La sede de la Fe Bahá’i en la ciudad está ubicada en una zona residencial del norte de la urbe, cerca de hoteles y avenidas de alta circulación y aunque tiene más de 28 años de antigüedad en ese mismo punto (la fe tiene, en Ecuador, más de 50), tanto esta casa como la religión son poco conocidos en la ciudad.

Clemente Carpio trabaja como mensajero en una empresa de venta de computadoras, pero además es el encargado de cuidar este lugar en el que vive junto con su esposa e hijos desde hace 16 años.

“Me  inicié en esta creencia cuando era apenas un niño, a los 7 años, por la influencia de mi hermano y mi  padre, aunque también tuve un tiempo en el que estuve alejado de la fe”, explica.

Según cuenta, se trata de una religión mundial e independiente que nació en Persia a mediados del siglo antepasado y que fue establecida por Bahá’u’lláh, a quien ellos denominan “la manifestación de Dios para esta época”, cuya llegada fue profetizada por El Bab, un profeta que se declaró como el precursor de una nueva era de justicia y paz.

Una de las bases de la Fe Bahá’i es la creencia de un solo Dios y una sola religión, que se muestra de diferentes formas a lo largo de la historia de la humanidad.  

“El ser humano evoluciona y en ese crecimiento comprende algunas verdades espirituales. De esta manera Dios envía a sus mensajeros, que han sido varios, con el pasar de las épocas: Krishna, Moisés, Zoroastro, Buda, Jesucristo, Mahoma, El Bab y Baha’u’lláh”, indica. 

La historia de esta religión cuenta que Baha’u’lláh sufrió abusos, torturas y exilios constantes durante 40 años por  parte de las autoridades clerodominantes de Persia (hoy Irán). Durante esta época, que fue compartida con su hijo Abdul’l-Bahá,  formuló leyes y ordenanzas que recopiló en más de 100 volúmenes.

Sin embargo, el texto  más importante para ellos, que es denominado como “El libro más sagrado”, es el Kitáb-i-Aqdas. Aquí constan las  enseñanzas de la fe, reglas y diferentes conceptos éticos.

Entre sus preceptos se encuentra la libre investigación de la verdad, la unidad de la humanidad, la igualdad de derechos y oportunidades para ambos sexos, la eliminación de prejuicios raciales.

“Nosotros no tenemos doctrinas, ni ritos, ni sacerdotes, ni clero. Cada uno puede adorar a Dios de forma grupal o individual”, explica Michael Carpio, de 21 años, hijo de Clemente, quien también profesa esta fe.

Sin embargo, dentro de sus mandatos se contemplan tres oraciones obligatorias, por la mañana, al mediodía y en la noche. Todas son recitadas de memoria o de acuerdo con el libro de plegarias, con la mirada puesta hacia la Alquibla,  lugar sagrado, la tumba de Baháulláh. La Fe Bahá’í tiene su propio calendario que consta de 19 meses y 19 días cada uno.