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El Telégrafo

Los 90.000 espectadores formarán un mosaico en el que se leerá ‘Gracias Johan’

Zidane vs. Luis Enrique, un duelo legendario en el clásico español

De la mano de Luis Enrique (atrás a la derecha), el FC Barcelona no pierde hace 39 partidos.
De la mano de Luis Enrique (atrás a la derecha), el FC Barcelona no pierde hace 39 partidos.
Foto: AFP
02 de abril de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

Hay partidos de fútbol que se esperan con alegría y expectación, descontando las horas que faltan para su celebración como los presos descuentan, borrándolos en el calendario, los días que faltan para su libertad. Hay otros, en cambio, que se perciben desde la distancia con angustia. Son una condena y sus protagonistas estarían encantados de postergarlos todo lo que fuera posible, como una visita al quirófano.

Algo de todo esto rodea al clásico del fútbol español que hoy (13:30) dirimen FC Barcelona y Real Madrid en el estadio Camp Nou. A estas alturas de la temporada es difícil recordar un duelo entre las dos superpotencias futbolísticas ibéricas, cuyos días previos hayan resultado tan confortables para los blaugranas y con semejantes niveles de ansiedad para los merengues.  

Lógicamente, esta diferencia anímica que hoy les separa procede de sus situaciones clasificatorias. Mientras los culés caminan por la liga como el ejército de Atila lo hizo sobre Constantinopla, los madrileños parecen la tropa calamitosa de un imperio en decadencia.    

Aunque en el fútbol nunca hay que descartar la posibilidad de la sorpresa, la distancia que hoy separa a ambas escuadras es tan grande que los pirómanos deportivos de una y otra ciudad se han pasado toda la semana azuzando el fuego entre los dos banquillos, donde Luis Enrique y Zinedine Zidane volverán a verse las caras 13 años después de que el director técnico del Real Madrid agrediera a su homólogo del Barcelona.  

En realidad fue una trifulca aislada, pero tan clásica en el superclásico español que ha sido rescatada de los recuerdos abisales como la trifulca de dos enemigos incorregibles e irreconciliables que vuelven a encontrarse. La única duda que existe es si alguien encenderá el fuego una vez que el balón empiece a rodar, aunque, si prende por algún lado, no parece que será entre ambos estrategas.

Más bien, al contrario. Para aquellos que posean una imaginación cinematográfica, no es descartable que el francés y el español se den un fuerte abrazo y comiencen en ese mismo instante, como Rick y el capitán Renault en la película Casablanca, una buena amistad. Ya se sabe que compartir una historia y un destino puede crear lazos indestructibles entre las personas.  

Respecto al duelo en su conjunto, nadie sabe lo que pasará con el DT madridista, que lleva varios días envuelto en una nube de sudor frío. En los medios deportivos madrileños todo son interrogantes sobre el estilo de juego que Zidane intenta implantar. En los medios catalanes, el asunto es tratado con un trasfondo de burla imposible de disimular.  

Las últimas alineaciones del Real Madrid, por ejemplo, han llenado de desconcierto a sus seguidores. Y no porque el colombiano James Rodríguez haya perdido protagonismo en el esquema del adiestrador galo, sino por su obsesiva determinación a confiar en Danilo, ninguneado por el público hasta el punto de considerarlo uno de los grandes problemas del Real Madrid. Las primeras críticas que ha recibido Zidane, de hecho, han sido por sacar al internacional brasileño en lugar de Carvajal por el carril derecho.

El segundo peaje que está pagando el sustituto de Rafael Benítez al frente de la escuadra blanca es la exigencia extrema por el rendimiento inmediato, que en el Real Madrid ha alcanzado niveles demenciales. Un mal partido lo toleran en el Santiago Bernabéu. Un segundo provoca los primeros gestos de censura. Al tercero suena el murmullo en las gradas. Al cuarto se producen las protestas. Pero al quinto, y encima si es en el Camp Nou, cubren de brea al DT, lo llenan de plumas y lo suben a un burro como hacían con los forasteros en el lejano oeste. Es evidente que ‘Zizou’ dispone del crédito de los mitos andantes, que ha consumido ya sus 4 primeras opciones. Tanto es así que todos dan por seguro que la próxima temporada no estará en el equipo.

Hay un tercer problema en el Real Madrid. Obsesionados como están con la Champions League y a 10 puntos del FC Barcelona en la Liga, muchos seguidores blancos temen que su equipo haya decidido tirar la competición doméstica sin ningún rubor. Y no están dispuestos a aceptarlo, al menos sin gritar a los cuatro vientos su indignación.

En Barcelona, por el contrario, consideran que el partido es clave para sentenciar la competición nacional. Y es que hay algo que incita a confiar en el conjunto culé: su extrema fiabilidad en las grandes ocasiones. El equipo de Luis Enrique, que lleva 39 partidos sin perder, es algo así como la Filarmónica de Berlín, una orquesta perfecta que se alimenta del orgullo que le produce su propia perfección.

Llega al duelo con su tridente ofensivo, la diabólica ‘MSN’ (Messi, Luis Suárez, Neymar) a pleno rendimiento, y con un poderío defensivo inquebrantable. Más de 90.000 gargantas corearán hoy sus nombres, convencidos de que no solo ganarán el clásico español sino que el Real Madrid puede salir malherido del Camp Nou.

Este partido es especial para los ‘culé’, ya que servirá de homenaje para el fallecido Johan Cruyff, exfigura del equipo. Los espectadores formarán un mosaico en el que se leerá ‘Gracias Johan’, antes del primer partido del Barça desde el deceso del holandés, que murió la semana pasada a los 68 años, víctima de un cáncer de pulmón. (I)

Una derrota hoy ante los ‘culé’ pondría en peligro la continuidad de Zidane (der.) en el banquillo del Real Madrid. Foto: AFP

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