El museo Carlos Zevallos Menéndez, uno de los espacios culturales más importantes del Ecuador, cumplió ayer 55 años de creación. Por tal motivo, alrededor de 10 mil objetos que conforman este espacio, la mayoría de ellos formó parte de la colección personal de Zevallos, quien fue el primer director de la Casa de la Cultura del Guayas.

Vasijas, cerámicas, tolitas, venus, chamanes, entre otras figuras representativas de las culturas preincásicas se exhiben en las tres salas con que cuenta este lugar. Hoy, a partir de las 11:00, la Escuela de Ballet Esperanza Cruz presenta el ‘performance Casta Valdivia’ bajo el acompañamiento musical de Schubert Ganchozo.

También se hará la presentación del nuevo logotipo del museo y el rediseño del catálogo de este espacio. Además, se llevará a cabo el programa ‘Carrito didáctico’.

El museo

Francisco Huerta Rendón, Emilio Estrada Ycaza y Carlos Zevallos Menéndez son los nombres de las tres salas de exposiciones que tiene este museo, ubicado en el quinto piso de la Casa de la Cultura del Guayas. En la primera de ellas, fundada en 2005, los visitantes pueden constatar la evolución de la cerámica a través del tiempo y dentro de las primeras sociedades que habitaron en lo que hoy conocemos como Ecuador.

Culturas como la Valdivia, Chorrera, Guangala, Tolita, Jambelí, Río Daule, Bahía, Milagro-Quevedo y Manteño-Huancavilca se hacen presentes en las estanterías de este museo con diferentes objetos. Figurines antropomorfos o representaciones humanas constituyen la representación de los habitantes de estas culturas, que se exhiben en diferentes tamaños y formas.

Alrededor de cien Venus de Valdivia, que datan de 4000 años antes de Cristo, engalanan una vitrina y revelan el periodo de matriarcado y fertilidad de algún momento en que se desarrolló esta cultura.

Se cree que estas figuras eran usadas por los chamanes y después de curar a los enfermos dañaba cada una de estas figuras. Por ello muchas de esas tienen sus extremidades rotas. Ojos rasgados, narices aguileñas, vientres abultados, orejuelas, coronas, espigas, lanzas, flechas y tocados son algunas de las características que tienen estas figuras.

Otra de las curiosidades que hay son los ‘Gigantes de esteros’, unas figuras de casi medio metro de estatura que datan de 500 años antes de Cristo. Pertenecen a la cultura Bahía y fueron encontradas en un sector de Manta, sobre las dunas de arena en posición frente al mar.

También una colección impresionante de figuras Manteño-Huancavilca cuyos acabados lisos y de color negrizo dejan ver lo avanzado que estaban los habitantes de esta sociedad. Los ‘incensarios’ -que eran utilizados por los chamanes en gran tamaño- también resaltan en este sector. La segunda sala del museo está dedicada a los objetos musicales  como los aerófonos, ocarinas y pututos.

Una de las cosas que más llama la atención de esta sala son las cuevas que en ella hay. Allí se hace una representación de las divinidades, así como la muerte y sus ritos ceremoniales. Hay un altar levantado con piezas originales encontradas en la Costa ecuatoriana. Además hay osamentas de diferentes excavaciones hechas por Zevallos Menéndez.

En la sala que lleva su nombre, conocida como el ‘Museo de Oro’, ya no tiene la misma cantidad de piezas que tuvo en los ochenta, pues muchas de ellas, en especial  las de orfebrería aborigen, fueron destruidas en un incendio y otras se extraviaron. Sin embargo, las máscaras, utensilios de caza, coronas y pendientes revelan el poderío de los grandes clanes que existieron antes de la llegada de los españoles.

El arqueólogo

Carlos Zevallos Menéndez nació en Guayaquil el 1 de mayo de 1909. Todos sus estudios los realizó en su ciudad natal, y los culminó en el colegio Vicente Rocafuerte donde se graduó de bachiller. Ya desde sus primeros años de estudiante se había despertado en él una profunda vocación por la arqueología; por ello desde los 12 años de edad había realizado sus primeras excavaciones en Posorja, donde viajaba por vacaciones de fin de año.

En 1934, producto de sus investigaciones arqueológicas descubrió en la isla Puná antiguas fortificaciones huancavilcas y la magnífica orfebrería de la cuenca del Guayas. Al año siguiente fue elegido Presidente de la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes de Guayaquil, y continuando con sus investigaciones arqueológicas, en 1936 descubrió en el Cerro Narrio, en Cañar, una tumba en la que encontró objetos de oro considerados como los más antiguos de la metalúrgica en América. Al año siguiente descubrió un centro ceremonial con tres postes totémicos, a 45 km de Guayaquil.

En 1942 fundó el Museo de Arqueología del colegio Vicente Rocafuerte, y pocos años más tarde fue elegido primer Presidente del núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, dignidad a la que fue reelegido hasta 1961.

Gracias a su gestión en dicho cargo se llevó a cabo la construcción del edificio del núcleo en Guayaquil, la creación del museo, el ballet, la biblioteca y otras secciones que complementaron la labor cultural de esa institución, como el Museo de Orfebrería Prehistórica Ecuatoriana, fundado en 1957, que en su memoria lleva su nombre.

En 1967 fundó la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Arqueológicos, donde fue nombrado Presidente, y al año siguiente organizó el nuevo Museo de Cerámica de la Casa de la Cultura del Guayas. Fue un hombre que empeñó toda su vida a la investigación y al estudio, y dedicado a esas nobles labores. La muerte lo sorprendió en Quito, en noviembre de 1981.