Su sonrisa es permanente y no puede ser de otra manera. Recordar lo vivido en Chile, con la sub-20 solamente le provoca orgullo y con ese recuerdo tan fresco no para de rememorar cada triunfo, cada gol y cada festejo.

Hoy está menos tenso, en paz. Sabe que su tarea fue cumplida con creces, pero no se detiene allí. Ir al Mundial como campeón de América es una responsabilidad mayor y no quiere dejar ningún cabo suelto para competir en el más alto nivel.

Su agenda está copada, pues la próxima semana viajará a Polonia para estar presente en el sorteo de la Copa del Mundo. Estos días se refugia en su familia, que no lo acompañó al Sudamericano por pedido de él, pues se concentra como un jugador más en cumplir con su tarea.

Célico, por ahora, no ha renovado su contrato con la Ecuafútbol, pero la intención de las partes es hacerlo pronto. Solo será cuestión de sentarse a conversar.

Cinco días después del título y todo lo que significó, ¿cómo asimila este logro? 
Ahora con tranquilidad. Fundamentalmente, con esa paz interior que te da el haber conseguido algo que venías soñando, que venías luchando, que cuesta y que tiene un camino muy complicado. En cualquier tipo de contienda, y más en una de estas internacionales. Así que estoy con paz interior y tranquilidad por el hecho de haber dado lo mejor y haber hecho con este grupo de muchachos algo tan trascendente para el país.

¿Qué tan difícil fue conseguir que el nivel fuera muy parejo durante el torneo? 
Se trabajó mucho, pero también debo ser sincero: uno ha sido beneficiado por una linda generación de jugadores. Con talento, desfachatados, sin temores. Dentro de una estructura de juego, obviamente con una conducción y un entrenamiento como corresponde, pero el ADN de ellos es ese, ser ganadores, jugar sin miedo. Los pudimos reunir gracias a que existen. Por eso me refiero a lo generacional. Hay que cuidarlo muchísimo, porque nos puede dar grandes satisfacciones en el futuro.

¿Qué le provoca esta generación de futbolistas que tiene a su cargo? 
Un orgullo terrible. Me da alegría. Yo le decía a los chicos que, independientemente de ganar los partidos y haber salido campeones, yo disfruté mucho de su juego. Por momentos un fútbol muy lindo, satisfactorio. A veces puedes ganar, pero dejas unas dudas. Si bien sufrimos en muchos partidos, los momentos de juego fueron buenos. Se vio mucha creatividad en lo ofensivo, lindos goles, hermosos festejos. Fue un campeonato impecable.

¿Cómo vivió los últimos minutos de Brasil-Argentina? 
Estuve con los chicos, pero faltando 10 minutos me fui. No aguantaba más. Aparte Argentina estaba llegando y se podía dar lo peor, que empatara el partido. Había un lugar atrás, donde estaban los kioscos de ventas y empecé a caminar por ahí. Me asomo en un tiro libre muy cerca del área de Brasil y digo: ¡No, no puede ser! Me fui de nuevo y solo escuchaba los gritos. Faltando dos minutos me quedé viendo, muy pendiente del tiempo. Imagínate la emoción.

¿Los 23 que ganaron son casi fijos o está abierto para ver a más jugadores? 
Hay que entender que FIFA te otorga 21 cupos, con lo cual ya tenemos que descartar a dos jugadores. A la vez, ver quiénes están mejor. Hay algunos chicos que están afuera, que esperemos crezcan más en este tiempo y poder ver a quienes llevamos. Es una tarea muy dura y difícil, porque después de semejante logro hay que dejar a alguien fuera. Son las reglas.

Además de lo futbolístico, ¿qué más destaca de este equipo?  
El carácter de ellos. El comportamiento, la parte disciplinaria.

¿Qué sería lo ideal: que los jugadores se mantengan en los clubes donde están o que aprovechen la oportunidad de ir al exterior? 
Si salen, que salgan, pero que jueguen. Porque si de repente te contrata el Real Madrid, no vas a jugar. Económicamente progresaste, pero a nivel de selección necesitas que juegue, que compita. Que vayan a jugar donde realmente tengan oportunidades de hacerlo.

Vio 200 jugadores en el proceso, ¿cuál es el nivel del jugador ecuatoriano sub-20? 
Ver, vi muchísimos más; compartir entrenamiento con unos 200. En líneas generales se avanzó muchísimo. Equipos como Independiente, Aucas, Liga de Quito, Barcelona, Universidad Católica y algunos más han mejorado mucho en el trabajo de formación. Pero falta muchísimo. No se llegó a lo más alto, se llegó a entender que por ahí va el tema. Por el lado de la formación, de la capacitación de los entrenadores, de la mejora de los campos deportivos, eso se ha mejorado. De cualquier manera, hay un amplio camino por recorrer. Estamos en los inicios.

¿Qué implica ir como campeones de América al Mundial? 
Una gran responsabilidad porque sabemos que en esta zona del continente hay un fútbol que es uno de los mejores del mundo. Y ser campeón de ese lugar te da una gran responsabilidad de hacer un gran Mundial, que es a lo que aspiramos.

Siempre se pensó en ir paso a paso: clasificar al hexagonal, ir al Mundial, ser campeón. Ahora que ya se logró eso, ¿cuál sería el objetivo siguiente? 
Para el Mundial, igual. Pasar la primera fase y ahí no paramos. Es el partido tras partido. En el deporte es así. Cuando terminaste lo mejor, como es salir campeón de un Sudamericano, te viene otro desafío más. Es interminable el tema de la competencia.

¿Cómo se visualiza en el torneo máximo de esta categoría? 
Siendo competitivo. Podemos ganar, podemos perder, porque el fútbol depende de un montón de cosas. A veces pega en el palo y entra o pega en el palo y sale, pero estoy seguro de que vamos a ser una selección muy competitiva.

¿Está al tanto del nivel de las selecciones mundialistas? 
He visto, pero no sabemos aún quiénes nos tocarán en la zona. He seguido siempre los torneos juveniles, así que conozco bien.

Solicitó 5 microciclos y una gira por Europa. ¿Qué tan importante será aquello? 
Lo que ocurre es que cuando se llega con 15 o 20 días de anticipación a Europa, ya regulas el cambio de horario, el tema alimenticio, climático y puedes enfrentarte con selecciones poderosas. No sirve jugar con equipos que no tienen el nivel deseado. Estar allá y poder hacer un partido contra España, con Inglaterra. Eso te da jerarquía para llegar bien.

Tiene dos torneos, evidentemente el Mundial es más importante. ¿Tendrá listas similares o serán plantillas distintas? 
Primero debemos ver la parte reglamentaria del Panamericano; no está claro si será sub-20, sub-23 o sub-20 con refuerzos mayores. Le consulto a la secretaria del Deporte, Andrea Sotomayor, que me confirme esa información.

15 años en el país. ¿Cómo ha cambiado usted como persona y como profesional? 
Mirá (se señala la cabeza). Menos pelo, canoso. Como profesional, tengo la fortuna de tomarle el pulso al fútbol ecuatoriano bastante tiempo. Mi filosofía de juego ha sido la misma siempre; quizás hoy, más maduro, tomo decisiones con más tranquilidad.

¿Dónde se ve en el Mundial? 
Uno lo que quiere es llegar a la final del mundo, es la realidad. Tenemos que ir paso a paso. Tengo mucha fe en los chicos, que van a funcionar, que van a andar bien, pero la competencia te va dictaminando otras cosas. Un Mundial es un Mundial.

¿Cómo consiguió que los chicos mantuvieran esa actitud? 
No voy a mentir. Hablando mucho. Somos un cuerpo técnico que conversamos con los jugadores. Sentarnos, tomar un café, hablar de la vida, de su situación, de la realidad, intentar volcar en ellos nuestras experiencias. Como hace un padre con un hijo. Siempre es bien aceptado, porque el jugador sabe que uno no tiene ningún interés sobre él, de venderlo ni nada. El único interés es que crezca porque eso le hará bien a él y al equipo.

Esta selección dejará la categoría después del Mundial. ¿Cómo los ve hacia adelante? 
Es una generación que, si se la cuida, se puede ir de largo. Es una gran generación, que puede darnos satisfacciones en la selección mayor. Sin duda. En algún momento saldrán de mis manos, se irán amoldando, pero tienen la esencia de ser grandes jugadores y acostumbrados a ganar.

¿Cómo reaccionó su familia? 
Feliz. Sufriendo y alegrándose conmigo. Es muy importante en esta profesión estar sostenido. No suelo llevar a nadie (a los torneos) porque me dedico solamente a lo que voy. No puedo estar disipando mi tiempo en ver qué pasa con uno o con otro. Quizá vayan a ver el Mundial, pero no con mi cercanía. Se los aclaré porque tienen la intención. Me alegra que vayan, pero ya saben que no cuentan conmigo para nada. (I)