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En la escuela sus compañeros se burlaban de él, por lo que se aisló

La crueldad de Tsutomu lo llevó a comerse a sus víctimas

La crueldad de Tsutomu lo llevó a comerse a sus víctimas
16 de octubre de 2015 - 00:00 - Redacción Justicia

La tarde en que Tsutomu Miyazaki dejó en evidencia su personalidad asesina, manejaba su automóvil por un parque del centro de la ciudad de Tokio, en Japón; entonces le llamó la atención una niña de apenas 4 años que jugaba sola, lo que aprovechó para acercársele y llevársela a un bosque periférico donde la estranguló y violó cuando estaba muerta.

A raíz del crimen de la pequeña Mary Komo el 22 de agosto de 1988, el hombre conocido como el asesino ‘Otaku’ no paró hasta el año siguiente, cuando fue finalmente descubierto luego de 4 muertes violentas de niñas de entre 4 y 7 años, a quienes las mutiló, violó y comió partes de los cuerpos.

Además, su sadismo llegó a extremos inconcebibles ya que mandó a los familiares de las víctimas cartas donde describía la manera en que mató a las niñas, así como restos de los cadáveres.

Estas acciones aterrorizaron a la población y a pesar de que la Policía destinó centenas de hombres a buscarlo, las pistas eran evasivas hasta que tras varios meses de pesquisas un error por exceso de confianza permitió la captura de Tsutomu.

A pesar de que el cuerpo de la primera víctima no aparecía, la policía sospechaba de que se trataba de un asesinato, lo cual confirmaron el 3 de octubre de 1998 cuando recibieron la denuncia de la desaparición de Masami Yoshizawa, de 7 años, a quien el asesino abordó cuando caminaba por una carretera de la zona de Saitama.

Tsutomu la convenció de subir al automóvil y se dirigió a las colinas de Komine Passe en donde también había matado a la primera pequeña. En esta ocasión también la estranguló luego de lo cual la desnudó y tras acariciarla por varios minutos la violó, luego recogió la ropa y salió del bosque dejando el cuerpo a menos de 100 metros del otro cadáver.

Su instinto criminal en los 2 siguientes asesinatos escalaron a procedimientos tan crueles que lo convirtieron en uno de los asesinos en serie más sanguinarios que hayan existido.

El asesino ‘Otaku’ nació en 1962 prematuramente y con una deformación en ambas manos que le impedía moverlas hacia atrás, lo cual le causó burlas de compañeros en la escuela, a pesar de eso fue uno de los mejores estudiantes aunque retraído, tímido, no era sociable y siempre escondía las manos en camisas de manga larga.

Su familia era reconocida en la ciudad ya que el patriarca tenía un periódico local, por eso sus padres siempre estaban trabajando y no le prestaban mucha atención.

Ya mayor, su estatura no superó el metro sesenta, sus ojos grandes y labios gruesos con una nariz que ocupaba gran parte de la cara y pelo abultado le daban un aspecto serio, casi de mal humorado.

Siempre se aisló debido a la vergüenza que sentía por las manos deformes, sumado a una especie de síndrome de inferioridad sexual que también desarrolló, pues, según versiones de compañeros de secundaria su pene era demasiado pequeño, incluso uno de ellos lo comparó con un lápiz y no más largo que un palillo.

A pesar de su gran inteligencia no pudo ingresar a la universidad, así que pasaba todo el día en los videojuegos, leyendo libros de cómics además se hizo fanático de la pornografía infantil.

El 12 de diciembre de 1988 su instinto criminal volvió a prenderse cuando miró en la calle a Erika Namba, de 4 años, a quien subió a la fuerza a su carro sin importarle que la niña empezó a llorar desesperadamente.
Lejos de la ciudad estacionó en un camino oscuro al tiempo que empujó a la pequeña a la parte trasera del auto y la desnudó para tomarle fotografías con una luz estrambótica; pero un auto que pasó cerca lo asustó y decidió ahorcarla, luego la amarró y metió en una bolsa que abandonó a 50 metros de la carretera.

Esto posibilitó el hallazgo del cadáver, lo cual motivó que más de 500 policías acudieran al sitio para peinarlo en busca de pistas que condujeran al culpable.

La difusión del macabro hallazgo encendió otros aspectos truculentos del criminal, quien empezó a llamar telefónicamente a las familias de sus 3 víctimas y hasta se atrevió a enviarles cartas en las que les contaba que las niñas estaban muertas.

Estas acciones aterrorizaron a la ciudad y la policía de Tokio destinó más de 100 detectives para analizar los casos. Estas acciones calmaron al asesino, pero solo hasta el verano siguiente.

El 6 de junio de 1989 Tsutomo se acercó a la Bahía de Tokio donde jugaba sola Ayako Nomoto y tras unas breves palabras la convenció de que se dejara fotografiar. La inocente subió al carro y el criminal se alejó a menos de un kilómetro hasta un sitio desolado.

Al estacionarse le ofreció un caramelo; la niña al verle las manos deformes hizo un comentario que desató la furia del asesino que la estranguló y pateó el cuerpo cerca de 5 minutos antes de calmarse.

Enseguida envolvió el cuerpo y se la llevó a su departamento donde la desnudó sobre una mesa mientras satisfacía sus torcidos apetitos sexuales, después la metió en una bolsa.

Pero no se deshizo del cuerpo sino que lo llevó a la casa familiar donde la metió a su cuarto, nuevamente la puso sobre una mesa, se desnudó y volvió a tomar fotos, además grabó un video masturbándose. Una vez saciado escondió el cadáver en un armario.

Pero a los 2 días el cuerpo empezó a oler mal, entonces decidió sacarlo, le cortó las manos, pies y la cabeza, luego llevó el torso hasta el cementerio de Hanno donde lo abandonó en un baño.

En la casa tostó las manos y se las comió en el patio trasero, el resto lo botó en una colina del bosque de Mitakeyama, a unos 230 metros de su casa.

No pasó mucho hasta que el torso de la pequeña fuera encontrado, lo cual aumentó el miedo entre la gente. Días más tarde Tsutomu interceptó a 2 hermanas que jugaban en un parque. La mayor al verlo se alejó para avisar a su papá. Al volver el padre lo sorprendió cuando fotografiaba las partes íntimas de la niña de 5 años. Al verse descubierto huyó, pero la policía lo detuvo.

En la estación detalló los crímenes y entregó fotografías y videos que hizo de las víctimas. Finalmente el asesino fue sentenciado a morir en la horca y fue ejecutado en junio del 2008. (I)

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