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Su despedida oficial será este fin de semana en el partido contra el nacional, en quito

“Nunca he encontrado un lugar donde me haya sentido tan feliz”

Pedro Quiñónez (i) abraza al director técnico Gustavo Quinteros, luego del segundo tanto de Emelec. Foto: Eduardo Escobar / El Telégrafo
Pedro Quiñónez (i) abraza al director técnico Gustavo Quinteros, luego del segundo tanto de Emelec. Foto: Eduardo Escobar / El Telégrafo
10 de marzo de 2015 - 00:00 - Redacción Fanático

Una mezcla de emociones sintió el director técnico de Emelec, Gustavo Quinteros, antes, durante y después del Clásico del Astillero que se jugó el domingo pasado en el estadio Modelo Alberto Spencer.   

Con la voz casi ‘quebrada’, durante la rueda de prensa, el estratega dijo que lo “invade una tristeza grande” por haber dirigido por última vez a los azules en Guayaquil. Su último partido en el banquillo ‘millonario’ será este fin de semana contra El Nacional, en Quito. Desde el 16 de marzo se hará cargo de la Selección Ecuatoriana de Fútbol.                

Dos horas antes del Clásico, Quinteros descendió del bus que llevó a la plantilla al estadio Modelo, vestido con el uniforme de concentración del equipo (camiseta y pantaloneta azul). En su mano derecha cargaba un portatrajes negro con la marca Hugo Boss estampada en la parte frontal. El estratega se preocupó por lucir impecable en la despedida de la hinchada que, según sus propias palabras, hizo que se sintiera feliz.     

Luego de saludar con algunos hinchas y de conversar con varios periodistas, el nuevo timonel de la ‘Tri’ ingresó al camerino para dar su penúltima charla técnica.     

Ya en la zona técnica -a las 17:20-  apareció elegantemente vestido para la ocasión: con una camisa negra y un pantalón gris. Saludó con la mano a los fanáticos que se encontraban en la tribuna y les brindó una sonrisa. Pero era notable un rezago de nostalgia en su rostro.  

Tras observar el estadio y examinar el estado del césped (pésimo en condiciones, según lo confirmó en rueda de prensa) se sentó en la banca, junto a los demás miembros de su cuerpo técnico.  

El juez central Omar Ponce dio el pitazo inicial del encuentro y el ‘profe’ siguió en el banquillo. Revisó un papel que tenía guardado en el bolsillo de su pantalón e intercambió palabras con uno de sus asistentes. Luego de cinco minutos se puso de pie y se ubicó a menos de un metro de la cancha por donde corría Óscar Bagüí, de Emelec, y Pedro Pablo Velasco, de Barcelona.  

Su semblante cambió radicalmente y tras observar los primeros minutos de su equipo -visiblemente enojado- comenzó a dar instrucciones a sus jugadores.    

Por su ubicación en la cancha, Bagüí fue el encargado de recibir los regaños, las órdenes y hasta los reclamos del entrenador. El DT le pedía a sus dirigidos que mantengan el balón y que no se desesperen, movía sus manos exageradamente, pues el rival estaba controlando las acciones y llegaba con peligro.

Se jugaban 25’ y Ely Esterilla tuvo la oportunidad de abrir el marcador a favor de Barcelona; entró solo al área, pero su remate salió desviado. Tras la jugada, el estratega se molestó y llamó eufóricamente la atención a sus defensas, especialmente a los centrales Jorge Guagua y Gabriel Achilier.      

Luego revisó otra vez sus apuntes y se desconectó por unos instantes del partido. Regresó su mirada a la cancha y en ese momento Esteban Dreer, en su afán de habilitar a un compañero, mandó al balón afuera de la cancha. Aquello enojó a Quinteros, que desde la zona técnica increpó al portero argentino-ecuatoriano, que intentó justificar su error, pero se quedó callado ante la mirada reprobadora del técnico.

El sistema táctico ‘eléctrico’ no funcionaba a la perfección y Quinteros pidió a Robert Burbano que  iniciara el calentamiento. El primer tiempo terminó con el marcador igualado 0-0 y el estratega caminó lentamente por un costado de la cancha junto a Luis Suárez (asistente) hasta los camerinos.  

Aunque la hinchada que se encontraba en la general aplaudía y entonaba cánticos a favor de su técnico, este siguió concentrado en el análisis junto a su asistente.

En el segundo tiempo, la posición del DT azul no cambió. Desde el inicio se paró al borde de la cancha y exigía a sus jugadores tener la pelota en su poder y adelantar las líneas. Con las manos señaló varias veces a sus defensas y volantes que presionen y no se queden atrás.

A los 70’, gracias a la presión que tanto exigió el DT a sus jugadores, llegó el primer gol de Ángel Mena tras una jugada excepcional de Miller Bolaños. El estadio explotó en júbilo por la anotación, los jugadores celebraron, pero el flamante técnico de la ‘Tri’ fue más cauto, un poco frío, porque aún faltaban 20 minutos. Habló algo con Suárez y se mantuvo de pie en el mismo lugar.  

Emelec controló el balón y en las gradas la hinchada comenzó a gritar el ‘ole-ole’, cada vez que realizaban un pase. A los 82’, y tras una excepcional jugada iniciada otra vez por Bolaños y terminada por Marcos Mondaini, llegó el segundo tanto de Emelec, para la emoción del ‘profe’ que en esta ocasión sí lo celebró.

Quinteros observó la jugada con mucha concentración, caminó unos pasos como acompañando a Bolaños; tras el remate de Mondaini, se dio la vuelta y con los brazos en alto gritó el segundo tanto de Emelec. Sus asistentes se acercaron a celebrar, pero fue Pedro Quiñónez, que en el primer tiempo salió lesionado, quien abrazó al entrenador.   

En los últimos minutos del juego,  siguió en su rutina, dirigiendo y pidiendo a sus jugadores concentración. Tras el pitazo final levantó sus brazos, felicitó a todos los que estaban en el banquillo y se despidió de los hinchas.  

En la rueda de prensa intentó hablar del rendimiento de sus jugadores y del desarrollo del partido, pero las preguntas fueron dirigidas hacia sus sentimientos por el club. “He intentado disfrutar estas dos últimas horas con todo el equipo. Nunca he encontrado un lugar donde me haya sentido tan bien, tan feliz como me sentí en Emelec”.

Finalmente, con lágrimas en los ojos, Quinteros agradeció a la dirigencia, jugadores e hinchas por todo lo vivido en los tres años en el club. “Mucha tristeza porque me voy a ir de este gran club donde fui feliz; muy feliz por la victoria, pero triste por la partida”, dijo en tono de despedida.

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