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"Una piedra en el camino no detiene a un guerrero"

La biblioteca del CRS es uno de los lugares preferidos de José. Allí estudia a diario y socializa con otros internos.
La biblioteca del CRS es uno de los lugares preferidos de José. Allí estudia a diario y socializa con otros internos.
Fotos: Roberto Chávez / El Telégrafo
27 de marzo de 2017 - 00:00 - Carlos Novoa

La silenciosa, iluminada y espaciosa biblioteca del Centro de Rehabilitación Social (CRS) Regional Cotopaxi, luce medianamente llena. Hombres vestidos con prendas de color naranja ocupan 8 de las 40 sillas allí existentes, mientras leen con la mirada en completa calma.  

El único ruido que se escucha en el lugar es el paso de página que cada 4 o 5 minutos realizan. De pronto, el ambiente pacífico de la biblioteca se ve alterado. Aplausos, silbidos y vítores se escuchan cuando un hombre ingresa a la amplia sala.

Se trata de José F., quiteño de 52 años, quien es un referente de superación académica para todas las personas privadas de la libertad (PPL) del CRS Cotopaxi. Esto se debe a que ‘don Pepe’, como algunos lo llaman de cariño, hace pocos días consiguió licenciarse como abogado.

Una vez en el ‘oasis’, como algunos se refieren a la biblioteca, José dibuja una sonrisa que conjuga alegría, orgullo, paz y esperanza. De inmediato solicita a los presentes retomar la calma (allí está prohibido hacer ruido) a fin de facilitar la concentración de los lectores.

“Gracias por su apoyo y cariño,  pronto espero poder referirme a ustedes como colegas de profesión”. Con esta frase don Pepe sosiega al grupo y toma asiento para dialogar. “Con esto queda demostrado que cometer un error en la vida y pagarlo con reclusión no es impedimento para estudiar”, agrega.

Pese a que después de su graduación el flamante abogado se ha encontrado con sus amigos por los pasillos y espacios recreativos del penal, ellos no han tenido aún la oportunidad de felicitarlo por su título y estrechar su mano.

No pierden tiempo y rodean a José, justo cuando este va a explicar su experiencia con el sistema educativo para internos, en un abrazo grupal y le transmiten aquella mezcla de sentimientos positivos que solo un corazón que ha perdido la libertad puede hacerlo.

Pepe sucumbe al torbellino de emociones que nacen de su interior y las lágrimas recorren sus mejillas interrumpiendo su discurso momentáneamente. “Eres nuestro referente de superación, amistad y solidaridad”, menciona Lorenzo, uno de sus compañeros.

Inicio de formación académica

Alguien saca un pañuelo de su bolsillo y José seca sus ojos. Retoma la palabra y explica a sus amigos el largo camino que ha tenido que pasar para convertirse en abogado.

“Inicié mi formación en un centro penitenciario de la capital, en 2008. Luego fui trasladado hasta aquí y continué con mis estudios en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), lo cual no hubiera sido posible sin las políticas que favorecen este sistema de educación para los PPL y que conforman un sistema integral para garantizar el bienestar de los internos”, señaló José.

Pepe se refiere al programa penitenciario vigente en la actualidad, en el que se prioriza la educación primaria, secundaria y de tercer nivel en todos los CRS del país.

De igual forma se brindan opciones ocupacionales a los internos a fin de capacitarlos y una vez que recuperen la libertad, puedan trabajar.

Aun así se distribuye el tiempo para que los PPL se alimenten de manera adecuada, se ejerciten, trabajen, descansen y estudien.

“Doctor, tengo una dolencia pero a la vez necesito asesoría legal, ayúdeme”, expresa Carlos, uno de los internos. José sonríe y explica que antes de ingresar al centro se graduó de médico. “Soy doctor en medicina y ahora también profesional del Derecho, por eso a veces mis amigos hacen bromas como la antes mencionada”, dice.

Además señala que su esposa e hijos han sido una pieza fundamental en su preparación, pues ellos traían y  llevaban los materiales, deberes y recomendaciones de los profesores, al interior del penal.

Sus estudios fueron posibles gracias a un convenio que los ministerios de Educación, de Justicia y  universidades del país mantienen para dar oportunidad a los PPL de seguir carreras superiores.

“En mi caso me beneficié de una beca, en la que la UTPL en un inicio cubría el 40% del costo total de la carrera”, expresa. Las exigencias y disciplina de sus maestros, según comenta, también han sido cruciales para terminar sus estudios, pues siempre estuvieron para brindar asesoría y uno que otro consejo.

Tras más de 6 años de estudios, ni la ausencia de sus seres queridos,  los momentos de enfermedad, la tristeza, la soledad y más situaciones que conllevan la reclusión, impidieron que se le colocara la capa y muceta como a cualquier graduado.

La ceremonia de graduación fue a mediados de febrero en la extensión de la UTPL de Latacunga, y es uno de sus recuerdos más gratos, pues estuvieron presentes todos sus seres queridos.

“Una piedra en el camino no detiene a un guerrero. Si bien podemos cometer errores en la vida, siempre existe la oportunidad de enmendarlos y convertirnos en nuestra mejor versión, cada día”, dijo. (I)

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