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Durante 25 años practicaron incesto y asesinaron a unas 1.000 personas

La familia Beane mataba a viajeros para alimentarse

La familia Beane mataba a viajeros para alimentarse
20 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Justicia

Una historia macabra, como si fuera sacada de una película de terror, se vivió en Escocia y el principal protagonista fue Swaney Beane, quien   con su familia, integrada por 48 personas, formaron un clan que asesinaba a viajeros y luego los descuartizaba para convertirlos en su alimento.

Cuando la Policía escocesa descubrió la cueva, un olor a carne humana invadía el ambiente, puesto que hallaron restos de piernas, brazos y otros miembros de cientos de personas desaparecidas, sobre todo turistas que salían a pasear a pie por ese sector; los que iban a caballo se salvaban de morir.

Swaney Beane nació a finales de 1300 en una familia de granjeros, en las afueras de Edimburgo, cerca de la costa oeste de Escocia.

El joven Beane no quiso seguir la vida honrada y trabajadora de su padre, por tanto después de contraer nupcias se llevó a su esposa hasta el lado opuesto del país.

En mitad de la travesía deciden ocultarse en una profunda caverna. La entrada era una pequeña grieta a través de la cual se extendía una cueva de alrededor de una milla, en el estado de Gaslloway, donde pasaron 25 años de su existencia.

Al principio los Beane subsistían de las pertenencias que robaban a los viajeros que asaltaban y asesinaban. Pero pronto sus necesidades iban a ser más exigentes.

Incesto en la familia

Los Beane, al no tener contacto con otras personas, practicaban el incesto habitualmente en la caverna, de tal forma que mantenían relaciones entre hermanos, padres, madres e hijos…

Así llegó a extenderse la familia,  ya no solo eran Swaney y su mujer, sino también sus 8 hijos, 6 hijas, 18 nietos y 14 nietas, todos frutos de los continuos incestos entre ellos.

Al crecer la familia, era mayor la necesidad de alimento y la única  solución que encontraban a este problema era seguir acechando a los viajeros para asaltarlos y asesinarlos. Pero, no solo cometían estos delitos, los cuerpos eran trasladados hasta la profunda caverna, donde eran desmembrados y devorados.

El clan se acostumbró a alimentarse con carne humana, por eso tenían reservas guardadas en la cueva.

Por 25 años desaparecieron los viajeros

Durante 25 años desaparecieron cientos de personas en las extensiones rocosas de Galloway; lo único que se encontraba de los viajeros perdidos eran restos, partes de los cuerpos halladas ocasionalmente en la costa, despojos que no solían consumir y arrojaban al mar.

Esta situación empezó a preocupar a las autoridades que ya empezaron a indagar por la presión de los familiares de las víctimas.

Teorías curiosas

Estos restos humanos hallados dieron origen a las más diferentes teorías. Una de ellas era que los viajantes podrían estar siendo atacados por una manada de lobos; sin embargo, esta hipótesis no se sostuvo durante mucho tiempo, pues no solo desaparecían individuos que viajaban solos, sino también grupos de cuatro, cinco e incluso seis personas si iban a pie, eso sí, nunca a más de dos si iban a caballo. Eran muy cuidadosos asegurándose las posibles vías de escape y nunca dejaban a nadie con vida.

No faltó la idea de la presencia de hombres lobos que mataban a los viajeros en los terrenos rocosos, pero esto no transcendió.

Con el tiempo surgió otra hipótesis, alguno de los dueños de las posadas debía ejecutarlos por las noches mientras dormían y enterrarlos en algún lugar aislado para que no sean descubiertos.

Ejecutaron a inocentes

Esta teoría ocasionó que muchos inocentes vayan a juicio sin derecho a defensa, ya que -según la tradición de la época- eran torturados hasta que se les arrancaba una confesión de culpabilidad y posteriormente eran ejecutados.

Gran cantidad de posaderos inocentes fueron asesinados por este motivo y muchos otros abandonaron su trabajo por miedo a ser los siguientes. Esto ocasionó que la zona aún se volviese más desierta y el tránsito de mercaderes y viajeros descendiera.

Al descubierto

Pero el tiempo de hacer verdadera justicia llegó contra la familia Beane.

Un día, un grupo de 30 personas regresaba a casa tras haber pasado el día fuera cuando escucharon unos gritos delante de ellos. Al llegar al lugar del tumulto se encontraron con que un hombre se defendía con una pistola contra una banda de atacantes de aspecto salvaje.

Cerca de él yacía su mujer en el suelo, destripada, mientras algunos de los atacantes le arrancaban pedazos de carne y se la comían cruda. Las mujeres del clan le habían cortado el cuello y bebían su sangre.

El hombre temeroso de caer en la misma suerte se defendía desesperadamente con su pistola, así como con su espada contra una “jauría” de entre 25 y 30 hombres del clan. Los viajeros, atónitos, no podían creer lo que veían.

Al ser descubiertos, el clan de los Beane huyó hacia las colinas. Ya existían pruebas sobre las misteriosas desapariciones.
El superviviente del ataque caníbal rindió su testimonio sobre lo ocurrido con su esposa.

La historia llegó a oídos del rey James I de Inglaterra, quien decidió enviar a 400 soldados acompañados de perros de caza a la zona rocosa.

Los canes hallaron rápidamente la entrada de la caverna, pues el fuerte olor a carne les facilitó la búsqueda.

Los soldados penetraron en la cueva siguiendo el pasadizo en forma de zig-zag hasta llegar al hogar de los Beane. Allí hallaron a 48 personas y también brazos, piernas y demás miembros, amontonados unos sobre otros. Algunos trozos de carne habían sido salados, con intención de conservarlos para los siguientes meses.

Todos fueron detenidos y llevados a Edimburgo, donde fueron rápidamente procesados y juzgados  sin misericordia alguna. Todos fueron sentenciados a ejecución.

Sawney como los 26 hombres del clan fueron torturados y desmembrados en público. Todo el proceso fue contemplado por las mujeres, a quienes les esperaba la hoguera.

Ninguno de ellos se arrepintió de los crímenes cometidos en contra de por lo menos 1.000 personas.

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