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El Telégrafo
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De los 16 heridos, 12 fueron dados de alta y 4 permanecen en 2 hospitales de Guayaquil

La Policía investiga origen del explosivo y también a responsables

En el barrio 26 de Marzo, en Playas, en medio del dolor de sus familiares se velaban los restos de María José Campoverde Beltrán. Cerrado sitio de explosión.
En el barrio 26 de Marzo, en Playas, en medio del dolor de sus familiares se velaban los restos de María José Campoverde Beltrán. Cerrado sitio de explosión.
Foto: William Orellana/El Telégrafo
03 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redacción Justicia

Playas-Guayaquil.-

Una cinta amarilla con la leyenda ‘zona restringida’ impedía el paso al aula con el rótulo tercero B, donde -la noche del jueves- un artefacto explotó y provocó la muerte de una joven, de 26 años, y heridas a 16 personas. Los pupitres de metal y las sillas plásticas estaban dispersos en el piso, igual que las maletas, útiles y pedazos de ropa.

La mañana de ayer, los patios de la escuela fiscal Víctor Sánchez Córdova estuvieron concurridos, pues familiares de los estudiantes y habitantes del recinto El Arenal, en el km 5.8 de la vía Playas-Posorja, querían observar la magnitud de la desgracia.

En las instalaciones del plantel primario funciona, en las tardes, el colegio Víctor Emilio Icaza, donde los estudiantes se instruyen durante un año para concluir la educación secundaria.

El viento sopla fuerte a 300 metros de la playa, del lugar de la tragedia. Cinco kilómetros más adelante, en el barrio 26 de Marzo, en la zona urbana de Playas, la familia de la víctima, María José Campoverde Beltrán, de 26 años, velaban sus restos en una sala pequeña y desamoblada de la vieja casa que habitan.

María Rodríguez Beltrán, de 28 años, quien estudiaba junto a su hermana fallecida, recordó que ambas se matricularon este año con el afán de conseguir el título de bachiller para obtener un trabajo mejor remunerado y darles una vida digna a sus dos hijos. La occisa deja dos niños de 7 y 2 años, quienes también perdieron a su padre, dos años atrás.

Rodríguez recordó que la tragedia ocurrió después de que el profesor Félix García abandonó la clase para verificar qué ocurría en la parte posterior de la edificación, pues parecía que había un incendio.

A los dos compañeros de aula que, supuestamente, llevaron y manipularon el artefacto explosivo, los recuerda como inquietos. “Eran muy molestosos, pero nunca pasó por mi mente que tendrían un explosivo en una de sus mochilas”.

Otra hermana, Verónica Indacochea Beltrán, pidió a las autoridades una investigación que no solo determine a los culpables del accidente, sino evite que desechos militares sean abandonados. “Mi pedido está dirigido a investigar de dónde los compañeros de mi hermana sacaron ese explosivo de uso militar”.

Bonifacio Crespín, dirigente del recinto El Arenal, exigió a las autoridades que se retome la revisión de mochilas a los estudiantes. “Si esa norma estuviera vigente esta desgracia no habría ocurrido”.

El ministro de Educación, Augusto Espinosa, que estuvo en Playas, precisó que en el plantel se instruyen menores y mayores de edad en el servicio de Educación Básica Flexible. “Apoyaremos integralmente a las familias, eso incluye la ayuda psicológica”.

El funcionario dijo que los estudiantes que llevaron el artefacto jugaban lanzándolo el uno al otro hasta que explotó. “La Policía investigará el origen del explosivo y determinará el nivel de responsabilidad. Es importante que conversemos con nuestros hijos para evitar que pongan en riesgos su vida y las de otros”.

Según un reporte del Ministerio de Salud Pública (MSP), hubo 16 heridos: 9 hombres y 7 mujeres. En la mañana de ayer, 12 fueron dados de alta. Cuatro están hospitalizados en Guayaquil.

Franklin Guzmán, amigo de uno de los heridos, reveló que los chicos jugaban con la munición y en uno de los tantos golpes explotó. “Gracias a Dios ya está bien. Lamentó mucho lo de la chica porque sí la conocía y estaba luchando por sus hijos”.

Severo Guzmán Chalén, junto a su nieto de 7 años, lloraba desconsolado la partida de su hija. (I)

María Rodríguez Beltrán, hermana de la víctima, resultó herida con una esquirla en el brazo derecho. Ella dijo que los chicos cargaban en la mochila el explosivo. Foto: William Orellana / El Telégrafo

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Los heridos llegaron a Guayaquil

Las esquirlas del explosivo alcanzan hasta 50 metros

Raúl Chifla, técnico en explosivos del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), detalló que de acuerdo “a la configuración de los daños materiales e indicios hallados en la escena se deduce que el artefacto que explotó fue un proyectil Ojival de uso militar, que se activó por manipulación e impacto”.

Este tipo de munición es empleada para derribar antitanques o aeronaves y la onda expansiva de las esquirlas alcanza hasta 50 metros a la redonda.

Los más afectados por esta detonación son los dos menores de edad que, supuestamente, se encontraron el artefacto y provocaron la explosión dentro del aula, además de un joven y un adulto que también asistían a clases.

Los cuatro fueron trasladados a hospitales de Guayaquil. Los adolescentes Wilson B. y Anthony C., de 17 y 16 años  respectivamente, permanecían -hasta el mediodía de ayer- con custodia policial en el área de recuperación anestésica de la Unidad de Cuidados Intensivos. También estaba Andrés Mero Mero, de 30 años.

Bernardo Fernández, del área de emergencia de la casa de salud, precisó que “no hay casos graves, todos fueron operados en la madrugada. Uno de los adolescentes tuvo fractura de huesos largos que siempre es más complicada y requiere de un internamiento prolongado y un tratamiento más largo, porque no caminará en un tiempo.

A dos les amputaron los dedos de los pies y serían dados de alta en tres o cuatro días”. Todos están conscientes.

Édgar Flores Yagual, de 19 años, fue internado en el hospital Luis Vernaza y su condición es estable, informaron los galenos. (I)

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