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Los familiares de la víctima y del sospechoso prefieren no referirse al caso

Un caso de femicidio pone en evidencia a todo un sector de Durán

Como esta muñeca maltratada hay muchas mujeres de este sector que han sufrido agresiones.
Como esta muñeca maltratada hay muchas mujeres de este sector que han sufrido agresiones.
william orellana / El Telégrafo
29 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Justicia

La casa en la que ocurrió el femicidio está vacía, solo un foco de luz blanca que cuelga del techo de la planta alta quedó encendido. La puerta del cerramiento, que más bien es una plancha de zinc un tanto oxidada, se abre y se cierra por el fuerte viento frío que refresca la mañana del lunes, algo extraño para el clima caluroso del cantón Durán, separado de Guayaquil por menos de 15 kilómetros.

Los vecinos que pasan por afuera del inmueble N. 11, rodeado de 2 solares vacíos y una calle de tierra -de unos 3 carriles de ancho- ya saben que a eso de las 23:00 del domingo ahí ocurrió un femicidio. Llenos de curiosidad, aligeran el paso para observar la casa y percatarse de algún detalle para añadir a lo que escucharon en las esquinas, en tiendas o negocios cercanos. Han pasado menos de 12 horas desde que María Elena Chimbolema Chacaguasay fue asesinada en la planta baja del domicilio. Los accesos a los dos pisos, uno de ladrillo y otro de caña, están asegurados con cadenas y candados.

María Tránsito habita en la acera del frente, en dirección diagonal. Por momentos se asoma a la única ventana de su casa de madera y mira al sitio donde vivía María Elena con José Humberto B.Y. y sus dos hijos: un mayor de edad y una niña de aproximadamente 4 años. No puede creer lo que pasó. -Sí peleaban bastante, pero quién podía imaginarse que terminaría en un asesinato. Es verdad que tomaba, a veces se lo veía solo afuera de su casa con una botella de licor.

Rodeados por la violencia

María Tránsito es oriunda de Ambato y vive con su esposo. Asegura que no ha sido víctima de maltrato. “Yo no lo soportaría”, afirma. La mujer aprovecha para contar que junto a su hogar reside un hombre que también tiene problemas con el consumo de alcohol. A veces los gritos de él y de su cónyuge y el miedo de lo que podría pasar no la dejan dormir. “Se escucha que le grita: ‘¡te mato!’ La insulta, la golpea. Yo he llamado a la policía, pero ella nunca sale, nunca dice nada”, expresa y se detiene para cubrirse la nariz; pues una camioneta pasa a velocidad y levanta un remolino de polvo que se impregna en todas partes.

‘Morales’ se integra a la conversación. Así se identifica un hombre que además asegura ser el único “costeño latino” del sector y se ríe. “Aquí todos somos paisanos”, lo secunda Manuel, esposo de María Tránsito, quien se asoma por la misma ventana.

‘Morales’ quiere opinar, pues escuchó a su vecina contar la historia de violencia que vive una de las señoras del barrio, que la dirección temporal es Mz. G3. ¿Temporal? Un mecánico de la misma calle bromea con que en cualquier momento les cambian la dirección y le ponen otra letra u otro número, pues ya lo han hecho. “A veces no sabemos ni dónde mismo es que vivimos”, precisa el joven que trabaja en un taller que funciona frente al lugar donde ocurrió el crimen.

‘Morales’ sostiene su cuerpo de una estructura metálica en la que almacenan tanques de agua y junto a sus pies queda desparramada una muñeca sucia y rota extraviada por alguna niña del barrio. “Oiga, yo prefiero no tomar porque uno pierde la conciencia. Una vez estaba bebiendo en esas piedras que ve ahí y como no estoy acostumbrado cogí mi moto y no sé qué barbaridades le dije a mi mujer”, confiesa el hombre de contextura gruesa, más de 1.70 metros de altura y de apariencia amable. Acepta que sería incapaz de hacerle daño a su esposa, mucho menos ahora que 3 veces a la semana debe someterse a diálisis.

Asegura que su conviviente puede estar tranquila, pero la que no vive en paz es una de sus hijas. “Viendo lo que ha pasado con la vecina tengo que hacer algo por ella. El marido la maltrata y aunque lo ha dejado luego regresa con él”, lamenta ‘Morales’.

Manuel, el esposo de María Tránsito, lo apoya y lo insta a denunciar a su yerno, caso contrario su hija seguirá siendo una víctima de maltrato o de un femicidio como lo fue María Chimbolema, quien tenía 49 años y trabajaba en un local de legumbres en un popular mercado del sur de Guayaquil. “Ese día no lo vimos tomando. Tampoco escuchamos ningún grito. Habíamos terminado de ver el partido de la final de la Copa América y nos fuimos a descansar. Ya más tarde escuchamos el ladrido de muchos perros y vimos cómo por los espacios de la madera ingresaban luces rojas y azules, así supimos que la policía estaba afuera. El cuerpo se lo llevaron como a las 02:00”, relata Manuel, quien usa una antigua boina de cuero de color marrón.

Tenía problemas con su hijo

Manuel recuerda que José B. no solo tenía problemas con su esposa, sino también con Álex, el hijo de 19 años, con quien hasta se han golpeado. Una vez, según narra, entre empujones, insultos y golpes recorrieron los exteriores de 5 solares y llegaron hasta la tienda de la esquina. Nadie podía separarlos.

La noche del crimen, Álex intentó detener a su padre cuando salía de la casa sosteniendo un cuchillo, pero no pudo. El arma quedó entre las piedras del patio. “Cuando él se ponía agresivo era casi imposible que alguien pudiera contenerlo”, revela Manuel, quien de inmediato rememora una escena que vio hace 2 semanas cuando el ahora sospechoso le dijo a María: te voy a matar.

Quince horas han pasado y la casa de Durán continúa vacía. Los familiares se reúnen en una iglesia evangélica, ubicada en el centro de Guayaquil, velando el cuerpo de la mujer. Afuera, en una vereda, están sentados Álex y su hermana de 4 años, ambos hijos de María Elena y José B. El mayor abraza a la pequeña, mientras ella juega con un celular. Aparentemente no entiende lo que sucede, aunque un niño de su edad le grita “parece que tu mamá está muerta”. Álex solo lo mira fijamente con los ojos bien abiertos y la menor no dice nada, es como si no hubiera escuchado.

Una hermana de la víctima dice que no quiere hablar del tema, que en lo que menos piensa es en dar declaraciones a los medios de comunicación. Junto a ella está la hermana de quien hasta esa hora era buscado por la Policía: José B.

El supuesto autor ya fue capturado

Un poco antes de que se cumplieran las 24 horas del femicidio, el supuesto autor fue capturado. Estaba escondido en la casa de un amigo, en la Cdla. Los Cipreses, en el mismo cantón Durán. La investigación recién empieza, pero se presume que lo cegaron los celos, pues su mujer quería separarse de él. (I)

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