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Los usuarios de la Metrovía optan por ir juntos y revueltos

Los usuarios de la  Metrovía optan por ir juntos y revueltos
04 de febrero de 2012 - 00:00

Son las 15:45 en la terminal de Bastión del sistema de transporte Metrovía. Las ciudadanos que abordan los articulados y que se dirigen al centro de la ciudad se distribuyen en dos filas diferenciadas: una para mujeres, niños, personas de la tercera edad y con discapacidad; y otra para varones.

La fundación Metrovía implementó esta modalidad de uso del servicio  desde el 13 de enero pasado, debido a que  recibía quejas “de que había actos agresivos por parte de algunos varones, sobre todo contra las mujeres, como el manoseo”,  según refirió  Leopoldo Falques, gerente general de la entidad.

En una nota publicada ayer en la página web del Municipio de Guayaquil, se aseguró que “con el transcurso de los días los usuarios del Sistema de Transporte Urbano Masivo Metrovía se van adaptando a la nueva forma de abordar los articulados”.

Sin embargo, durante un recorrido por los 59 paraderos de las troncales, se pudo observar que la nueva norma no se cumple en la mayoría de los casos.

Dos especialistas consultados (un sociólogo y un psicólogo) coincidieron en que la ignorancia, voluntaria o involuntaria, de las reglamentaciones sobre el uso de estos vehículos no es algo que se pueda cambiar en el corto o el mediano plazo. 

Además, los ciudadanos, refirió el sociólogo Rubén Aroca, ya están “educados” en la forma de acceder a un transporte urbano en donde lo que menos se percibe es respeto”.

“En un bus cualquiera, difícilmente se encuentra solidaridad en favor de alguien que está siendo  agredido. En la Metrovía, no hubiese existido la necesidad de entradas diferenciadas si las mujeres se hicieran respetar o, al menos, pudieran encontrar alguien que las apoye”, opina  Aroca.  

En el caso de las terminales (Río Daule, Guasmo y Bastión Popular) el control del ingreso se limita únicamente a las puertas. Dentro del vehículo, los varones escogen su asiento en la zona que, según la disposición, no les corresponde.

En la ruta de la Metrobastión, durante el recorrido realizado entre las 15:45 y 16:30,  los ciudadanos respetaron la disposición tan solo en 3  paraderos (California, Colegio 28 de Mayo y Plaza Victoria).

En el resto, no había abordaje de pasajeros o los varones ingresaron,  incluso en grupo, por  la primera puerta  de los articulados, sin ningún acompañante  mujer, niño, anciano o persona con discapacidad que justificase su presencia.

Hubo hasta quien irrespetó la exclusividad de los asientos amarillos hasta que un ciudadano con muletas, tras 10 minutos de viaje verificando la situación, le solicitó el lugar.

“Pudo haber sido algún sordo o mudo pero vi que nadie en esas condiciones debería lucir un celular en el bolsillo”, dijo Nelson Mora, quien tiene una lesión desde hace dos semanas.

Los  mensajes televisados sobre el cumplimiento de normas y sugerencias sobre conducta que se transmiten en circuito cerrado dentro de los vehículos tampoco logran escucharse una vez que, por cuestiones climáticas, los ventiladores son encendidos.

El psicólogo Víctor Quevedo, docente en la Universidad de Guayaquil, considera que si se busca culturizar a la ciudadanía se debe poner especial atención en los medios de difusión.

“Mientras las personas no noten los mensajes o las llamadas de atención difícilmente acatarán estas disposiciones”, aseguró Quevedo.  

También destacó los nuevos spots que hacen referencia a lo que debería ser la conducta ciudadana en las calles.  

“Pero se requiere un trabajo más integral entre varias entidades para que empiecen a verse resultados”, manifestó Quevedo.

El paradero del IESS, en el centro de la ciudad, donde los usuarios hacen trasbordos para dirigirse al sur o noroeste, es el sitio donde menos se respetan las normas que exigen el ingreso diferenciado o manteniendo la derecha para no incomodar a quienes  salen o entran de los articulados.

Martha Pérez, quien se dirigía al barrio Centenario, mientras decidía si abordar un taxi o no debió ceder a la avalancha humana que quería ingresar al bus articulado.

“Hay más seguridad, pero el orden sigue siendo el mismo o peor”, acotó Pérez quien vio como contradictoria la prohibición de ingresar con alimentos a los buses y paraderos cuando dentro de estos últimos se expenden comidas y bebidas.

En la ruta que cubre las terminales Guasmo y Río Daule, el respeto a la entrada diferenciada apenas se percibió en cuatro paraderos. Además, los buses alimentadores, por razones de espacio, no tienen cómo implementar la medida.

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