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Esta semana, en argentina capturaron a un narco requerido por la interpol que intentó eliminar su impresión dactilar

Los criminales buscan borrarse las huellas digitales, pero ¿es esto posible?

No solo las huellas de las manos ayudan a identificar a una persona, también se lo puede hacer con el ADN.
No solo las huellas de las manos ayudan a identificar a una persona, también se lo puede hacer con el ADN.
Archivo / el telégrafo
22 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Justicia

Las huellas dactilares de un ser humano se forman en el útero materno a los 7 meses de gestación. Estas impresiones, naturalmente, permanecen en los dedos desde ese tiempo hasta la etapa de putrefacción cadavérica.

Sin embargo, hay personas, por ejemplo los criminales, que intentan borrarse esta particularidad de sus manos para no ser identificados con facilidad. Esta semana, en la triple frontera de Argentina, Brasil y Paraguay, fue capturado un narcotraficante acusado de un triple crimen el cual intentó borrarse las huellas dactilares, confirmó el ministro del Interior de Paraguay, Francisco de Vargas. Para esto pagó $ 50.000.

La piel se regenera y las huellas no se borran fácilmente

Telmo Erazo Gavilanes, jefe del laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses de la Zona 8 de Policía, que comprende los cantones Guayaquil, Durán y Samborondón, explicó que la piel está compuesta por 3 capas: epidermis, dermis e hipodermis. “La epidermis es la superficial, pero la más resistente porque está en contacto con el medio ambiente; y la dermis, que es la que nos interesa a nosotros, es donde surgen los pulpejos dactilares que son los que generan las impresiones específicas; esta tiene alrededor de 7 a 8 milímetros de grosor”, detalló.

Agregó que estas estarán durante toda la vida y son inmutables. “La piel se regenera constantemente, pero los pulpejos serán los mismos. Sí se ha visto que las personas se hacen cortes profundos para alterar las huellas dactilares, pero siempre quedarán porciones en las que identificaremos los puntos característicos que son tan diminutos que no se pueden eliminar con cortes y sí podemos determinar la identidad humana. Lo ideal es que coincidan los 12 puntos característicos, pero con 8 ya se puede corroborar la identidad”, señaló el oficial.

Agregó que en Ecuador, durante sus 15 años de experiencia en esta área, no ha visto los métodos que se han conocido en otros países. Por ejemplo, personas que se practican intervenciones quirúrgicas invasivas en las que un cirujano les retira todo el pulpejo dactilar. “Debe ser un dolor indescriptible. Si se sacan toda la dermis supuestamente ya no deberían verse las impresiones”.

Erazo Gavilanes también precisó que algunas personas que trabajan con productos químicos pueden ver que sus huellas dactilares se borran o que se les forman como cayos en los dedos. “Pero después de un tiempo de que no se realice la actividad, la piel se renueva solita y aparece la huella nuevamente”.

Métodos de identificación

El oficial de Criminalística dijo que la verificación de impresiones dactilares no es el único método para identificar a los seres humanos, pero sí es la más fácil. “Hay identificación por las huellas de las palmas de las manos y las plantas de los pies. Tenemos otras alternativas como registros de voz, de rostros y la más fiel que es la de ADN. También hay identificación dental forense y en otros países de las rugas palatinas (relieve que se presentan en la porción anterior del paladar)”, sostuvo.

En un reportaje de la BBC respecto a este tema consta que un corte a través de la capa externa de la piel, la epidermis, hasta llegar a la dermis ocasiona una cicatriz que puede modificar la huella. Sin embargo, no la vuelve menos única.

Una práctica que data de 1930

Las personas también han tratado de borrar sus huellas quemando la punta de sus dedos con fuego y ácido, como lo hizo el gánster John Dillinger en 1930. El método funcionó durante un tiempo y luego la piel volvió a nacer.

Otro criminal, Robert Phillips, practicó un famoso injerto en sus dedos con piel de su pecho para borrar sus impresiones dactilares. Sin embargo, los expertos en criminalística lograron identificarlo por las huellas de las palmas de sus manos. Otros han intentado untar sus dedos con goma de pegar y esmalte de uñas. Al final, las palmas de sus manos también los han delatado.

El gánster John Dillinger intentó borrar sus huellas dactilares sin éxito. Los surcos de fricción duran incluso mucho tiempo después de la muerte, dice el experto Allen Bayle, autor de un manual sobre las manos de los muertos que utiliza la policía del Reino Unido. En 2012, el estadounidense Hans Galassi perdió varios dedos en un accidente de esquí acuático. Meses después uno de ellos fue encontrado dentro de una trucha e identificado gracias a sus huellas dactilares.

“Si una mano es hallada en el agua, es posible observar cómo la epidermis comienza a despegarse de la dermis como si fuese un guante. Sé que esto va a sonar espantoso, pero si la mano está muy maltratada, corto la epidermis y meto mi propia mano en ese guante para intentar identificar las huellas”, explica Bayle.

“Muchas veces, los peces han mordido una buena parte de la epidermis. Sin embargo, los surcos aún así pueden hallarse debajo de esa capa”, añadió. La velocidad con la que una mano se desintegra en el agua depende de muchos factores. Uno es la temperatura del agua. “Si es muy fría, se mantiene intacta por largo tiempo”, apunta Bayle. El cuerpo de una trucha, el pez que se tragó el dedo de Galassi, es tan frío como el agua en la que nada, por lo que lo que se trague se conserva, concluyó. (I)

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