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El “Doctor Muerte” desvirtuó su vocación de salvar vidas

El “Doctor Muerte” desvirtuó su vocación de salvar vidas
30 de agosto de 2013 - 00:00

Las víctimas del “Doctor Muerte” se entregaban a los brazos de Morfeo sin saber que dormirían el sueño eterno... Mujeres de avanzada edad depositaban toda su confianza en Harold Shipman, un tipo con aspecto intelectual que se ganaba su aprecio mediante un buen trato y el mensaje esperanzador de que para toda enfermedad hay una cura.

Pero tras su rostro amable, en el que destacaban sus tradicionales lentes y una barba cana, él saciaba su instinto asesino inyectándoles grandes cantidades de morfina a sus víctimas, las cuales morían lentamente.

ASESINOS CUANDO MATAR SE CONVIRTIÓ EN PLACER

Un asesino en serie es alguien que quita la vida; a tres o más personas y cuya motivación se basa en la satisfacción psicológica que obtiene con el acto cometido.
Estos criminales responden a una serie de impulsos psicológicos, especialmente por ansias de poder y compulsión sexual.
Las pacientes, en su mayoría enfermas de algún tipo de cáncer, llamaban al siempre atento doctor, quien de inmediato acudía a sus casas. No ponía reparos, inclusive muchas veces no cobraba las visitas. Lo hacía como un apostolado.

Aquejadas por los dolores propios de la enfermedad, las mujeres le pedían a su doctor de confianza que les suministrara un fármaco para sentir alivio, ante esto, Shipman les inyectaba morfina en exceso, para que  descansaran en paz.

Cuando sus víctimas estaban soñolientas, el galeno las hacía firmar un testamento falso, en el cual constaba como heredero de parte de sus bienes. Debido a que el médico era amigo de los familiares, no se extrañaban de que las occisas le dejasen dinero.

El cáncer, su enemigo

Harold, nacido el 14 de enero de 1946, en Nottingham, Inglaterra, era el hijo engreído de su madre, quien falleció de cáncer al pulmón en 1963, a los 43 años.

La lúgubre imagen de ver a su progenitora consumiéndose lentamente por esta enfermedad, con dolores atroces, que solo eran aliviados con grandes cantidades de morfina, fue algo que lo dejó marcado de por vida.

Tras este suceso, Shipman tuvo una fijación con las drogas utilizadas para contrarrestar los dolores causados por enfermedades, en especial con la morfina. Esto le sirvió de  incentivo para estudiar medicina.

Tras la muerte de su madre, Shipman tuvo una fijación con las drogas utilizadas como tranquilizantesEmpezó su carrera universitaria en el campus Leeds, en 1964. En ese centro de estudios conoció a su esposa, Primrose. La primera hija de la pareja fue Sarah, quien nació en 1967. En total tuvieron 4 hijos.

Shipman se graduó como doctor y empezó a ejercer en  Halifax, al oeste de Inglaterra. En 1975 fue arrestado por falsificar documentos para conseguir de forma legal petidina (un narcótico analgésico que actúa como depresor del sistema nervioso) para su uso personal.

El galeno se había hecho adicto a esta droga para soportar el ritmo laboral que tenía, pues se recargaba de trabajo y no le gustaba delegar funciones a las enfermeras ni al personal de laboratorio. Él mismo se encargaba de poner las inyecciones y hacía los análisis.

Por el delito de falsificación, Shipman fue enviado durante varios meses a un hospital de rehabilitación de drogas. Tras una serie de terapias  el médico fue declarado rehabilitado.

Luego de salir de la clínica, consiguió un  trabajo en Durham, pero no duró mucho en él y luego se vinculó al centro médico de Hyde, Gran Manchester, en 1977. También realizaba trabajos para el servicio carcelario británico.

En 1975 fue arrestado por falsificar recetas para conseguir de forma legal petidina para su consumoPese a que en el momento de su juicio, en 1998, solo se le pudieron imputar 15 asesinatos, realizados entre 1995 y 1998, después de su fallecimiento (fue encontrado ahorcado en su celda en 2004), las investigaciones comprobaron que el “Doctor Muerte” había quitado la vida a 215 personas.

Su primera víctima fue un niño, en la década de los 70. Luego, su instinto asesino se desvió hacia los reclusos, a muchos los mató aplicándoles grandes cantidades de morfina. Los pacientes se quedaban dormidos y fallecían durante el sueño. En la década de los 80 se mantuvo estable en el centro médico de Hyde, sitio donde ganó gran prestigio y cariño de sus pacientes.

Sus compañeros de trabajo lo recordaban como un buen profesional, aunque varios de sus superiores expresaron en el juicio que Shipman era  arrogante y que siempre trataba de imponer su opinión.

Médico de confianza

En 1993 abrió su propia clínica en Market Street, lugar en el que ganó gran prestigio. Sin un control superior, Shipman tenía a su merced a sus pacientes. Era constantemente llamado a los domicilios de mujeres enfermas de cáncer.

Generalmente acudía en las tardes, cuando las víctimas se encontraban solas. Las atenciones eran las mejores, hasta que el “Doctor Muerte” se cansaba y les inyectaba la morfina. “Mi madre le tenía mucha confianza y eso es lo más doloroso para mí. Me la imagino sonriéndole mientras él le ponía aquella inyección letal; ella creía que era para curarla”, expresó Chris Bird, hijo de una de las asesinadas por Shipman.

Su última víctima fue Kathleen Grundy, de 81 años, quien, tras ser inyectada, firmó su testamento a favor del médico por 400.000 dólares. Ante esto, la hija de la fallecida, Angela Woodruff, quien se quedó sin herencia, enjuició al doctor por estafa.

Este proceso coincidió con las investigaciones iniciadas por la doctora Linda Reynolds, quien se mostró preocupada por el alto índice de mortalidad de las pacientes de Shipman.

El 7 de septiembre de 1998 el galeno fue arrestado luego de que en uno de sus pacientes, supuestamente muerto de manera natural, se detectaron altos índices de morfina. La pena impuesta fue de 15 cadenas perpetuas.

Falleció el 13 de enero de 2004, un día antes de cumplir 58 años.

DATOS

La morfina es una potente droga opiácea usada en la medicina como analgésico.

Su uso excesivo puede llevar a la muerte.

Varios de los efectos secundarios son: somnolencia, náuseas, sudoración excesiva, boca seca, astenia y estreñimiento.

La morfina fue bautizada así por el farmacéutico alemán Friedrich W.A. Sertürner, en honor a Morfeo, el dios
griego de los sueños.

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