Sin muertos no hay carnaval es una película elegante y caótica, con colores cálidos y casi sobreexpuestos en el día, y azules verdosos en la noche. Hay violencia, peligro constante, incluso cuando todo está bien puede llegar una bala perdida.

Así define el director ecuatoriano Sebastián Cordero su nuevo proyecto cinematográfico. Su nueva historia, que enfoca la realidad social más violenta de Guayaquil, está estructurada como tragedia clásica shakesperiana.

Para Cordero, en muchos sentidos, es su película más ambiciosa. Él plantea mostrar una historia potente, compleja y conmovedora como ningún otro guión ecuatoriano. “Pensamos mostrarla de  manera llamativa, que va a tener su nivel de espectacularidad, con tomas aéreas, elementos grandes, escenas que suceden dentro del estadio Monumental de Barcelona, que lo hemos usado porque funciona como punto de encuentro masivo de todos los estratos de la ciudad, tal como en el Coliseo Romano”.

¿Cuál es el trasfondo de esta historia que retrata a familias e individuos que viven en la realidad marginal de un país como Ecuador?
La historia generará conciencia en muchos lugares del mundo, porque la invasión de tierras es un problema que ocurre en todas las grandes urbes; pero más allá de la historia específica de una invasión de tierra, creo que es un conflicto humano que están viviendo los personajes, es finalmente lo que hará que la gente se conecte más. Tú ves, por ejemplo, como Ciudad de Dios, de Fernando Meirelles, es una película que enfoca cómo se creó una favela, que es importantísimo para entender el contexto, pero finalmente con lo que te conectas es con los conflictos de los personajes específicos y, a través de ellos, te conectas con el entorno que los rodea. También es una película que habla mucho sobre la naturaleza humana frente a conflictos de intereses y cómo se mueven las piezas para  tratar de salir beneficiado o evitar ser engañado o estafado. Por eso creo que es una historia que intenta contar, desde la perspectiva más objetiva, qué cosas  está dispuesta a sacrificar la gente para lograr sus objetivos y qué sacrificios éticos y morales está dispuesta a hacer. También toca el tema de la corrupción a todo nivel, incluyendo la corrupción con uno mismo, con los principios que uno se ha puesto y que de repente está dispuesto a sacrificarlos por un interés mayor.

¿Por qué cree que este guión conmoverá a la gente?
La primera versión del guión  se llamaba Familia, porque cuenta la historia de un grupo familiar alrededor del cual gira todo el conflicto principal. Lo que más me gustó fue el tratamiento de la familia y cómo era retratada por medio de los ojos de Andrés (Crespo), es decir, como un soporte y apoyo, pero también como algo que requiere mucho de ti y que te pide mucho. También están bien retratadas y exploradas las dinámicas de dependencia y de poder dentro de la familia, incluyendo un análisis de quién es su integrante alfa.
Me sentí muy atraído en desarrollar esto, así que hemos venido reescribiendo y trabajando mucho este guión.

¿En qué estado se encuentra la película?
Se encuentra en desarrollo, a punto de empezar la preproducción. Nuestra idea es filmar entre septiembre y octubre. Sin embargo, ya se está generando expectativa mediática sobre ella y ese es nuestro interés. Queremos ir más lejos y compartir con el público el proceso de hacer una película.