Uno de los mayores riesgos que corren los actores es encasillarse en un personaje y no salir de esa zona. Para cualquier artista meterse en la piel de James Bond es todo un reto.

Le pasó a Sean Connery, quien con el pasar de los años logró redireccionar su carrera fuera de la afamada saga 007.

Roger Moore no pudo decir lo mismo, al menos en cuanto a lo  de galante seductor, una de las características del afamado agente creado por Ian Fleming.

Los idilios sentimentales del recientemente fallecido actor, a lo largo de su vida, pudieron ser envidiados hasta por el mismo James Bond imaginario.

Estuvo casado en 4 ocasiones, siendo la última de ellas, según sus propias palabras, la más satisfactoria y tranquila. A la edad de 18 años, Moore conoció a la patinadora y aspirante a actriz Doorn van Steyn, quien era 6 años mayor que él y divorciada.

Tras un breve romance, la pareja se casó y al año siguiente comenzaron sus problemas. La falta de dinero, las preocupaciones por el futuro y, sobre todo, la poca confianza que Moore tenía en su talento interpretativo -por aquella época ganaba más dinero como modelo- fragmentó la relación.

En 1952, cuando ya había comenzado a despuntar su carrera en la actuación, Moore fue invitado a la fiesta que una de las cantantes más populares de Reino Unido daba en su mansión. Se trataba de Dorothy Squires, quien le superaba en edad con 13 años de diferencia y en posición económica. Ella vivía rodeada de lujos, glamour y era considerada diva.

Moore quedó flechado tan pronto la conoció que no perdió tiempo para galantearla. “Apagó las luces, se sentó a mi lado y me besó”, contó la propia cantante en una entrevista. Para el final de la fiesta, ya estaban juntos. Moore se mudó a la mansión de Squires y abandonó a su primera mujer.

De hecho, ella se enteró por amistades comunes, ya que se encontraba en un campeonato de patinaje, no sin antes encontrarse con él y propinarle una golpiza que le lesionó el brazo.

Moore y Squires se casaron al año siguiente y decidieron mudarse a Estados Unidos para prosperar en sus respectivas carreras. Al principio, a la pareja les costó adaptarse a la exuberante vida en Hollywood, pero pronto todo cambió.

La diferencia de edad se convirtió en un tema de conversación y publicaciones de periódicos. “No te olvides de invitar a Roger Moore y a su madre”, eran  algunas de las bromas en los pasillos del jet set.

Para entonces, Moore adquirió mayor experiencia y sabía desenvolverse en el mundo de Hollywood. Gracias a su apariencia física, que cualquier hombre podría envidiar, le fue fácil meterse en más de una aventura amorosa.

Ella le perdonó 3 infidelidades con actrices reconocidas, pero con la condición de volver a Inglaterra.

Luego tuvieron meses de mucha armonía y afecto hasta que Moore se trasladó temporalmente a Roma para rodar la película El rapto de las sabinas, la película que terminaría con su segundo matrimonio.

Durante el rodaje conoció a la actriz de origen italiano Luisa Mattioli y comenzó una relación con ella a escondidas de Dorothy, quien se enteró al interceptar una de las muchas cartas que el actor recibía desde Italia y con la ayuda de un traductor.

Mattioli le escribía frases íntimas de escenas sexuales y le exigía a Moore que le pidiera el divorcio a su esposa. La cantante lo encaró y lo echó de casa, lo demandó por haberla engañado y tardó 7 años en concretarse la separación.

Mientras tanto, la nueva pareja ya se había convertido en padres. Se casaron en 1969, un matrimonio que duró 25 años.

En 1994, mientras era tratado de un cáncer en la próstata,    Moore decidió dejar a su tercera mujer por una amiga suya, Kristina Tholstrup, también conocida como ‘Kiki’.

La ruptura fue un golpe bajo para Luisa, quien se enteró de la decisión del actor a través de una llamada telefónica. “No estoy enamorado de Kiki -le confesó su hasta entonces marido- pero me gusta mucho. Lo siento”, le dijo el actor, según su libro autobiográfico.

Para Moore fue la decisión más complicada de su vida, pero Mattioli no llegó nunca a recuperarse. De hecho quiso verter todo el odio en un libro autobiográfico que nunca llegó a publicar.

El divorcio se saldó con un acuerdo por el que el actor pasó $ 10 millones a su tercera esposa. Moore encontró en Kiki la relación más tranquila que había tenido hasta el momento. “No discutimos”, aseguraba en las entrevistas.

Se casaron en 2002, dos años después de haber firmado el divorcio y permanecieron juntos hasta el último día. Acusaciones de malos tratos por parte de  Moore aseguraban que sus esposas fueron ‘mujeres encantadoras con muy mal gusto para los hombres’, pero no de todas tuvo unas palabras tan amables.

Tanto con su primera mujer, Doorn van Steyn, como con la segunda, Dorothy Squires, el actor narró episodios de preocupante violencia. “Doorn llegó a lanzarme una tetera. Estaba tomando el sol en el jardín, me levanté, me quité los pantalones y vi una tetera viniendo hacia mí”.

“Pensé ‘ya está bien, me marcho’ y cuando me di cuenta, había metido toda mi ropa en la bañera”. Moore esperó a que se secase la ropa y dio por terminado el matrimonio.

Peor fue su relación con la cantante Dorothy Squires. “Teníamos muchas peleas”, explicó en una entrevista.

“Recuerdo que, para evitar la confrontación, solía entonar la guitarra. Entonces, un día, estaba sentado en la mesa tocándola cuando, de repente, sentí cómo el aparato se iba de mis manos. La vi encima de mi cabeza y... ¡bum!, me la estrelló”.

Pese a las peleas y a la mala relación tras la separación, Moore siempre cuidó de la cantante, costeando incluso el tratamiento contra el cáncer en sus últimos años de vida. (I)