Estoy convencido de que solo alguien de los millones de personas que gozaron y festejaron el rotundo y categórico triunfo de Barcelona ante Liga de Quito sintió -aparte de la algarabía- una paz interior que solo el tiempo tiene la capacidad de dar. Y ese alguien fue Almada. El entrenador ‘charrúa’ llego al país y lo primero que mostró fue un paladar futbolístico muy exigente, donde un balón dividido era casi un insulto y no tener el control del partido podía significar un suicidio. Con Almada, los laterales deben estar abiertos en tres cuartos de cancha mientras los centrales dan opción de pase al arquero a la altura del área grande, para de esta manera estirar la presión del rival y generar espacios para gestar ataques.   

Ese concepto es muy válido y utilizado por muchos equipos que persiguen el objetivo de ser valientes desde la propuesta. Pero este juego tan mágico, que tiene la particularidad de que se gana con un gol de diferencia, no tiene ningún escrúpulo en darle el beneficio quizás al equipo que menos buscó e intentó, situación que le pasó muy seguido al plantel de Guillermo Almada en 2015, donde por merecimientos debió tener más puntos, pero esto es de goles. La madurez de este Barcelona nos demuestra que su piloto también creció y comprendió que debía apartarse de su bohemia postura y bregar día a día en una idea más tangible para que de esta manera el capital humano con el que cuenta exprima su potencial en un sistema más acorde a las características de los integrantes.

Los laterales hacen su trabajo con el manual debajo del brazo, primero marcan, luego colaboran en la salida y, si encuentran el carril vacío, pasan por sorpresa, convirtiéndose en eslabones fundamentales del esquema. En la zona medular, la combinación de fuerza y presencia con velocidad y talento que apartan Minda o Castillo y  Calderón resaltan quizás al sector más determinante que realiza el trabajo sucio de cortar y entregar, como también el de generar ese primer y fundamental pase limpio para que Díaz dibuje más adelante.

El bosquejo también incluye impronta en los veloces carrileros y mucha vehemencia en el hombre más adelantado en este caso puntual, que es Álvez, futbolista ideal para el paladar de un hincha que valora más la entrega que las intenciones. Analizar una goleada como la del último fin de semana es revisar un duelo que se inclinó por varios factores que, para comprenderlos, hay que primero conocer la interna del equipo ‘albo’ que padece un desorden futbolístico alarmante. Almada goleó el domingo a Borghi en todos los aspectos del duelo. (O)