicales y arquitectónicos, y que se relacionan con la actuación; y finalmente, una poética guiada por reglas y principios en combinación con textos hallados. La poesía de León Félix Batista incorpora esos datos fundamentales.

 En Batista, el proceso de densificación de sintaxis apunta a una diana siempre movediza, esquiva, una diana quizá imaginaria donde lo importante es acarrear el caudal de aguacero del lenguaje para taponar las cloacas, que arrastre vasos plásticos, ratas muertas, limo, restos de ropa usada...

Charles Bernstein, uno de los máximos exponentes de la ‘poesía del lenguaje’ norteamericana, advierte que la construcción y la lectura de este tipo de textos no debe verse como si se tratara de un diseño jardinístico, sino como la traza de un camino, pero donde los poetas anteriores habían optado por hacer un camino siguiendo una línea preexistente. Los poetas del lenguaje decidieron abrirse paso a través de la selva del lenguaje para crear veredas jamás pisadas antes por una generación de nuevos lectores, quizá porque la poesía convencional ha demostrado su excesiva inutilidad. Aquí, en la poesía de Batista, está incubado de forma extraordinaria ese lenguaje sierpe del cual habla José Kozer.

El lingüista español Enrique Mallén afirma en su libro Poesía del lenguaje de T.S. Eliot a Eduardo Espina que la dificultad que hallan muchos lectores al enfrentarse a este tipo de poesía es la recurrencia sistemática al fragmento, al disparate y al sinsentido, así como su rechazo al modelo narrativo, que había sido base de casi todas las formas literarias. Por tanto, el modo convencional de la lectura falla y así Batista intenta liberar al significado de sus restricciones mediante una eliminación de nuestras concepciones y preocupaciones:

La luz filosa surge de las ceras del acero cuando expresan en ocasos su periplo de vapor; y eyacula una membrana, veranos vueltos vidrio mas sujetos a una muerte gaseosa

 

Deviene en estampidas en un caudal muy crudo que podría duplicar sus remolinos, cegar los intervalos con núcleos inactivos para internarse en cuerpos esponjosos

 

¿cómo puedo corregir la levadura si desconozco el núcleo de su móvil?

 

Recuerdas, cuerpo, o no, tener un cuerpo

 

Un cuerpo construyéndose con sus demoliciones aquel en que me enquisto

 

A pesar de que somos adictos al acorazamiento del yo que impone la melancolía andina, por ahora dejemos que llueve a morir ron Barceló y que huela a incienso de vainilla, curry y mirra desde el aceite y el calor de la entrepierna de la sobaquera afeitada de las chicas de República Dominicana: celebremos este bello canto a la desintegración aunque crezca la pasta de lo que no existe.

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media