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El sitio marcó los últimos meses del prócer

‘El Libertador’ retorna sobre una proa a la Isla Santay (Galería)

El niño que personificó al Libertador es uno de los mejores estudiantes de la escuela Jaime Roldós Aguilera, único establecimiento educativo de la zona. Fotos: José Morán/El Telégrafo
El niño que personificó al Libertador es uno de los mejores estudiantes de la escuela Jaime Roldós Aguilera, único establecimiento educativo de la zona. Fotos: José Morán/El Telégrafo
30 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Guayaquil

Ayer una canoa recorrió lentamente el río Guayas, bordeando la isla Santay. A lo lejos se divisó que sobre su proa permanecía, inamovible, la figura de una persona ataviada con una camisa azul y grana y un pantalón blanco.

Conforme se acercaba al muelle del lugar se distinguían más detalles, como el que la ropa correspondía a un uniforme militar muy común en el siglo XVIII.

Tan vistoso personaje de la canoa era el libertador Simón Bolívar, representado por Luis Parrales, estudiante de la Escuela Jaime Roldós Aguilera, único plantel de la isla.

Los habitantes del lugar recrearon la primera visita ilustre que tuvo Santay. El 28 de agosto de 1829, Bolívar llegó al sitio por recomendación médica para trasladarse a una casa de campo y reponerse de su enfermedad.   

La historia cuenta que llegó hasta el sitio luego de ingresar victorioso a Guayaquil y tras conocer que el Mariscal Antonio José de Sucre venció al ejército peruano en la batalla del Portete de Tarqui (27 de febrero de 1829).     

En medio de aplausos y vítores Luis Parrales y sus compañeros caminaron hacia la casa comunal de la ecoaldea.

Luis, de 7 años, tuvo algo de dificultad para avanzar hacia el muelle tras bajar de la canoa. Aunque tenía un par de botas de caucho que lo protegían del agua, que llegaba a la orilla del ‘Río Grande’, un joven cargó al pequeño ‘Libertador’ para evitar que el vaivén de la ría le hiciera perder el equilibrio.  

Una vez en el muelle, el infante buscó su espada de juguete y la empuñó, queriendo imitar al personaje que interpretaba cuando comandaba las batallas contra el ejército español. Con este gesto se dirigió a una cabaña que en tiempos anteriores sirvió como escuela.     

El trayecto estaba lleno de piedras y vegetación nativa, por lo que Luis debió cuidar cada paso para no caerse.

En el camino, sus compañeros de estudio formaron 2 filas simulando una calle de honor para recibirlo. En la rústica casa donde debía llegar aguardaba Benito Domínguez, su abuelo materno, quien en representación de las 56 familias de Santay, recibió al pequeño Bolívar.

“Aquí puede descansar y mejorar su salud”, pronunció Domínguez como bienvenida. “Gracias”, respondió su nieto. Mientras, una de las maestras de escuela hacía una breve reseña de la visita de Bolívar.

El Libertador Simón Bolívar permaneció en la Isla Santay hasta el 23 de septiembre de 1829 y luego partió hacia Quito.

Su periplo continuó por Ibarra, Pasto  y luego Bogotá, para finalmente llegar a Santa Marta, en donde falleció el 17 de diciembre de 1830.    

El pequeño Luis se retiró de la cabaña a paso lento y empuñó su espada mientras sus compañeros gritan “¡Viva Bolívar!”. 

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