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Las publicaciones dieron espacio para la sátira a través de dibujos

La caricatura en las revistas ilustradas

La caricatura en las revistas ilustradas
20 de diciembre de 2015 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Hacia fines del siglo XIX, en Guayaquil se publican las primeras revistas ilustradas, las que contienen información de variada índole, especialmente humorística y literaria. La primera de ellas, aparecida en papel periódico, es El Ecuador Ilustrado (1884), que contenía la obra gráfica del artista alemán Evyer. Dentro de esta tendencia, la revista El Ecuador Pintoresco (1896) publicó dibujos de J.C. Valenzuela, artista que utilizó la técnica del carboncillo y se convirtió en un verdadero cronista de actualidad, registrando con admirable talento el incendio acaecido en Guayaquil, el 12 de febrero de 1896.  Su labor como caricaturista también fue notable: Valenzuela brilló por el manejo de un fino humor, lo que contrastó con el sarcasmo de los periódicos satíricos de los años anteriores.

La presencia del fotograbado y la fototipia propiciaron la creación de un buen número de revistas ilustradas artísticas, científicas y literarias, tipo magazine, que cobraron auge durante las dos primeras décadas del siglo XX.  A raíz del triunfo de la Revolución Liberal (1895) disminuyó, en algo, la aparición de periódicos satíricos que habían visibilizado el trabajo de los caricaturistas radicales de Guayaquil; no obstante, algunos resurgieron a partir de 1901, por motivos partidistas, cuando las diferentes campañas electorales demandaban la agitación ideológica de los bandos en pugna.

En 1908, el empresario Víctor Emilio Estrada, director de la revista Patria de Guayaquil, contrata al dibujante catalán Francisco Nugué (1870-1936) para que se encargue de la página cómica. En esta “Revista Quincenal Ilustrada” -que luego se convirtió en semanal-, se publicaban poemas, artículos de variedades y noticias de actualidad. La labor de Nugué consistía en ilustrar las crónicas históricas de Gabriel Pino Roca y reseñar humorísticamente las principales noticias locales y nacionales. Para ello, desarrollaba secuencias narrativas de planos gráficos, convirtiéndose en uno de los primeros dibujantes que trabajaron el cómic en Ecuador.

‘La Quincena Cómica’ (luego llamada ‘La Página Cómica’) se volvió la columna más vista de Patria, porque Nugué ironizaba -con mucha agudeza y sentido del humor- sobre el bullir de la vida urbana en toda su complejidad, burlándose de los simulacros y contradicciones de las políticas modernizadoras emprendidas por la élite guayaquileña a inicios del siglo XX. En 1908, ponía en tela de duda la efectividad de las medidas municipales de saneamiento urbano para erradicar la peste bubónica y evidenciaba problemas diarios, como la carestía de la vida: “…Los perros tendrán perrera/ El comercio está chafado/ En Manabí están de males/ Y acá cada vez más pobres y los víveres más altos”.[1]

Este humorista-cronista del Guayaquil cotidiano y vital trabajó en Patria durante un año, pero reapareció en la revista Brochazos, en 1911, publicando caricaturas a color, algunas de tinte antiimperialista, en rechazo a las ‘negociaciones’ del presidente Emilio Estrada Carmona con el Gobierno de Estados Unidos, sobre el pretendido arrendamiento de las islas Galápagos. El ingenio y humor de Nugué, a más del diseño gráfico, hacen de Brochazos (1911) una revista única, pues ubica a las caricaturas en el mismo nivel de las noticias de actualidad, preparando el camino para la aparición de revistas exclusivamente dedicadas al género, como Caricatura (1918-1924), Caricaturas (1922), Zumbambico (1932), Cocoricó (1932-1934), entre otras.

También merece resaltarse el trabajo de dos caricaturistas que se destacaron en el contexto de las luchas políticas entre las distintas facciones liberales, durante el último gobierno de Eloy Alfaro y la breve administración de Emilio Estrada (1911): Tacho y Teobaldo Constante. La revista quiteña La Ilustración Ecuatoriana (1910) acogió al primero, quien dibujó viñetas políticas contrarias a Alfaro. Pero fue Teobaldo Constante, desde su labor como dibujante del periódico El Guante de Guayaquil, quien propició algunos de los más virulentos golpes al ‘Viejo Luchador’, al retratarlo como un político deshonesto, autoritario y sediento de poder.

Entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, la caricatura contribuyó decisivamente a la conformación de la esfera pública, donde se libraron acérrimas batallas para el establecimiento de las libertades individuales, y se convirtió en un influyente medio de propagación de nuestra modernidad artística, gracias al legado de estos precursores del humor gráfico ecuatoriano.

La etapa histórica del liberalismo radical (1895-1912) coincidió con un período de transición para las artes plásticas en Ecuador, las que, avanzado el siglo XX, dejaron de ser catalogadas como ‘bellas’, cuando repertorios visuales de otros predios sedujeron el gusto de los espectadores. La caricatura y el diseño gráfico brotaron de la prensa y se convirtieron en medios expresivos que nuclearon imaginarios modernos que se iban consolidando. (O)

[1] Patria, N° 23, Guayaquil, mayo 10 de 1908.

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