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María Narváez, de Cañar, y otros padres azuayos esperan noticias de sus hijos

Dos menores de edad desaparecen en su intento por llegar a EE.UU.

Los familiares de las personas, que migraron y desaparecieron, con un plantón efectuado en el centro de Cuenca piden saber el destino de sus parientes. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
Los familiares de las personas, que migraron y desaparecieron, con un plantón efectuado en el centro de Cuenca piden saber el destino de sus parientes. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
14 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Justicia

Al igual que muchos de los migrantes ecuatorianos, Segundo Hernán Calle quiso llegar a Estados Unidos, pero su ‘sueño’ no se realizó. Emprendió viaje en 2012 y desde entonces sus familiares lo buscan.Este 21 de agosto se cumplirán 3 años desde que Hernán tomó rumbo al país del norte como migrante indocumentado. Según su madre, María Zoila Narváez, él salió de su casa “sin decir nada a nadie”, hasta ahora tampoco se sabe dónde terminó esa ilusión del joven.

“La última vez que llamó a la casa había dicho que va a cruzar el río Bravo, y desde entonces nunca más supe de mi hijo”, contó su madre.

María Zoila recordó también que en todo este tiempo ha esperado noticias de su hijo, pero ha sido en vano. Calle es nativo de Lluillán, Cañar; cuando partió dejó a su esposa y a 3 hijos: uno de 13 años, otro de 7 y el menor de 6.

“Todos los días es un sufrimiento eterno”, manifiesta su madre, mientras los ojos se le humedecen, “lo único que quisiera saber, Diosito, es dónde está”, indica la mujer, que tampoco conoce mucho de Cuenca ni de las autoridades que puedan ayudarle.

Un caso similar sucedió con Rosa Llivipuma, oriunda de la parroquia Cumbe. La joven desapareció hace 8 años; la última vez que sus familiares supieron de ella fue cuando estuvo en Colombia, 24 días después de haber partido desde su casa, en un viaje por vía terrestre.

Según sus familiares, sería llevada a Estados Unidos por ‘coyoteros’, quienes habrían cobrado $ 12 mil para tal fin. “Me dijo que estaba en un sitio que se llamaba Bahía Solano, en Colombia, y desde entonces no sabemos absolutamente nada”, cuenta su madre, María Pugo.

Junto con Rosa salieron 10 personas más desde Cumbe y tampoco se conoce nada de ellos, agrega.

Rosa viajó cuando tenía 24 años, dejó un niño de 3 años y 4 meses.

El menor tiene ahora 11 años y sigue sin saber del paradero de su madre.  “Un grupo de personas viajó a Colombia, pero no pudieron hacer mayor cosa por las amenazas que sufrieron”, indicó María.

Un problema que no se detiene

La migración, pese a los controles y  altos valores que deben pagar los viajeros irregulares a los coyoteros, persiste. Hombres y mujeres siguen saliendo de la provincia con dirección a Estados Unidos, mayoritariamente.  

Según William Murillo, del colectivo 1800migrantes, los ciudadanos pagan entre $ 13 mil y $ 15 mil por un viaje que quizá nunca pueda concluir con un final ‘feliz’.

Murillo indica que son 109 personas de las que aún se desconoce su paradero, entre ellas 2 menores de edad, uno del cantón Sígsig y el otro de Cuenca.

El director del 1800migrantes señaló que en Colombia se han perdido 15 personas de Azuay y que se ha realizado contactos con la Defensoría del Pueblo de ese país para las averiguaciones pertinentes.  “Del total de desaparecidos, apenas se ha ubicado a 3 personas en 3 años”.

Mientras que datos de la Comunidad Ecuatoriana Migrante afirman que hasta mayo 138 personas desaparecieron en su intento por llegar a EE.UU. (I)

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