Con la intensión de que el arte plástico en Ecuador resurja como lo hizo hace cuatro décadas, el destacado artista ecuatoriano Enrique Tábara expone en la Pinacoteca Manuel Rendón Seminario, de la Casa de la Cultura del Guayas, su más reciente colección denominada ‘Retorno al futuro’.

En ella, el ganador del Premio Suizo de Pintura Abstracta, en 1960, buscó reencontrarse con su trabajo que empezó hace más de 40 años y que por un corto tiempo dejó de crear pero se mantuvieron las mismas interrogantes que cuando empezó en la pintura.

Y es que para Tábara, quien ganó el Primer Premio Salón de julio en 1967, todos los artistas nacionales que empezaron hace décadas como Rendón Seminario, Araceli Gilbert, Luis Molinari, entre otros, se dedicaban “a crear el futuro del Ecuador en el mundo del arte”.

“Ahora los artistas pintan cuadros pero hace 40 años nosotros creábamos”, enfatizó el maestro, quien asegura que los verdaderos artistas buscan que sus obras tengan una permanencia y que refleje la cultura de este país pero con carácter universal.

Asegura que esta colección ni sus anteriores lo inmortalizan como artista, pero lamenta que en Ecuador los críticos nacionales no han sabido apreciar lo que se hace aquí y “se quedaron callados como diciendo que aquí no pasa nada”.

“Los colombianos, por ejemplo, sienten un gran orgullo por sus grandes artistas como Botero, Villamizar y Alcántara y muchos más, y tuvieron el respaldo de su gente. En instituciones, bancos, centros culturales y comerciales, en muchos lados los invitaron para que hagan murales y demás, pero aquí no pasó eso. Ecuador ha tenido grandes pintores”.

Asegura que artísticamente el Ecuador se ha quedado rezagado y que desea “más que nada” que regrese esa visión que tenían los artistas hace 40 años, en donde “se caminaba y se hacía todo pensando en el futuro y se abrían caminos para las nuevas generaciones”.

Prefiere no hablar del arte contemporáneo porque no lo conoce a fondo, pero cree que en el caso de Ecuador los artistas que se han visto influenciados por esta corriente artística aún están en el proceso de investigación, y que “evidentemente deben encontrarse para ofrecer una propuesta interesante y que tenga la aceptación de su público”.

El ganador del Premio Nacional Eugenio Espejo, en 1988, aseguró que mientras sus fuerzas y su mente se lo permitan seguirá la misma línea en donde las piernas son los protagonistas de su obra, porque en ellas queda implícito el hombre que camina en cualquier dirección y sigue siendo “hombre”.

Además porque es un proyecto en donde espera que las personas, a simple vista, identifiquen su obra con tan solo mirarla, “aunque sea de lejos y no tengan que caminar para leer el nombre del autor y de lo que significa”.