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Jaime Tamariz en el mundo de Scrooge

Jaime Tamariz en el mundo de Scrooge
01 de diciembre de 2013 - 00:00

Es demasiado expresivo a la hora de hablar y siempre expone su punto de vista de manera frontal y sin tapujos.

Se trata de Jaime Tamariz, uno de los directores más destacados del medio escénico nacional, cuyas propuestas  terminan con la ovación del público. Siempre utiliza un sinfín de elementos para cada puesta en escena y tiene la agilidad de darle la vuelta a todas las historias que recrea, sin dejar espacio para ser predecibles.

Es así como llega a las tablas del Teatro Sánchez Aguilar: Scrooge, clásico navideño del Charles Dickens, que estará en escena los días 11, 12 y 13 de diciembre, a las 20:30 y el 14 y 15 a las 11:00 y 17:30, respectivamente.

En medio de tantos ensayos y reuniones, Tamariz compartió con este diario sus impresiones sobre su último trabajo del año.  

Scrooge se ha reversionado un montón de veces, ¿cuál es el agregado de Jaime Tamariz a esta obra clásica?
Es una pregunta interesante porque es la primera vez que estoy al frente de una obra que no la estoy planteando desde mi punto de vista. Hay un montón de gente trabajando en ella. Esto la hace más rica. Creo que mi aporte serán los riesgos escénicos.

¿Riesgos?
La mezcla de lenguajes. Hay danza interpretada por Chevi Muraday como el ‘Espíritu de la Navidad pasada’ y luego tenemos el lenguaje de las marionetas, que es muy físico y realista.

Ebenezer Scrooge es muy sátiro e irónico tanto como las obras que usted ha realizado anteriormente. ¿Ha sido fácil en esta ocasión?
¡Me estás diciendo que soy Scrooge! Bueno... sí que lo soy. (risas) Creo que en esta obra hacemos una mirada bastante irónica a la original. Aquí no queremos ser realistas porque utilizamos el lenguaje físico para transmitir. Es una forma de hacer teatro clásico, pero como una alternativa.

¿Estas fusiones siempre resultan?
¡No sé cómo saldrá! Esta obra es una sorpresa para que el público salga asombrado. Ha sido un trabajo bastante arduo con tantas reuniones y el tiempo ha sido nuestro enemigo. Pero estoy con el ¡Dream team! Es un privilegio trabajar con los mejores. Espero que todo salga bien.

¿Pensó en cada actor al momento de asignar personajes?
Trato de ser muy cuidadoso a la hora de elegir un actor para tal papel, pero no siempre pasa. Por ejemplo, en Un Dios salvaje trabajé con Iris Arisa a quien conocí cuando fui a ver la obra de un amigo.
Me encantó de una sin conocerla y dije ¡esta es! Si le hubiera dado tantas vueltas a lo mejor no la contrataba porque no me convenía económicamente, pero creo que ha sido la mejor decisión que he tomado.

Vemos que nuevamente confía un estelar a José Burgos...
Sí. Él es Scrooge... ¡Es perfecto! Son personajes que están hechos para él. Desde el primer ensayo José se adueñó del personaje. Es un actor que tiene mucha verdad a la hora de trabajar y eso como director uno lo agradece. Es un placer trabajar con él.

De la historia y de la vida de Charles Dickens, ¿qué es lo que más le llamó la atención?
Me resultó un poco difícil la lectura de la novela porque Dickens es muy trágico y se apoya mucho en el dolor. Sin embargo, me gusta la manera como muestra su fantasía. El hecho de transportar a través del tiempo a Scrooge es una forma de desnudar al ser humano que lo único que tiene es el presente. Los seres humanos somos más que eso y es precisamente esto lo que Scrooge descubre al final de la historia.

Para darte un ejemplo de la habilidad de Dickens es que en ninguna película se había podido retratar al ‘Espíritu de la Navidad pasada’ y en algunos casos le han puesto algunos personajes que no tienen nada que ver. Recién en 2009, el director Roberts Zemeckis recreó una vela encendida tal como las ilustraciones del libro. En esta obra quisimos ser lo más fieles posibles y como el teatro tiene esa magia de transformar las cosas, nosotros también tendremos una velita que es Muraday. Los 20 bailarines que lo acompañan hablarán en forma de coro. ¡Hay unas cosas bien locas en la obra!

¿Y a usted cuántas veces lo ha visitado el Espíritu de la Navidad pasada desde el punto de vista reflexivo?
Sin ser narcisista ni de una manera flageladora, pero siempre estoy en la búsqueda constante de crecer porque después me deprimo. Me parezco a Scrooge por ser muy quisquilloso e incluso he cambiado las escenografías cuando todo ha estado armado. Trato de ser siempre bien positivo en todo.

¿En esa autorreflexión hay cabida para los arrepentimientos?
¡Uy, me he arrepentido de muchas cosas! He herido a varias personas queridas cuando he tenido coraje por cualquier tontería. Creo que de eso es de lo que más me arrepiento. Pero estoy muy agradecido con las personas que me tienen mucha paciencia.

¿Le preocupa la reacción que generen sus obras?
Tengo muchas maneras de verla porque soy director, actor y productor. Como productor sé que tenemos un público que nos sigue y eso nos gusta. Como director es todo lo contrario, porque no sé lo que va a pasar esa noche. Prefiero que se mantenga el misterio. Como actor es una experiencia indescriptible estar frente al público y ver su reacción.

¿Cuál faceta disfruta más?
Dirigir, porque tengo la oportunidad de estar al lado de mucha gente creativa. Me gusta la composición y la orquestación de la pieza.

¿Cuándo fue la última vez que lo dirigieron?
Fue Maribel Solines en una cosa medio rara que hicimos. Fue Andrés Crespo quien me puso en esta obra. Pero sí fue chévere. Ahí conocí a Andrés Garzón con quien trabajé luego en La gata sobre el tejado caliente.

¿Con qué actor se ha sentido más a gusto trabajar?
Me gusta mucho con toda la gente que he trabajado, pero me encanta todo lo que hace Alejandro Fajardo y no me cansaría de trabajar con él. Además de ser un gran amigo. Me agradaría trabajar alguna vez con Andrés Crespo, pero no se deja tentar por el teatro.

En estos tiempos de mucho apego a la tecnología, ¿cómo el teatro busca acercarse más a la gente?
Hay una polémica en ese tema, pues son dos cosas diferentes. El teatro utiliza la tecnología para hacer lo que tiene que hacer...conectar con la gente. Por ejemplo, el director italiano Romeo Castellucci utiliza mucha tecnología en el teatro. Es impresionante ver cómo logra derretir a una mujer en pleno escenario. ¡Es fascinante!

¿Por qué los directores jóvenes se apoyan en los clásicos? ¿Ya no escriben cosas nuevas?
No soy dramaturgo, ni tengo el interés de serlo. Busco historias en las que pueda investigar y sacar más capas para construir y relacionar con otras situaciones. Ese es mi mayor aporte.

¿En qué consiste esa investigación a la que se somete en sus proyectos?
El plan concreto de la creación hace que las mismas cosas nos vayan derivando a otras. Siempre hay tópicos girando en todo. Por ejemplo, Un Dios salvaje es el proyecto más precioso en el que he podido hacer muchas cosas. Utilicé una magnífica y elegante metáfora del estado salvaje del ser civilizado y su lucha constante con lo que lleva por dentro. Con todas esas cosas primitivas e instintivas del ser humano. Cosas que no se puedan argumentar. Haberlo hecho con cierto humor realmente ha sido un lujo.

¿Qué proyectos se vienen para el 2014?
No lo sé porque tenemos muchos nombres. Hay la posibilidad de hacer algo audiovisual, pero veremos qué pasa.

¿Existe alguna obra que haya querido montar y no ha podido hasta ahora?
Sí. Espero algún día y en verdad ¡Espero hacerlo! Las Horas es algo que me está dando vueltas en la cabeza desde algún tiempo. Espero hacerla de verdad. Ya está la idea. ¡Veremos si puedo hacerla!

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