El show mediático que hoy se genera alrededor del fútbol es, sin lugar a dudas, uno de los condimentos indispensables que necesita el público para sentirse seducido y atrapado en historias banales que tienen la particularidad de volverse propias en miles de apasionados que laten a la par de cada nuevo movimiento. El arribo de jugadores con extensas carreras hoy ya no basta y es por eso que los encargados de hacer llegar las noticias al ávido hincha también recurren a poner la lupa en los entrenadores que de a poco han ido tomando una notoriedad mayúscula y en unos casos hasta sobredimensionada. Revisando este inicio vemos que el club que sacudió el tablero fue nuevamente Liga de Quito que al contratar a Claudio Borghi manifiesta tácitamente que apelará a la capacidad del argentino para revivir momentos felices, históricos y no tan lejanos. Lo que debemos analizar detrás de esta situación es que el estratega ostenta un alto perfil en lo que se refiere a su manera de manejarse con la prensa. Y no porque busque exposición, sino por la frontalidad en sus declaraciones, virtud o falencia que no siempre es bien recibida y mucho menos comprendida. Sin hacer futurología y tampoco intentar adivinar lo que podría suceder, el entrenador argentino dependerá mucho en su nueva convivencia de cómo se adapte a las presiones de una prensa que normalmente exige mucho y que no está acostumbrada a personajes, como en el caso de Borghi, que no aceptan ni contemplan grises en el contenido de sus pensamientos y declaraciones. Revisando las convicciones futbolísticas que perseguirá esta nueva aventura lingüista, puedo aseverar que el buen gusto y la constante búsqueda de ser protagonistas será el indicador principal de cuáles son las metas a alcanzar sin el temor de arriesgar defensivamente con tal de saciar la búsqueda del arco rival con un funcionamiento que requiere de especialistas en las posiciones más importantes. La línea de tres defensores seguramente estará en boca de todos y abarcará más de un análisis que irá de la mano de críticas fuertes, si es que no se encuentra el acople necesario lo más rápido posible. Los equipos del nuevo técnico intentan jugar como él lo hacía, entonces es fácil prever que Liga pondrá el balón siempre en el suelo, abandonará los pelotazos y que los jugadores tendrán la venia de su conductor para poner la impronta constante en sus movimientos. En fin, el torneo ecuatoriano da un salto de calidad con el arribo de Borghi; y más allá de los resultados iniciales y que muchas veces marcan el destino, debemos exprimir a este experimentado adiestrador en todo sentido, que con seguridad dejará una huella importante en nuestro balompié durante su periplo, no solo por lo que pueda lograr o no, deportivamente hablando, sino también por la riqueza de su personaje. (O)