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El Telégrafo
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La casa Marín fusiona historia con modernidad

En 2005 la casa Marín fue restaurada y posteriormente arrendada para restaurante.
En 2005 la casa Marín fue restaurada y posteriormente arrendada para restaurante.
Foto: Miguel Castro | et
21 de agosto de 2019 - 19:00 - Redacción Séptimo Día

En la calle Numa Pompilio Llona del tradicional Barrio Las Peñas, cuna de Guayaquil, signada con el número 177 está la casa Marín, un inmueble de tres niveles con un total de 490 m2, declarada Patrimonio Cultural del Ecuador en 1982, que ofrece al público un concepto que fusiona cultura, arte e historia.

Su centenaria estructura de mangle forrada con chanul y grandes ventanales de rendijas que miran al apacible río Guayas, acoge a creativos independientes que exhiben sus emprendimientos artísticos, gastronómicos, musicales y a otros que dictan talleres relacionados con el arte. Esta propuesta contemporánea se fusiona con la riqueza histórica del inmueble y su entorno.

Mayte Marín, administradora y propietaria de la vivienda, cuenta que esta fue residencia de América Alfaro Paredes, hija del expresidente Eloy Alfaro. “A inicios del siglo 20 mi bisabuelo Francisco Pesantes, amigo de los Alfaro, compró la casa que fue alquilada a varias familias hasta que mi padre (Hugo Marín Veloz) la adquirió, antes de ser declarada Patrimonio, a la familia de mi madre (Esther Azar Pesantes) y de allí surgió como Casa Marín”.

En 2005 la casa fue restaurada y arrendada para restaurante hasta 2009. En 2013 era alquilada a otro negocio gastronómico cuando sufrió un incendio que causó daños menores y provocó su cierre hasta fines de 2016.

En 2005 la casa Marín fue restaurada y posteriormente arrendada para restaurante. Foto: Miguel Castro | et

Ese año la familia Marín decidió restaurarla con madera chanul, pero manteniendo su diseño, para abrirla y administrarla bajo un concepto visto en la ciudad argentina de Palermo, donde en las mañanas las casas son ferias de artistas, en las tardes funcionan como restaurantes y en las noches son bares, explica Mayte.

Casa Marín inició con un encuentro de artistas y desde entonces continúa con las ferias cada primer fin de semana de mayo a noviembre con espacios para 10 a 30 expositores. Para los músicos hay una especie de micrófono abierto y para los artistas visuales cada mes hay un concurso de afiches de las actividades que realiza la casa.

En 2005 la casa Marín fue restaurada y posteriormente arrendada para restaurante. Foto: Miguel Castro | et

“Para nosotros es un privilegio tener esta vivienda llena de historia, pero también es una responsabilidad social compartirla al público. Nos encanta ver cómo se ilumina con las propuestas de artistas locales y que todas las personas puedan conocer la estructura y arquitectura de Casa Marín, porque ayuda a afianzar nuestro sentido de pertenencia. Es importante conocer de dónde venimos, nuestras raíces y comenzar a apreciar lo que tenemos”. (I)

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