La embajadora de Ecuador en Londres, Ana Albán, dijo que la situación de Julian Assange, refugiado en esa legación desde hace un año, se resolverá “cuando haya interés por todas las partes”.

En una entrevista publicada ayer por el Financial Times, la embajadora Albán recordó cómo el 19 de junio de 2012 su personal de la Embajada la telefoneó para informarle de la llegada del fundador de WikiLeaks, que pidió ayuda al Gobierno de Rafael Correa para evitar su entrega a Suecia.

“Mi primera reacción fue pensar que (Assange) no tenía una cita y pedí a mis empleados que le hicieran un café y le pidieran que esperara”, relató Albán a ese rotativo.

Opinó que el caso puede dividirse en dos partes. “La primera parte implica las negociaciones políticas con el Gobierno británico sobre la posibilidad de extraditar a Assange a un tercer país", dijo.

La segunda, agregó, "tiene que ver con su cuidado. Está en nuestras manos y somos responsables de él: de su seguridad, alojamiento, comida, salud y bienestar”.

Albán señaló que al principio solo se alimentaba el exhacker con productos preparados por su propio cocinero, pues temía que le pudieran "envenenar”.

“Pero ahora come de todo. A veces almorzamos juntos cuando quiere comida ecuatoriana: ceviche, langostinos”, explicó la Embajadora, que también gestionó que el fundador de WikiLeaks tuviera revisiones médicas. Albán también dijo que aunque Assange “es muy fuerte físicamente”, una de sus preocupaciones era “asegurarse de que no se deprimiera nunca”.