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Pedro Pablo Nakada, el mayor asesino en serie del Perú

Pedro Pablo Nakada, el mayor asesino en serie del Perú
01 de noviembre de 2013 - 00:00

Él mismo confesó que terminó con la vida de unas 25 personas para “limpiar el mundo de la escoria” y, de ese modo, obedecer a Dios que -según decía- le ordenaba matar… Su nombre es Pedro Pablo Nakada Ludeña, nació en José y María, El Agustino, dentro de la capital peruana, Lima, el 28 de febrero de 1973.

En el 2001 Pedro se establecería en Huaral, donde con sus acciones causó pánico.

La infancia de Pedro estuvo marcada por el abuso y la violencia. En la escuela, sufría bullying; y respecto de eso mencionó: “No tenía amistad con los demás niños. Sí, era solitario. ¿Por qué? Porque los niños eran malos. Me jalaban el pelo. Me molestaban todo el tiempo….”.

También cuando era niño (aparentemente esto habría empezado a los cinco años) sus hermanas mayores lo vestían de mujer y lo obligaban a salir así a la calle, donde era víctima de burlas.

A más de eso, el padre de Pedro era alcohólico y cuando estaba borracho humillaba y maltrataba físicamente a su madre. Todo esto hacía que el pequeño Pedro, pese a ser un chico sumiso, tímido y callado, se desahogase con los animales. No solamente torturaba o mataba gatos u otras criaturas que encontraba y de las cuales pudiera abusar, sino que además se untaba la sangre de estos indefensos seres (esto último no está confirmado).

Pedro tenía nueve hermanos y el peor de todos los traumas le sucedió cuando tenía cuatro años. “Odio a los maricones. Cuando yo era niño, mis hermanos me violaron porque creían que yo había matado a una perra que teníamos y que además estaba preñada. Juro que yo jamás le hice nada al animal”, expresó.

En el 2007 fue condenado a 35 años de reclusión que cumple en el penal de Luringacho, Perú

Según las palabras del asesino, también esa experiencia fue determinante en sus primeros actos de crueldad dirigidos a animales: “Ellos no me creían; y como me dijeron eso, entonces yo comencé a matar animales. Mi mayor defecto es ser colérico; la cólera me hacía matar. Cuando era ‘chibolo’ mi mamá me golpeó como salvaje y yo quemé al gato en sartén hirviendo”.

Pedro apenas logró concluir el tercer grado de la primaria, aunque después llegaría a ser un hábil mecánico (sin formación formal).

En muchas fuentes dice que Pedro fue oficial de la Fuerza Aérea Peruana, pero esto es falso; en realidad, solo estuvo reclutado 2 meses cuando tenía 17 años, pues lo echaron de la institución por considerar que padecía esquizofrenia paranoide y tenía tendencias psicópatas.

Fue expulsado por pedido de psiquiatras militares que lo examinaron. Afirmaba que escuchaba la voz de Dios y creía que los pecadores merecían la muerte. En efecto, los análisis mostraron que Nakada tenía tendencia psicópata y que constituía un peligro social, por lo que formarlo en el manejo de armas equivaldría a volverlo más peligroso.

Pedro asumía que su misión era exterminar a los homosexuales, a las prostitutas, a los drogadictos y a otros mal vistos desde una moral canónica de raigambre religiosa.

Quería meter una granada de guerra a una discoteca “para que mueran todos los corruptos y perdidos”

Además, no se consideraba un monstruo; esto se vio en declaraciones como las siguientes: “Yo no soy un criminal, soy un limpiador, he librado a la sociedad de homosexuales y vagabundos”, “¿Qué siento cuando mato –dice–? Siento que ayudo. ¿A qué? A que la gente cambie. Quiero que haya paz”, o “maté a 25 personas para limpiar el mundo de la escoria”

Pedro no mató solamente gente “corrompida”, sino seres inocentes como una niña a la cual le disparó para quitarle su bicicleta. En casos así, Pedro admite que estuvo mal, pero se justifica diciendo que “lo hacía para poder conseguir dinero, balas y seguir la misión de Dios”.

Sus víctimas

Se dijo que el número de víctimas confesadas fue de 25; sin embargo, cuando se intenta dar una cifra oficial, las fuentes varían, oscilando entre 15 y 18. Debe aclararse que Pedro mataba con pistolas de 9mm, dotadas de silenciadores de jebe que él mismo fabricaba (dijo que aprendió eso en internet…) a partir de zapatillas que compraba para ese propósito.

Por ejemplo, el 31 de mayo del 2006 hallaron el cadáver de Teresa Cotrina Abad (de 50 años). Cuando le preguntaron a Pedro por qué le había disparado en la cabeza a Teresa, se expresó así: “La encontré fumando droga, pase por su lado y me dije ‘esta señora por las puras vive’, y le disparé dos balazos en la cabeza”.

Ese mismo año mató a un taxista y dos pasajeros que, según él, se dedicaban a asaltar. También le disparó a un hombre que supuestamente quería acostarse con su mujer, aunque lo único que se supo es que Pedro salía con una enfermera.

El 19 de noviembre del 2006 mató al cosmetólogo Widmar Muñoz, de 42 años. “ Me había enterado de que el cosmetólogo era homosexual, tenía sida y se prostituía. Le pedí que me diera un servicio (sexual). Cuando se bajó el pantalón, le disparé tres veces en la nuca”… Tras matar a Widmar, Pedro se llevó una cantidad de soles equivalente a 541 dólares.

Su detención y juicio

La noche del 28 de diciembre del 2006 decenas de efectivos policiales acudieron hasta el taller donde trabajaba. Cuando uno de los policías se acercó para indagar por su presencia en el sitio, Pedro lo empujó, sacó su pistola, disparó y salió en precipitada carrera, intentando huir. Probablemente hubiese escapado si no fuera porque se le acabaron los proyectiles…

Al llevarlo al cuartel para interrogarlo, y le mostraron evidencias de ocho asesinatos, Pedro dijo que estaban equivocados, que en realidad había matado a 25 personas. Dios le asignaba aquel rol.

La detención de Pedro sucedió en un momento muy oportuno. Nakada quería, para Año Nuevo, “meter una granada de guerra a la discoteca esa, para que se mueran todos los corruptos, todos los perdidos, todos los fumones”.

Durante el juicio al que Pedro fue sometido a inicios del 2007 hubo cierta discusión entre los psiquiatras sobre si estaba loco o no; pero el dictamen final fue que diferenciaba el bien del mal y que no padecía esquizofrenia sino trastorno disocial. Debido a eso, se le condenó a 35 años (pena máxima) de prisión por el asesinato de 17 personas (esto consta en la resolución escrita, aunque algunos medios hablan que son 16 las víctimas).

Para Pedro, ir a la cárcel representaba un tormento insoportable. En la primera noche que estuvo en la celda intentó suicidarse, dándose cabezazos contra las paredes.

Pedro explicó a la prensa: “Escucho la voz de mis padres y una voz mala que me dice que mate a toda la gente corrupta, como homosexuales, rateros, alcohólicos y maricones. Pero ya no puedo cumplir la misión de Dios ya que me capturaron. Ahora sigo escuchando esa voz que me dice que me mate”.

Su sentencia de 35 años se declaró inimputable y Pedro fue trasladado al pabellón de Psiquiatría del penal de Lurigancho. Entonces confesó que de estar libre, seguiría cumpliendo su sanguinaria misión “purificadora”.

Un asesino en serie es alguien que quita la vida a tres o más personas y cuya motivación se basa en la satisfacción psicológica que obtiene con el acto cometido.

Estos criminales responden a una serie de impulsos psicológicos, especialmente por ansias de poder y compulsión sexual.

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