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El retiro convirtió al ‘Mono’ en un hombre hogareño

El retiro convirtió al ‘Mono’ en un hombre hogareño
24 de enero de 2014 - 00:00 - Luis Cheme

Ver la foto de su padre en el Museo de Barcelona, en Guayaquil, dejó a Lorena una estela de emoción indescriptible. No era lo mismo que observar las fotos que se encuentran en la casa de su etapa como futbolista. “Es lindo saber que fue querido por los hinchas y ahora hay un homenaje por lo que él y otros hicieron por este club”, comentó.

La fama es gloriosa, pero no mejor que la tranquilidad del retiro. Al menos así lo siente Publio Lorenzo ‘El Mono’ Klínger, exdelantero que jugó para Deportivo Quevedo, Liga de Portoviejo, Barcelona, Audaz Octubrino y Aucas.

Vestido con camiseta, bermuda y sandalias, Lorenzo abre la puerta de su casa para conceder la entrevista. Desde hace 18 años reside en Muisne, entre las calles Juan Montalvo y Rocafuerte. Para la familia de Lorenzo no fue difícil acostumbrarse a esta localidad. Pese a no contar con agua potable ni calles asfaltadas, es un lugar tranquilo, donde se puede vivir en paz.

La casa del exariete no es una mansión, pero cuenta con todos los ambientes. El orden y la limpieza la tornan acogedora. Sobre la pared de la sala dos fotos antiguas de Lorenzo lo muestran en sus años de deportista, cuando prestó sus servicios en Liga de Portoviejo y Barcelona.

Aquellas y otras gráficas son la única referencia que tiene Lorena de la faceta deportiva de su progenitor. Con 31 años de edad, en su memoria solo quedan recuerdos borrosos del futbolista, quien abandonó la actividad profesional en 1991, cuando él tenía 34 años y ella, 9.

Lorena, quien trabaja como enfermera en el hospital Delfina Torres, de Esmeraldas, es una de los seis hijos del ‘Mono’. Ella visita constantemente a sus padres, más ahora que cumple la licencia de maternidad luego del nacimiento de Érica Cheme, la octava nieta del exjugador.


“Los mejores años de Lorenzo Klínger fueron 1985, 1986 y 1987, cuando demostró condiciones dentro y fuera del país”.  Luis Miguel Baldeón, periodista deportivo

Lorenzo es un abuelo cariñoso, admite que Érica lo tiene ‘chocho’, es la única mujer entre sus nietos. Érick Cheme, otro de ellos que acaba de llegar de la escuela, también le hace sentir orgullo. El ‘Mono’ sueña con verlo convertido en jugador profesional, ojalá, con los colores de Barcelona, el equipo de sus amores.

Érick dijo que quiere ser mejor que su abuelo y desarrollar la habilidad del argentino Lionel Messi. Lorenzo, quien entrena en la categoría Sub-12 de la escuela de fútbol del Municipio de Muisne, se comprometió a enseñarle todos los secretos del balompié.

Del estrés de la fama a la calma del hogar
Rubí Córdova (53 años), esposa del ‘Mono’, reveló que, desde el retiro de su marido, por fin su hogar se consolidó. Con tono de reproche, comentó que mientras él era jugador activo permanecía lejos de la familia. Los rumores de relaciones cercanas con ‘admiradoras’ eran un dolor de cabeza. Lorenzo compartió poco con sus seis hijos, no los vio crecer. Rubí se cuidó de no atosigarlo. Aseguró que respetó su espacio, no lo ‘persiguió’ a las ciudades donde jugaba para evitar la inestabilidad que genera mudarse constantemente.

Por este motivo, desde el día en que Lorenzo colgó los botines, Rubí sintió que la oportunidad de consolidar su hogar había llegado. No se equivocó, él se tornó más hogareño y compartió más tiempo con sus hijos. “Aunque siempre estuvo pendiente de nosotros, no es lo mismo que tenerlo en la casa. Doy gracias a Dios porque valoró más el hogar y a su familia”.

Ahora que sus hijos son grandes, el ‘Mono’ trata de disfrutar con sus nietos. Gran parte de su tiempo lo dedica a jugar o a salir con ellos. Fomenta una estrecha relación con todos por igual.

La vida del futbolista
“Era enganchador, encarador, un delantero que definía bien”, mencionó Segundo ‘Cocoa’ Pazmiño (50 años), al responder sobre las características de Lorenzo.

El ‘Mono’  fue un puntero derecho que destacó en varios clubes. Aquí en Audaz Octubrino.

‘Cocoa’, quien durante 13 años se desempeñó como marcador izquierdo (Aucas, Valdez, Macará y Olmedo), admitió que marcar al ‘Mono’ era complicado, no solo por la habilidad que poseía, sino por su persistencia para penetrar al área. Otra virtud del atacante esmeraldeño era su juego limpio. Pese a que la calentura de los partidos encendía los ánimos de los exponentes, Lorenzo no caía en provocaciones.

El periodista deportivo Luis Miguel Baldeón (45 años) lo describe como un ariete fuerte, corredor y oportunista, el alternante de Lupo Quiñónez en el ‘Ídolo del Astillero’.

Reseñó que Lorenzo estuvo en Barcelona desde 1983 hasta 1988. En esos años aportó para la conquista de los títulos de 1985 y 1987, octavo y noveno campeonatos en la historia del conjunto amarillo. También integró la plantilla de 1986, cuando el elenco guayaquileño consiguió el subcampeonato. Además, participó en la Copa Libertadores de 1983, 1986, 1987 y 1988, certamen en el que concretó dos dianas.

Lorenzo comenzó en el fútbol a los 17 años a nivel amateur. Estuvo primero en el Peñarol y en el Pelícano de Esmeraldas. De allí, a los 21 años fue transferido a Deportivo Quevedo. Dos años más tarde se incorporó a Liga de Portoviejo y luego de dos años a Barcelona. En 1988 salió del combinado porteño para firmar por Audaz Octubrino, de Machala, y en 1990 se fue al Aucas. Regresó al Audaz y abandonó la actividad en 1991.

Al escuchar estas referencias, un brillo de añoranza apareció en los ojos del ‘Mono’, quien no recuerda cuántos goles sumó a lo largo de su trayectoria. Solo afirma que su promedio era de 16 goles por temporada.

Lo que nunca olvida son los compañeros que tuvo. Durante su estadía en el representativo ‘canario’ compartió camerino con varios ‘históricos’. Cita a Carlos Luis Morales, Hólger Quiñónez, Tulio Quinteros, Lupo Quiñónez, Mauricio Argüello, Alfredo de los Santos, Toninho Vieira, Severino Vasconcelos, Walkir Silva, Jimmy Montanero, Galo Vásquez, Luis ‘Palito’ Ordóñez, etc.

Al ‘Mono’ le son imborrables la clasificación a segunda fase de la Copa Libertadores de 1986 luego de eliminar a los brasileños Coritiba y Bangú, y al vicecampeón nacional Deportivo Quito. Y el triunfo 1-0 sobre Argentinos Juniors en el estadio Modelo, pues en ese entonces ostentaba el cartel de campeón de la justa sudamericana.

No olvida tampoco haber integrado el equipo que estrenó el estadio Monumental el 27 de diciembre de 1987. Y que el apodo se lo puso el narrador Petronio Salazar, después de un diálogo al pie de una palmera de coco en Salinas. Petronio bromeó al manifestar que estaba entrevistando a un mono.

Las remembranzas estremecen a Lorenzo. Con una leve sonrisa, expresó que su ‘pana’ del alma en Barcelona fue Tulio Quinteros, con quien compartía habitación cuando viajaban a otra ciudad del país o del exterior. Hasta ahora mantiene contacto con él. “Tulio ahora trabaja en la escuela de fútbol de la Prefectura del Guayas. Es un gran tipo”.

La única frustración del exjugador en el ámbito deportivo es no haber vestido la blusa de la selección nacional. Ese anhelo espera verlo en carne ajena, a través de su hijo Jorge (21 años) o de Érick.

Citó que Jorge, además de estudiar ingeniería en sistemas en la Universidad Nacional de Chimborazo (UNACH), es puntero izquierdo en un equipo barrial de Salcedo. Después de recibirse de ingeniero, planifica incursionar a nivel profesional.

Hombre trabajador
Si como futbolista resultó eficiente, su esposa afirma que como padre y hombre es aún mejor. Nunca se quejó por laborar en algo que no sea de su agrado. En la actualidad, además de trabajar como entrenador para el Municipio, realiza fletes de Muisne a Esmeraldas. Por la carrera, ida y vuelta, cobra 40 dólares. Además, ocasionalmente, atiende en la farmacia de medicina veterinaria de su yerno (César Mideros).

Un valor agregado es el afecto familiar. Rubí afirmó que sus hijos, nietos y esposo están unidos en las buenas y en las malas. En noviembre de 2012 pasaron un gran susto, Lorenzo casi pierde la vida a manos de unos asaltantes que le robaron el auto en Esmeraldas.

Afortunadamente, por la preocupación y constancia de todos, las autoridades recuperaron el vehículo 20 días después.

Esas experiencias difíciles han reforzado el amor entre los miembros del hogar, al igual que los momentos de esparcimiento. Acostumbran salir a la playa a nadar o a comer un asado o cualquier otro antojo.

El ‘Mono’ es un personaje de gustos sencillos, ama el pescado, pero detesta el brócoli y la zanahoria. Le agrada la salsa, es un ‘as’ para ‘mover el esqueleto’. Le molesta cuando toman sus cosas sin permiso.

Lorena lo admira. Considera que la familia ha salido adelante en virtud de las buenas decisiones de sus padres. Cada vez que observa un video, una foto o una nota de su época de futbolista, sabe que supo aprovechar la herencia de la fama.

Datos

Lorenzo no se aleja del balompié. Todos los domingos se reúne con amigos en Esmeraldas para jugar fútbol de playa.

El ‘Mono’ no tiene una fortuna, pero vive dignamente. Además de la casa en Muisne, su familia posee una vivienda en Esmeraldas.

Otro gran sueño de Lorenzo Klínger es dirigir como técnico a nivel profesional. Existe un proyecto del Municipio de Muisne para fundar un club que busque el ascenso.

El gol que más recuerda es uno de cabeza que le hizo a El Nacional en 1982. Jugaba para Liga de Portoviejo, que ganó 2-1.

LEA MAÑANA

El ‘Gato’ Maldonado, campeón con El Nacional en 1967, administra un restaurante de mariscos.

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