Una madre y su hijo fueron capturados por, supuestamente, vender estupefacientes. En la casa se encontraron cerca de 500 dosis de cocaína y marihuana. El inmueble allanado está ubicado en las calles Doceava y 10 de Agosto, a dos cuadras del barrio Garay, la zona que era conocida como la ‘bahía de la droga’ y que posteriormente fue denominado ‘El barrio 10/10’.

William Aguilar, fiscal que participó en el operativo, enfatizó que lo ocurrido es producto de la migración del delito.

La mañana de ayer, las autoridades de la Secretaría Técnica de Drogas (Seted) se reunieron en la mitad del callejón para analizar la situación de los sectores intervenidos e  implementar nuevas estrategias para enfrentar la problemática.

Rodrigo Suárez, secretario Técnico de Drogas, informó que uno de los objetivos de las reuniones del comité es evitar que los microtraficantes se trasladen a otras zonas, como ocurrió con la ‘bahía de la droga’.

“Los trabajos no se pueden hacer de la noche a la mañana y constantemente investigamos. Nosotros trabajamos para evitar ese desplazamiento del delito”.

En Guayaquil están intervenidos 3 sectores: Callejón 10 de Agosto y la Décima (‘bahía de la droga’), en el suburbio de la ciudad, y Socio Vivienda uno y dos, y los bloques tres y cuatro de la cooperativa Flor de Bastión, llamada ‘zona h’, en el noroeste.

Los lugares se establecen a través de análisis de las alertas de emergencia relacionadas con consumo y venta de drogas que recibe el Sistema Integrado de Seguridad ECU911, del sistema David, donde consta la información de la seguridad interna del país e información de otros ministerios, como Salud, Inclusión Económica y Social, entre otros.

Omar Garay, del Ministerio de Salud, detalló que desde la intervención de la ‘bahía de la droga’ cinco personas afectadas por el consumo fueron atendidas en modalidad ambulatoria. “Cuando conozca que una persona tiene este problema llame al 171”. En ese callejón hay un pasillo que conduce a otras viviendas. Una de ellas está sobre el estero Salado.

Un habitante dijo: “ahora no hay problema aquí, nos encerramos temprano. En caso de que alguno de los vecinos se esté drogando, llamamos a las autoridades”.

María Castillo, moradora del sector, indicó que “en comparación con lo que era antes, todo está mejor. Uno está alerta porque nunca se sabe. Nosotros entramos temprano, porque siempre hay vecinos que no se alinean con el orden”.

El dueño de una despensa en el sector dijo que la situación sí ha cambiado, pero que igual hay personas que llegan para consumir los estupefacientes y eso significa que aún hay vendedores. “Me sorprendió lo de la madre y el hijo, pues los había visto y nunca lo hubiera imaginado. Llegaban personas extrañas, pero pensaba que eran familiares”.

Una mujer que no se identificó, y que vive a dos cuadras hacia el oeste, contó que una de las personas que continúa expendiendo narcóticos es conocida en el barrio con el alias de ‘Goofy’ y que opera cerca de un taller mecánico. “Para vender el estupefaciente y evitar que lo detengan guarda los paquetes en la estructura de un carro abandonado. Cuando uno de sus clientes se acerca va rápido a ver los paquetes”.

Agregó que otros microtraficantes ponen en los bordillos de las casas las dosis de droga y los tapan con vasos plásticos. El comprador llega y por señas le dice al vendedor cuántos sobres llevará, luego finge retirarse y deja las monedas en la vereda. “Otros venden al paso y para eso usan bicicletas. Llevan el alcaloide en los zapatos, se detienen unos segundos y dejan caer el o los paquetes. Luego reciben el dinero”. (I)