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El 'Barrendero' ultrajó y estranguló a prostitutas

El 'Barrendero' ultrajó y estranguló a prostitutas
09 de diciembre de 2016 - 00:00 - Agencias/Redacción Justicia

El primer asesino en serie de Venezuela tiene seis víctimas confirmadas. Escogía mujeres de la calle, prostitutas. Las violaba, las golpeaba y las asfixiaba. Francisco Abraham García Hernández fue detenido el 8 de marzo de 2015. Videos y pruebas de ADN fueron utilizados por las autoridades para establecer su responsabilidad en los homicidios de cinco mujeres y una niña.

La captura de García, apodado el ‘Barrendero’, se dio en Caricuao, Venezuela, de donde era originario. La Policía lo buscaba tras el descubrimiento del cadáver de una prostituta en el hotel El Oeste, frente a la plaza Capuchinos, ubicada en la avenida San Martín, de la parroquia San Juan de Caracas, Venezuela.

El cuerpo sin vida de la mujer estaba totalmente desnudo sobre la cama de la habitación 115, en la planta baja. Tenía el rostro cubierto con una toalla ensangrentada. En el piso: un preservativo usado, rastros de droga, ropa y otros objetos personales. La cara de la mujer presentaba un golpe fuerte a la altura de la nariz, que le fracturó los huesos del rostro y le ocasionó la muerte.

La víctima fue identificada como Luisa Josefina Arteaga Hernández (66 años), una prostituta que frecuentaba la plaza Capuchinos en busca de clientes. Las investigaciones de la Policía evidenciaron  que estaban en presencia de la segunda víctima de un hombre que, hasta ese momento, solo conocían por el apodo de el ‘Barrendero’.

Era el mismo individuo que el 15 de marzo de 2014 había asesinado de forma similar a Zuleima Josefina Echenique, también prostituta, de 56 años, en la habitación 2 del hotel Firenze, en la esquina de Hoyo, de la parroquia Santa Rosalía.

A ella también le fracturó la cara de un golpe y la ahogó con una almohada.

Un video de la cámara de seguridad del hotel El Oeste grabó al asesino, quien se había registrado en la bitácora. Esta evidencia sirvió para comparar el aspecto físico del hombre que mató a la primera prostituta. Y para la Policía ya no existían dudas. Se trataba del ‘Barrendero’, aunque el historial de Francisco Abraham García no acababa ahí.

Cuando los funcionarios del Eje Central de Homicidios elaboraban la minuta por el caso de Luisa Arteaga, chequearon en el sistema de registro los datos de García Hernández y de inmediato se supo que el hombre era buscado por un crimen cometido en Valencia el 4 de noviembre de 2014.

La víctima era otra mujer: Alejandra Carolina Castañeda Amaro, de 38 años. El asesino la conoció en un bar cercano a la empresa Embotelladora Venezuela, ubicada en la avenida Navas Espinola, de Valencia. García Hernández tenía dos semanas trabajando allí como vigilante contratado por la empresa de seguridad Servicios Integrales de Primera.

La noche en que la mató, García estuvo consumiendo drogas dentro de la embotelladora. Salió a buscar a la mujer y regresaron juntos. “Fueron a los almacenes y allí la estranguló en el momento en que tenían relaciones sexuales. Luego el hombre se quedó dormido junto al cadáver y lo despertó el timbre de la puerta”, contó un empleado del lugar que tuvo acceso al video que registró lo ocurrido. El individuo ocultó el cuerpo y huyó.

Después de estos hallazgos, la Policía le notificó al fiscal 57, Víctor Hugo Arias, encargado de investigar la muerte de Zuleima Echenique (la primera víctima), que el asesino estaba identificado. Al escuchar el nombre del homicida, el representante del Ministerio Público se sorprendió. Se trataba de una persona que él conocía con el apodo el ‘Niño’, principal sospechoso del homicidio de dos mujeres y una bebé de 13 meses en Caricuao.

Las víctimas fueron Aleive Betzabeth Acosta González, de 25 años, y su hija Drehimerly María Acosta, de un año, que desaparecieron el 19 de julio de 2014 en la UD-3 de Caricuao.

Íngrid Bello, de 35 años, fue la otra mujer asesinada en la UD-3. La última vez que la vieron con vida estaba bebiendo licor con García Hernández. Ella fue violada y estrangulada en una loma, frente a la estación Zoológico, donde se halló el cuerpo el 15 de noviembre de 2014.

Con ellas suman seis las víctimas de García Hernández, quien se encuentra en la subdelegación Valencia esperando por el proceso judicial.  “Yo no maté a nadie. Ese no soy yo”, dice el presunto homicida cuando es interrogado por las autoridades.

La fiscal 16 del estado Carabobo ya presentó el acto conclusivo del caso, que trabajó junto a funcionarios del Eje de Homicidios Base Las Acacias. Los investigadores solicitaron un perfil genético de todas las víctimas para ratificar mediante el ADN la identidad del agresor. También verifican casos similares y no resueltos para determinar que García cometió otros crímenes.

El asesino serial no tiene un oficio definido. Las personas que lo conocen aseguran que cuando trabajaba, lo hacía como vigilante. Vivió hasta los 17 años en el bloque 16 del sector La Hacienda de la UD-3 de Caricuao, junto a su padre, dos hermanos (una mujer y un hombre) y su abuela paterna. La madre abandonó el hogar cuando él era un adolescente. Comerciantes del bulevar de Caricuao aseguran que el padre del asesino, cuando se encuentra en estado de embriaguez, grita: “Ella se fue con otro tipo que tenía más plata”. Reclama que lo haya dejado solo “y con cargas (sus hijos)”.

A los 16 años comenzó a delinquir y lo detenían frecuentemente por arrebatones. Estuvo preso en 2003 por robo y en una ocasión usurpó la identidad de su hermano. El padre tiene antecedentes por lesiones e intento de violación a una de sus hijas.

Fue obligado a abandonar la vivienda, cuando algunos de sus familiares se percataron de su conducta delictiva, además consumía crack y alcohol. Una vecina del edificio en el que vive la familia asegura que García Hernández tiene una hija, de aproximadamente cinco años de edad y con discapacidad cognitiva, cuya madre es una mujer de La Guaira, estado Vargas.  

En el bulevar de Caricuao y los alrededores de la estación Zoológico, donde solía refugiarse, los buhoneros lo veían como un indigente inofensivo. Para las prostitutas de la plaza de Santa Teresa “era un hombre de buen aspecto y aseado”, y los empleados de la Embotelladora Venezuela —en Valencia— creían que era practicante de la religión evangélica.  La fiscalía continúa las investigaciones de este caso para llevarlo a juicio y condenarlo. (I)

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