Las Fuerzas Armadas brasileñas decomisaron más de 2.000 armas blancas, casi 300 celulares, droga, dinero y bebidas alcohólicas en algunos de los presidios donde fueron masacrados unos 140 internos este año en medio de una guerra por el control del narcotráfico.

Más de 4.000 soldados inspeccionaron 10 centros penitenciarios de todo el país entre el 17 de enero y el 3 de marzo, con equipos especializados en detectar armas, explosivos, droga y celulares, como los que emplearon en la Copa del Mundo 2014 y los Juegos Olímpicos Río 2016.

"Es una acción complementaria (...) en este momento de tensión", dijo escuetamente este jueves el ministro de Defensa de Brasil, Raul Jungmann, según un comunicado de su cartera.

La intervención de los militares fue ordenada en medio de una ola de violencia que estalló en enero y que fue calificada de "medieval" por las autoridades, luego de que se confirmaran decenas de decapitaciones y de hogueras con cuerpos humanos.

Entre los centros "barridos" por los militares estuvieron el Complejo Penitenciario Anisio Jobim, en la periferia de Manaos (Amazonas, norte), donde fueron ejecutados 56 internos; el penal de Alcaçuz, en Rio Grande do Norte (nordeste), sede de una masacre de 26 reclusos; y la Penitenciaría Agrícola de Monte Cristo (Roraima, norte), en la que fueron asesinados 31 presos.

La guerra en el interior de las cárceles brasileñas comenzó cuando la organización delictiva Primer Comando Capital de Sao Paulo, la mayor de Brasil, intentó controlar el narcotráfico en todo el país, desafiando a otras facciones regionales y quitando el control de algunos centros de detención a las autoridades.

La violencia de los motines se extendió al exterior de las superpobladas cárceles en algunas ciudades norteñas aledañas a los presidios, donde bandas organizadas incineraron decenas de autobuses y obligaron a la intervención del Ejército.

Con unos 622.000 detenidos en 2.766 unidades, Brasil tiene la cuarta mayor población carcelaria del mundo, con una sobrepoblación estimada en 67%, y la mayoría de sus prisiones en condiciones de completa insalubridad.

Este ha sido un campo de cultivo para los altos índices de violencia en esos centros, que generalmente están dominados por grupos criminales. (I)