Apenas se pone un pie dentro del ‘Manicomio del terror’, dos robustos tipos que ocultan sus rostros con caretas deformadas y llenas de cortes -vestidos con mandiles y ropa de cirujanos sucios- dan la bienvenida al arriesgado grupo de diez chicos, quienes tomados de una soga emprenden el recorrido en cuclillas.

En este lugar puede pasar de todo, por ejemplo, llegar a un cuarto donde en medio del parpadeo de las luces una vieja sorprende a sus visitantes, o también ser rociados con un líquido, escuchar los lánguidos gritos de ‘La Llorona’: “dónde está mi hijo, dónde está mi hijo...” y cruzar por un puente en mal estado mientras unas manos peludas agarran a todo aquel lo atraviesa, teniendo que forcejear para no quedarse en la mitad del camino.

El recorrido continúa por un pasadizo del que salen unas cabezas de perros lobos hasta llegar a una celda, en la que se encuentra encerrado y encadenado el hombre lobo. Unos pasos más allá un tétrico cementerio, donde otros monstruos de la leyenda aparecen, se convierte en el centro donde por unos minutos el grupo es asustado. 

Gisella Montesdeoca, quien es la mentalizadora, cuenta que haber apostado por esta atracción terrorífica es algo curioso, porque a lo que se dedica realmente desde hace 15 años es a la decoración de centros comerciales para la Navidad. “La razón por la que me pasé a todo lo que tiene que ver con monstruos por esa misma relación fue haber visto en Estados Unidos mucho de este concepto y la acogida que tenía. Fue así que decidí traerlo”, asegura la creativa, que reside desde hace 12 años en EE.UU.

Agrega que ya lleva cinco años con la Casa del Terror. La primera se la abrió en 2001. “Después hicimos una pausa por algunos años y más tarde la retomamos. Este ya es el segundo año en el Malecón y la continuación del Manicomio del terror que presentamos anteriormente”.

Su hermana, quien prefirió no revelar su nombre, explica que son cerca de 20 chicos, la mayoría estudiantes de teatro, los que interpretan a personajes como ‘La Llorona’, ‘El doctor malvado’, ‘El carnicero’, ‘Las niñas diabólicas’ y el monstruo que se come a la gente.

Para hacerlo más real, según Gisella, trae los vestuarios de EE.UU. Al final del recorrido, que no dura más de diez minutos, el sonido de una sierra se mezcla con los ladridos de los perros, por lo que aparentemente parece terminar el paseo. Aquí el más miedoso puede terminar ‘loco’ del terror, aunque para ello deba pagar 4.50 mientras que los estudiantes que se atrevan a ingresar 2.50 dólares.