Un periodista narra cómo cambió la vida en El Salvador tras la tregua con las maras

En el primer semestre de este año se registraron 2.865 asesinatos en El Salvador  (es decir 15,8 por día) por encima de los 1.840 del mismo período de 2014. La violencia que vive  este país es generada en su mayor parte por las pandillas, que tienen un estimado de 72.000 miembros.

En contexto, la evolución de este fenómeno en El Salvador va en aumento desde 1992, tras la deportación de los primeros miembros de las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 originadas en las calles de Los Ángeles (Estados Unidos). Su virulenta expansión en América Central creció con la deportación de forma alarmante, apoderándose de este país.

Mientras que en Ecuador se registraron 1.303 casos de muertes violentas en 2014 -según el informe del Ministerio del Interior-, El Salvador, solo en el último mes de junio cerró sus registros delictivos con 641 homicidios a nivel nacional, es decir la mitad de los casos anuales del país andino. Cabe acotar que de los índices ecuatorianos la mitad tuvieron una resolución, mientras que en el Estado centroamericano de cada cien casos, con suerte se resuelven menos de cinco.

Estas cifras fueron contrastadas por Jorge, un comunicador salvadoreño que tras tres años de investigaciones y de anotaciones escribió la crónica “Diario de un periodista en una colonia dominada por las pandillas”, que actualmente mantiene más de 70.000 visitas en el portal del periódico El Salvador.

Esta publicación, que se hizo en cuatro entregas, narra cómo viven miles, tal vez millones, de salvadoreños en territorios controlados por criminales pandilleros.

En una entrevista con EL TELÉGRAFO, acota que la idea nació en agosto de 2012, meses después de que el gobierno diera beneficios a miembros de pandillas encarcelados. Estos a cambio dijeron que reducirían los homicidios.

De acuerdo con el portal AP, por estas “treguas” están siendo investigados más de una decena de funcionarios activos y ya fuera del cargo que incurrieron en actos delictivos cuando participaron directa o indirectamente en la negociación.

“La colonia donde yo vivía era tranquila, no había muchos problemas, pero después de esa “tregua” la Mara Salvatrucha se llegó a posicionar de la colonia y allí comenzó el suplicio. Yo comencé a llevar un registro de los hechos más importantes que involucraban a pandilleros, vecinos de la colonia y la policía o el ejército”, explica.

Pero la situación se tornó muy peligrosa y comenzó a buscar los recursos para mudarse con su familia. Recuerda que sus hijos (tiene 2, uno de 21 y otra de 12) se lo pedían y era doloroso decirles que no podían porque el dinero no alcanzaba para alquilar una casa en una colonia donde no existiera el problema de pandillas o que por lo menos no fuera tan grave.

“En menos de dos años he visto morir gente inocente por culpa de las pandillas, cerrar pequeños negocios para no seguir pagando extorsiones en especie. He tenido que concienciar a mi familia de que es mejor que la pandilla lo mate a uno a que se lo lleven y lo desaparezcan. A mis hijos les he tenido que enseñar qué hacer en caso de quedar en fuego cruzado. He soportado el dolor de que un hijo le pida a uno marcharse a otro lugar y no poder hacerlo porque no hay recursos. Aunque suene novelesco, hay colonias en las que ya ni vida íntima se puede tener con la pareja, pues los pandilleros también duermen o se esconden de noche en los techos de las casas. Esta es mi vivencia. Es la realidad que vivimos miles de familias”, detalla la presentación de la crónica.

Aclara que relatos de la problemática de las pandillas en los vecinos hay muchos. Algunos escritos por periodistas que llegan un par de horas y se marchan, o entrevistan a una persona que vive en esas colonias, sin embargo, el suyo es distinto ya que son sus vivencias, las de su familia y vecinos.

Su mayor temor son los problemas que podrían enfrentar sus hijos. El mayor está por terminar la carrera de Jurisprudencia en una de las mejores universidades salvadoreñas, mientras que la menor es aún una adolescente.

“El temor con mi hijo es que lo mataran los pandilleros o algún policía se lo llevara preso, pues cuando hay un acto delincuencial, la Policía se lleva a quien encuentra en la calle o los sacan de las casas, luego les formulan cargos”, acota.

Sobre este tema en particular, en su divulgación relata el arresto de Marlon, un joven que sin tener vínculo alguno con estas pandillas murió debido a un golpe que recibió en la cabeza con la cacha de una pistola mientras era detenido por los policías en una confusión.

Los agentes no sabían que Marlon era diabético. Tenía 27 años, pero aparentaba 15, 13 o menos por una extraña enfermedad. El golpe que recibió se le complicó y a los pocos días falleció.

Por eso su más grande preocupación es su hija de 12 años. “Está entrando en una etapa en la que los pandilleros las enamoran o ellas se enamoran de esos delincuentes, y si uno de padre interfiere en esa relación, pues simplemente lo matan”, cuenta el periodista, quien luego de un gran esfuerzo logró en 2014 salir de esa colonia.

Medidas del Gobierno

El fiscal general de El Salvador, Luis Antonio Martínez, declaró a la agencia  AP que los investigados por las “treguas” del 2012, que cambió el estatus de máxima seguridad a seguridad regular a 30 cabecillas de pandillas, incluyen a ministros y a funcionarios de otros niveles del gobierno del actual presidente Salvador Sánchez Cerén y de la administración de su sucesor Mauricio Funes (2009-2014).

Aunque no precisó si se ha determinado algún delito,  se conoce que el miércoles asistió junto a sus contrapartes centroamericanos a una reunión con la fiscal general estadounidense Loretta Lynch, con la meta de incrementar la cooperación en la lucha contra el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo del que no se conoce detalles. (I)