En el Malecón 2000 predominan la marca, el precio y el local. Sin embargo, al margen de un mercado que todos los días atrae a miles de turistas, los comerciantes informales solo pueden ver de lejos la “tierra prometida”, gracias a una ordenanza municipal.

Las declaraciones que dio el lunes la candidata a la Alcaldía, Viviana Bonilla, sirvieron para sacar a la luz algo que se había mantenido en las sombras: el acaparamiento de un área de turismo y comercio por parte de unos pocos, con el aval de una fundación privada.

Como lo denunció la postulante al ‘Sillón de Olmedo’, la compañía Celamax es concesionaria y maneja la venta exclusiva de helados Pingüino en los diferentes puestos que tiene la conocida marca transnacional dentro del Malecón.
Con documentos, Viviana Bonilla demostró que uno de los principales accionistas de la compañía, que también funge como gerente financiero administrativo de la Fundación Malecón, percibe ganancias por ambos lados, se trata de Daniel Torre Robalino.

Él recibe un sueldo de $ 7.500 por parte de la entidad que regenta el Malecón y, además, es propietario del 50% del total del paquete accionario de Celamax. Sus acciones son 11.000, a $ 1 cada una. El actual gerente de la compañía es César Alvarado Navarro y antes quien asumía el cargo era Oscar Torre Robalino, hermano de Daniel.

El funcionario dice que   el ente no es municipal 
Para el gerente financiero administrativo de la fundación, Daniel Torre Robalino, no se trata de un “latisueldo” su ingreso de $ 7.500.  Él contestó, en un comunicado, que su salario es pagado con dinero privado, debido a que la Fundación Malecón no es municipal. Este medio intentó contactarlo, pero sus colaboradores indicaron que no estaba disponible.

En un comunicado emitido poco después de las declaraciones de la candidata y exgobernadora, Torre señaló que la contratación en el ramo de helados es con Unilever y que la empresa en la que es accionista solo “guarda una antigua relación de distribución a nivel nacional a través de heladerías”.

Según el gerente financiero, esta relación comercial entre Celamax y la Fundación Malecón “nunca se ha disfrazado ni ocultado”.

Existen al menos otras dos marcas de agua y gaseosas que acaparan la oferta en el sitio. En estas circunstancias, y en cumplimiento del artículo 6.1.5 de la “Ordenanza que Norma la Instalación de Kioscos y Carretillas y demás Formas de Desarrollo de la Actividad Comercial en Espacios Públicos”, los comerciantes informales no pueden realizar su trabajo dentro de las instalaciones del Malecón y en otros nueve sectores de la ciudad.

La mayoría de los sectores vetados tiene afluencia de visitantes. Juan Riofrío, quien vende agua purificada en el sector de la Bahía, siente que es una injusticia que no se los deje comerciar sus productos en el área del Malecón.

“Lo curioso es que adentro es más caro y a veces nosotros aprovechamos para vender más barato esperando a los clientes en el exterior”, aseguró el informal.

Similar postura tiene Byron Pico, quien considera que las grandes empresas le quitan la posibilidad de prosperar como vendedor de colas. “Solo permiten que ciertas marcas se vendan. No le dan opción ni al cliente y le quitan la oportunidad a uno como comerciante”, exclamó el comerciante.