El allanamiento de un domicilio en el conjunto Jardines de Amagasí, en el sur-oriente de Quito, permitió a la Unidad Antinarcóticos de Pichincha descubrir más de 8 kilos de cocaína, así como 300 sellos de estampillas impregnados de un derivado del LSD.

Esto es solo un ejemplo del ingenio y habilidad de los miembros de las organizaciones narcodelictivas para camuflar el alcaloide a fin de burlar a las autoridades de control y enviarlo al exterior.

En cuadros, fotografías, libros, parlantes, artesanías, instrumentos musicales, maletas, jabones, perfumes, repuestos, teléfonos, botones, ropa, papeles, madera, macetas, estampillas..., todo es útil para los narcos que buscan desde Ecuador y en otros países de Latinoamérica, enviar el estupefaciente al exterior.

Por eso, la Policía es muy meticulosa a la hora de revisar el equipaje de las personas que viajan o dejan sus encomiendas en las agencias de correos, manifestó el coronel Mauro Vargas, jefe de la Unidad Antinarcóticos de Pichincha.

“Es un trabajo incesante que demanda concentración, ya que cualquier objeto puede estar contaminado con algún tipo de droga”, sostuvo el oficial.

De acuerdo con indagaciones policiales, los traficantes se toman el tiempo necesario para camuflar el estupefaciente, por ejemplo en botones de chaquetas para que la cocaína no sea detectada, otros en cambio utilizan ‘sachets’ de champú, a los que inyectan droga líquida que después separan, mediante un fácil procedimiento de hervido.

Durante un control policial en los Correos del Ecuador, los agentes se percataron de que en un álbum fotográfico titulado ‘recuerdo de mi graduación’, había 42 gramos de cocaína en el plastificado de las fotos, que tenían como destino España. Otro paquete contenía una revista en cuyas hojas impregnaron más de 1 kilo de cocaína líquida, la encomienda fue dejada en una agencia de correos y tenía como destino final Beirut, en Líbano.

En otro hallazgo, en una agencia de correos del norte de Quito, la Policía descubrió que los narcotraficantes se dieron el trabajo de meter casi un kilo de cocaína en 133 botones que luego cosieron en chaquetas que serían enviadas en una caja a Australia.
Según un agente antinarcóticos, que reservó su identidad, por cada dosis colocada de manera ingeniosa en una estampilla, los expendedores usualmente cobraban a los consumidores entre 30 y 40 dólares, lo cual significaba una considerable ganancia.

Vargas explicó que los agentes tienen que estar preparados para identificar la droga especialmente en los aeropuertos y agencias de correos, que son los más utilizados para enviar drogas en pequeñas cantidades. “Es primordial la paciencia y acuciosidad de los agentes, así como la importante ayuda de los canes policiales”, agregó.

El jefe de la unidad de Antinarcóticos del Guayas (e), mayor Max Rojas, en declaraciones anteriores explicó que el trabajo de su personal tiene varios frentes de acción, los agentes ejecutan un minucioso trabajo investigativo para determinar perfiles de posibles sospechosos, ya que los mafiosos “siempre buscan personas que atraviesan una delicada situación económica para utilizarlas como mulas o motivarlas a llevar la droga al interior de su equipaje, pagándoles una determinada cantidad de dinero”, comentó.

De enero a marzo de 2014 fueron incautados a nivel nacional 8.502,18 kilos de clorhidrato de cocaína, 229,96 kilos de base de cocaína 97,31 kilos de heroína, 665,6 kilos de marihuana.